La Córdoba de Rafael Orozco, un pianista internacional que logró ser profeta en su tierra
Rafael Orozco fue mucho más que un pianista de talla internacional nacido en Córdoba. Fue uno de esos pocos artistas que gozó en vida de la suerte de ser profeta en la tierra que abandonó muy joven, siendo un adolescente y una promesa del pianismo mundial, y a la que volvió con asuididad en los últimos compases de su vida.
Y, si uno tiende a pensar que el camino que uno se forja se construye en los primeros años de vida, y se disfruta en el último tercio, entonces es correcto decir que, aunque Rafael Orozco vivió y triunfó fuera de Córdoba, es en esta ciudad en la que se formó como pianista y en la que fue acogido como hijo pródigo.
Todo eso está encerrado en la conferencia El legado de Rafael Orozco: su conexión con Córdoba y el Círculo de la Amistad, que ha pronunciado este martes el catedrático y director del Orozco Piano Festival, Juan Miguel Moreno Calderón.
En esta cita, preludio de la 22 edición del festival, que arranca este 30 de octubre, Moreno Calderón ha detallado parte de la vida, formación y el profundo vínculo de Orozco con su ciudad natal, resaltando cómo, gracias al empeño del alcalde Herminio Trigo, Córdoba acogió y homenajeó a uno de sus hijos más ilustres, convirtiéndolo en profeta en su tierra.
Desde sus primeros años, Rafael Orozco vivió rodeado de música. Su padre, Pedro Orozco, fue músico de gran talento. Creador, junto a José Ramos, del célebre pasodoble de A Manolete, formaba parte de una orquesta popular en el barrio, un tipo de banda ligera que enriqueció la infancia del joven pianista, que sin embargo fue moldeado como intérprete por su primera maestra, Carmen Flores.
“Flores pulió su talento y sentó las bases que permitirían a Rafael destacar muy temprano, hasta el punto de que, cuando salió de Córdoba a los 15 años, ya era considerado un prodigio del piano”, explica Moreno Calderón, que remarca que la Córdoba de aquellos años era una ciudad en la Sociedad de Conciertos, fundada para traer figuras internacionales, ejercía un rol importante en la vida musical local, al igual que el Círculo de la Amistad. Todo ello contribuyó a que el joven Orozco creciera rodeado de música en un entorno cultural muy enriquecedor.
Con su triunfo internacional y sus mudanzas por distintas ciudades europeas, Orozco, sin embargo, se limitó a mantener una conexión biográfica y familiar con Córdoba. Todo ello, sin embargo, cambió en 1986, cuando la figura de Rafael Orozco recobró protagonismo en la ciudad gracias al alcalde Herminio Trigo, quien no solo le otorgó la Medalla de Oro de la Ciudad, sino que impulsó de manera activa su regreso a los escenarios cordobeses.
Así, Orozco regresó a Córdoba en varias ocasiones, deleitando al público local en el Teatro Góngora, el Gran Teatro y en el propio Círculo de la Amistad, y su relación con Córdoba se tornó más cercana y profunda en estos años, tanto que hasta su última presentación en 1995, tocó en su ciudad natal más veces de lo que lo había hecho a lo largo de toda su vida anterior.
En este ámbito, Moreno Calderón ha recordado el impacto que le produjo presenciar, de joven, un concierto de Orozco en el Conservatorio de Córdoba en 1974. “Para mí fue una revelación”, confesaba el catedrático, quien describió la impresión duradera que le dejó aquel evento. También narró cómo, este regreso a Córdoba fue descrito por el propio Orozco como una oportunidad para ser, finalmente, “profeta en su tierra”, un título que ostentó incluso después de su muerte, en 1996.
Y es que, con su partida, el vínculo siguió intacto, como ejemplifican tres hitos: Leo Brouwer le rindió homenaje con una obra titulada Lamento por Rafael Orozco; el Conservatorio de Música de Córdoba adoptó oficialmente el nombre de Rafael Orozco en 1998; y en 2002 se creó el Festival Internacional de Piano Rafael Orozco, que se ha mantenido hasta la fecha como un homenaje duradero a su figura, atrayendo a pianistas de renombre y consolidando su legado en el ámbito musical internacional.
En este ámbito, el director de esta cita musical ha hecho una llamamiento a la preservación de esta herencia cultural, destacando la importancia del festival como símbolo de la excelencia artística de Córdoba. “Rafael Orozco sigue siendo un símbolo vivo, y no debemos dar por hecho su legado; debemos reconocerlo y renovarlo para las nuevas generaciones”, ha indicado el catedrático.
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