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Suspenso por estar en silla de ruedas

José Antonio Ballesteros frente a la Escuela de Arte Mateo Inurria | TONI BLANCO

Carmen Reina

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Un alumno impedido de la Escuela de Arte Mateo Inurria denuncia discriminación por no poder seguir varias asignaturas que se imparten en la planta alta del edificio inaccesible para él

Mateo Inurria

José Antonio Ballesteros vio ligada su vida a una silla de ruedas a los 19 años tras un accidente de tráfico. Eso no le impidió seguir entonces sus estudios, su gusto por el deporte y acceder después a un empleo en el Ayuntamiento de Almodóvar del Río (Córdoba), donde trabaja desde hace más de dos décadas. Pero ahora, a sus 44 años, cuando ha querido seguir su formación en la Escuela de Arte Mateo Inurria, se ha topado de frente con lo que él considera una clara discriminación frente al resto de alumnos al no poder acceder a las aulas donde se imparten varias asignaturas en un edificio que no cuenta con ascensor ni rampa de acceso.

“Las asignaturas de Historia del Arte, Dibujo Artístico y Dibujo Lineal tienen lugar en la planta alta del edificio, donde yo no puedo acceder. De cinco asignaturas sólo puedo seguir dos”, relata José Antonio. Y sin oportunidad de seguir estas clases, “actualmente figuran como suspensas” esas asignaturas -señala-, pese a que en noviembre pasado solicitó por escrito al director del centro “que no se consideraran como consumidas las convocatorias (de exámenes) del curso 2014/15 por este motivo, ya que las clases se encuentran en un lugar totalmente inaccesible para mí”.

La respuesta que recibió del centro a su solicitud fue negativa y “me invitaba a que renunciara a dichas asignaturas sin más, para que no se tuvieran en cuenta en esta convocatoria”. Renunciar, al fin y al cabo, por estar en una silla de ruedas a cursar parte de los estudios para los que se ha matriculado en la escuela donde, sin embargo, José Antonio sí agradece “el trato personal, el apoyo del profesorado y su predisposición a ayudarme”.

Su queja la dirige sobre todo a la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía, amparándose siempre “en la Constitución que en su artículo 14 dice que nadie puede ser discriminado por ninguna razón”. A su favor juega que la administración aprobó hace unos años la instalación de un ascensor en el edificio, obra que por el momento no se ha llevado a cabo y que ahora José Antonio reclama. “Yo sé que esto no se hace de un día para otro y soy paciente, pero al menos podrían hacerlo para el curso que viene”, pide.

“Son muchas las ayudas y subvenciones que desde la Unión Europea se destinan a mejorar la movilidad y accesibilidad de las personas discapacitadas desde hace ya muchos años”, sostiene y reclama a la Junta de Andalucía “que instale dicho ascensor, aunque sea un montacargas, como medida necesaria para eliminar cualquier tipo de barreras arquitectónicas que lamentablemente aún padecemos en algunos lugares los usuarios en sillas de ruedas”.

A la espera de que su solicitud sea atendida, José Antonio sopesa ahora redactar un escrito para renunciar a las asignaturas que no ha podido seguir, entre la esperanza de que el curso que viene sí pueda hacerlo y la indignación por que él y el colectivo al que representa se encuentren aún con este tipo de barreras para seguir una vida en igualdad de oportunidades.

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