El doctor Perro dicta su lección en el Gran Teatro
Santiago Auserón (aka, Juan Perro) es una suerte de antropólogo, doctor en filosofía y músico excelso. Después de liderar una radio futura, pensó que había una huella sonora por la que transitar y se transmutó en un perro que olisquea en Matanzas o Batton Rouge.
Oiga: esto funciona. Pensó. Y nos regaló su lección.
Auserón se define como un rockero de las calles de Zaragoza. Nosotros nos creemos esto a medias, porque la aldea es global y Juan Perro sigue husmeando en diferentes esquinas, buscando un folklore de países por descubrir, tal vez por conquistar.
“Libertad”. Esa palabra. Así ha titulado Juan Perro su último disco. El que viene presentando de nuevo en la carretera con sus músicos afines salidos casi todos del Taller de Musics de Barcelona. Cómplices como los vientos de Gabriel Amargant y David Pastor, la batería de Pere Foved, Isaac Coll al bajo y la guitarra exquisita de Viçens Solsona.
El perro Juan se rodea de una manada estupenda. Todos tienen sentido en esta lección de música popular. Juan Perro es un galgo cimarrón: o no tiene dueño o es el dueño de todo. Su propio dueño.
Con un sonido cálido en el Gran Teatro que acabó de ajustarse a la segunda canción, Juan Perro comenzó “Quemando caña”, un son montuno cubano que nos recordó que los revolucionarios barbudos cubanos fueron desde el oriente de la isla hacia La Habana quemando los sembrados de caña de azúcar de los terratenientes. El público, que casi llenó el recinto, se fue animando mientras la fantástica banda de Juan Perro repartía arreglos de jazz, bolero, blues del delta del Missisippi en canciones como La ley del camino, Perla oscura, A morir amores o Río Negro.
El apoyo de los vientos: trompeta, saxo y clarinete nos hizo viajar del dixieland jazz a los vacilones sones caribeños. Juan Perro (Santiago Auserón) demostró también que es un guitarrista solvente además de un vocalista magnífico que ataca el micro con elegancia jugando con las distancias. Un Perro que lo mismo te aúlla que te susurra.
Tuvo, incluso, un momento para recordar a Góngora y a sus huesos reposando en nuestra Mezquita (a la que también llamó Catedral) y que bien conoce.
Para terminar, Juan Perro volvió a ser Santiago para regalarnos dos clasicazos de Radio Futura: El puente azul y Semilla Negra. Así que hubo que bailar para salir del Gran Teatro.
Elegancia y clase del doctor Auserón/Perro. Y los alumnos, encantados.
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