Embusteros: “Nos da coraje, pero tenemos más éxito fuera de Córdoba”
Son uno de los grupos más mimados por el festival indie más importante de España, el Sonorama Ribera. Triunfan en salas de toda España y su último disco ha contado con el productor de Vetusta Morla. Y son de Córdoba, aunque aún haya quien no sepa ubicar en el mapa las raíces de Embusteros.
Igual es porque, atendiendo a la definición de la Real Academia Española, lo suyo es una “mentira disfrazada con artificio”. Eso es lo que significa embuste, una palabra muy propia de la Campiña cordobesa, de donde son varios de los componentes de esta banda, que tiene listo su cuarto disco, Vértigo, que presentan el próximo 29 de noviembre en la Sala Hangar.
Será una nueva oportunidad para lograr el abrazo de su tierra. Así lo ve el cantante y compositor, José Espín, que atiende a este periódico mientras liman la traducción de las canciones del nuevo al escenario, en uno de los bolos clave de su nueva gira.
PREGUNTA. ¿Otra vez de vuelta a la carretera, ¿no?
RESPUESTA. Ahí estamos, dándole duro. Sí, había muchas ganas, muchas ganas. Llevábamos un par de años y lo que más echábamos de menos era tocar, tío.
P. Entiendo que, como en la trayectoria de muchos otros grupos, la pandemia —que parece ya un pasado remoto, pero en realidad fue antes de ayer— a vosotros os pilló en plena subida, ¿verdad?
R. Sí, sí, sí, fue tal cual. Además, me acuerdo perfectamente. Dos semanas antes de que nos encerraran estábamos en Ponferrada tocando y llenando una sala por primera vez. Nuestra gente coreaba las canciones. Era como: “¡Fua, tío, lo hemos conseguido!”. Y de repente, nos encerraron. Llegó la pandemia y fue como: “Mierda, el bajón de nuestra vida”.
P. Bueno, pues cuéntame: ¿qué ha cambiado? ¿Qué están ofreciendo los nuevos Embusteros?
R. Pues hemos cambiado bastante, realmente. Aunque seguimos siendo los mismos, prácticamente. Pero bueno, como tú has dicho, después de la pandemia, que parece que pasó hace un siglo, sí es verdad que fuimos muy críticos con nosotros mismos. Dijimos: “Venga, vamos a darnos otra oportunidad”. Porque, siendo sinceros, el disco anterior, aunque estamos supercontentos y orgullosos de él, no nos fue tan bien, la verdad. Hay que ser honestos. Así que decidimos hacer otro disco, pero cambiando cosas. Y eso hicimos: cambiamos de productor, de estudio, de forma de trabajar, ¡todo! Y, bueno, a la vista está el resultado. Estamos superorgullosos, muy contentos. Y lo mejor de todo es que la gente lo está recibiendo muy bien. Hemos cambiado todo, menos nosotros como personas. Creo que le hemos dado un buen meneo al árbol.
Hemos pasado de no practicar mucho a meternos sesiones de ocho horas diarias en el local
P. ¿Por dónde han transitado esos cambios? ¿En qué dirías que se nota más esta nueva piel?
R. Evidentemente, empezamos por las canciones. Yo creo que hemos encontrado un poco nuestro camino. Uno de los grandes problemas, que siempre fuimos conscientes de que lo teníamos, era lograr que nuestro sonido tuviera una dirección clara. Manuel Colmenero, que ha sido el productor, nos iluminó un poco, nos encendió la luz, digamos. Queríamos que el disco tuviera un mismo concepto sonoro y una dirección clara. Así que nos enfocamos en eso, en cambiar la dirección musical. Para lograrlo, lo que hicimos sobre todo fue escribir muchas canciones. ¡Muchísimas! Al final, seleccionamos treinta y, de ahí, algunas se quedaron fuera. Decíamos: “Flojo, vamos a dejar esto fuera”. Ese trabajo nos llevó casi un año y medio. Pero creo que el esfuerzo quedó plasmado y se ve reflejado en un disco que, cuando lo escuchas de principio a fin, tiene sentido, tiene un concepto claro. Además, todo suena grande, que era lo que buscábamos: encontrar nuestro propio sello, nuestra identidad. Y creo que con este álbum lo hemos conseguido.
P. ¿Qué papel ha jugado Colmenero? Porque, claro, para una banda trabajar con él —que, para quien no lo conozca, ha trabajado con Vetusta Morla, Shinova y algunos de los proyectos más grandes del indie patrio— supongo que es muy, muy importante ponerse en manos de alguien así, ¿no?
R. Totalmente. Nosotros lo hicimos de manera muy consciente, y dijimos: “Oye, si apostamos por esta persona, apostamos con todas las consecuencias”. Lo que no podíamos hacer era decirle: “Queremos que dirijas el proyecto, pero te vamos a poner restricciones o cortapisas”. Fue justo al contrario. Manuel es un tipo con un bagaje brutal y con una experiencia increíble. Pensábamos que, al final, era la persona que necesitábamos en este momento. Y evidentemente acertamos, aunque podría haber fallado, ¿eh? Más allá del sonido —que me parece que tiene un estilo increíble produciendo discos—, nosotros necesitábamos a alguien que nos cogiera, nos diera un buen meneo y nos dijera: “Por aquí sí, y por aquí no”. Porque muchas veces cuesta encontrar a alguien que se atreva a decirte que no.
P. ¿Dejar fuera el ego del músico?
R. Sí. Creo que una de las mayores virtudes de Manuel es que sabe decir que no, pero no de forma arbitraria. No es como a un niño, simplemente diciendo que no. Él sabe mostrarte alternativas: “Esto no, pero mira, este camino sí”. Trabajar con Manuel ha sido una delicia. Es un tipo con mano izquierda, que se pone en tu lugar, se remanga y trabaja codo a codo contigo. No tiene otro enfoque. Para él, el camino es dedicación: muchas horas en el local de ensayo, muchas, muchas horas. Y después, cuando las canciones ya están maduras, nos metemos en el estudio a disfrutar. Y así fue. Cambiamos hasta la forma de trabajar.
P. ¿Grabasteis en SonoBox?
R. Sí, grabamos allí. Lo que pasa es que el paso por SonoBox fue breve si lo comparas con el resto del curro. Creo que el ochenta por ciento del trabajo se hizo en el local de ensayo.
P. ¿Aquí en Córdoba?
R. Sí. En concreto, estuvimos en La Rambla. Acondicionamos un local que teníamos y fabricamos prácticamente nuestro propio espacio de ensayo. Nos encerramos allí tres semanas con Manuel. Para nosotros, que no éramos muy de la filosofía de ensayo, fue un cambio brutal. Hemos pasado de no practicar mucho a meternos sesiones de ocho horas diarias en el local, trabajando las canciones. La idea era que, antes de grabar el disco, ya pudiéramos tocar los diez temas perfectamente. Eso no lo habíamos hecho nunca antes, ni siquiera durante una preproducción. Así que cuando llegamos a SonoBox, no fuimos a componer ni a inventar, sino directamente a grabar y disfrutar. Y eso hicimos.
P. Líricamente, que creo que es tu negociado, cuéntame: ¿hacia dónde han ido las canciones? ¿En qué punto estás ahora mismo?
R. Pues en un punto súper, superpositivo. Aunque el disco se llama Vértigo, que parece que indica lo contrario, si escuchas las canciones, son muy enérgicas. En cuanto a los textos, es un disco positivista, muy optimista. Es cierto que venimos de una etapa oscura, que fue el disco anterior. Ahí creo que queríamos cambiar demasiadas cosas, como si el cambio fuera algo obligatorio: “Lo de antes no me gusta, hay que cambiar”. Pero en realidad estábamos bastante perdidos. Aquel disco era más oscuro, con poca dirección, creo yo. Y Manuel nos dijo: “Tenéis una energía que he visto en muy poca gente, y eso hay que aprovecharlo”. Esa energía tenía que reflejarse tanto en el disco como en el directo. Por eso, mi resumen de Vértigo es que es un disco enérgico y positivo. Tiene un mensaje optimista, pero sin negar esa sensación de vértigo. Es un vértigo desde un punto de vista positivo, constructivo.
En Andalucía en general, el indie y el rock no se llevan tan bien
P. Hay algo muy curioso que siempre he notado de vosotros y que vosotros mismos habéis confirmado. A veces, la gente ni siquiera sabe que sois de Córdoba. ¿Habéis tenido más éxito fuera que aquí en vuestra propia ciudad?
R. Sí, es algo que, en el fondo, nos da un poco de coraje, pero hay que vivir con ello. Es decir, no es que lo parezca; es que realmente tenemos más éxito fuera de Córdoba. Por ejemplo, el próximo viernes tocamos en León y creo que quedan solo quince entradas. Es la realidad. Pero bueno, tampoco hay que darle muchas vueltas. Al final, esto entra dentro de esa regla de juego de que nadie es profeta en su tierra, ¿no? El otro día vi una entrevista a Vega y ella también se quejaba un poco de lo mismo.
P. Sí, parece que, por el simple hecho de ser de una ciudad, uno tendría que triunfar allí, ¿no?
R. Exacto. Aunque también es verdad que yo no soy tan cordobés como mis compañeros; soy de un pueblo de Jaén. Quizás por eso tiro más a lo de fuera. Pero sé que a mis compañeros les da un poco más de coraje. Córdoba no es, ni mucho menos, la ciudad donde peor nos va, pero tampoco es en la que más cariño recibimos. Como alguien me dijo una vez: “Para triunfar en tu casa, primero tienes que triunfar fuera”. Y bueno, lo intentamos, hacemos lo que podemos.
P. ¿Y cómo os va fuera? Porque al menos dejáis el nombre de Córdoba en buen lugar, ¿no?
R. A ver, sí es verdad que en Andalucía en general, y no lo digo como una crítica, el indie y el rock no se llevan tan bien. Hay ciudades como Granada donde funciona mejor; de hecho, tocamos allí el día siguiente de Córdoba y las ventas van superbién. Pero luego nos da más respeto tocar en otras ciudades andaluzas. Por ejemplo, en marzo tocaremos en Sevilla, y estamos expectantes. Quizás falte algo, o quizás seamos nosotros, que no terminamos de conectar con el público andaluz. No es que moleste ir fuera, pero da rabia no terminar de encajar del todo en tu tierra. Es ley de vida, supongo.
P. A veces, plantear una propuesta personal es complicado porque también se espera que uno rinda cierto tributo a sus raíces, ¿no? Pero hoy en día, los referentes llegan de todas partes: Estados Unidos, Gran Bretaña, Europa...
R. Exactamente. Ser andaluz no implica que tenga que hacer una música concreta, ni mucho menos. Pero sí creo que hay ciertos lugares donde se escucha un tipo de música más específico. Y en Andalucía, el indie, entre comillas, se lleva regular. Eso no quiere decir que no haya propuestas maravillosas. Por ejemplo, en Córdoba hay bandas brutales, como Viva Belgrado. Pero, al final, incluso ellos terminan triunfando fuera. Es una constante.
P. Bueno, esperemos que este disco, Vértigo, y la gira que lo acompaña, ayuden a cambiar un poco eso y os den más cariño en vuestra tierra.
R. Eso esperamos, y ya estamos notando ciertos cambios, lo cual reconforta. Cuando te arriesgas con un cambio, apostándolo todo al rojo, y ves señales positivas, como vender más entradas o recibir opiniones sinceras, es muy alentador. Siempre digo a mis compañeros que el silencio es la peor crítica. Si no hay opiniones, ni buenas ni malas, significa que algo no conecta. A nuestro nivel, donde todavía no tenemos una gran masa de seguidores, el silencio es preocupante.
El silencio es la peor crítica
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