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Juan Velasco / JUAN HUERTAS

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Decía el periodista y escritor Antonio Lucas, a propósito de Pablo García Baena, que su poesía era mucho más valiente que él. “Él era un hombre cauteloso y su poesía un incendio de emociones”, ha refinado el autor su descripción, con una frase que ha retumbado en el patio del museo arqueológico, donde se ha celebrado este jueves el último de los actos organizados por el Centro Andaluz de las Letras en Córdoba con motivo del centenario del nacimiento del poeta de Cántico (Córdoba, 1921-2018).

Antes de marcharse a Málaga, tocaba despedir los fastos de una efeméride que ha durado poco (como casi todo en tiempos de pandemia), pero que ha servido para confirmar, como ha dicho Joaquín Pérez Azáustre, que Pablo García Baena sigue siendo “el rey de la fiesta”. “Tiene algo de milagroso que sea Pablo quien concite este encuentro, habiendo vivido lo que hemos vivido”, ha ironizado el poeta y novelista cordobés, íntimo amigo del viejo poeta en sus últimas décadas de vida.

Una etapa, ésta última, que Azaústre ha recordado con mucho cariño: el suyo propio y el que recibía entonces Pablo García Baena de Córdoba. “Creo que en aquellos años se reencontró con su ciudad y descubrió que la gente lo quería mucho”, rememoraba el novelista a este periódico minutos antes de que empezara el acto. Aquellos días de principios de milenio sirvieron para que la figura de García Baena volviera a conectar con otro grupo de poetas jóvenes, como mucho antes hicieron los versos de Cántico con la poesía de los Novísimos.

Azáustre, un tipo que, al igual que García Baena, siempre ha ido a su aire, hablaba de pasiones comunes: el cine clásico, el del Hollywood dorado, el de cuando a las actrices se les cambiaba el nombre por un artículo: la Dietrich, la Garbo, la Gardner, la Hayworth. “De esplendor y lujo de unos días pasados está llena su poesía. Pero, sobre todo, de lujo verbal y orfebrería lumínica”, detallaba el hoy consumado escritor -entonces joven poeta y amigo-.

Antonio Lucas, por su parte, ha recordado que conoció a García Baena cuando el cordobés vivía su exilio malagueño. Y de la esfera personal pasó pronto al asombro poético. “No sabía que se hizo una poesía tan solar en España en aquella época, una poesía tan poesía, en una ciudad que en aquellos años sería totalmente amurallada”, recalcaba el escritor, que sentenciaba que “Cántico fue una de las primeras moléculas de rebeldía que se pudo vivir en la posguerra española”.

A esto había contestado un poco antes Azáustre sin saberlo, cuando había definido a García Baena como un poeta puente entre la Generación del 27 y los Novísimos, y, sobre todo, capaz de hacer el esfuerzo de escribir como si no hubiera habido una guerra civil.

Lo dicho: un hombre cauteloso de poética valiente.

De Córdoba a Granada y Málaga

Las jornadas conmemorativas de este jueves han contado con la participación de Carlos Clementson, Abelardo Linares y Marta Jiménez. Las ha presentado la directora del Centro Andaluz de las Letras, Eva Díaz Pérez, quien ha detallado que los actos del centenario se desplazan ahora a Málaga. Aunque Pérez ha olvidado que antes, el lunes 5 de julio, también habrá un acto en Granada, donde, en la Biblioteca de Andalucía, se celebre el acto de rotulación de la Sala Pablo García Baena. Además, se presentará la exposición El legado de Pablo García Baena, que también estará disponible de forma virtual.

En Málaga, los actos comenzarán el 6 de julio, con una jornada sobre la vibrante relación del poeta con la ciudad, en la que participarán José Infante, Francisco Ruiz Noguera, María José Jimenez Tomé y Antonio Soler. La despedida será el 7 de julio con un homenaje en la Real Academia de San Telmo de Málaga, donde habrá una lectura de sus poemas y un paseo literario por los lugares predilectos de García Baena en Málaga, y que conducirá Rafael Inglada.

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