Miguel Torralbo, el joven jarote que nació con un saxofón bajo el brazo y que ha sido premiado por su excelencia
Miguel Torralbo apenas lleva unos meses estrenando su mayoría edad. Además, nunca antes había salido de Villanueva de Córdoba, su pueblo natal, pero desde septiembre reside en Córdoba capital, ya que ha comenzado la carrera de Música en la especialidad de saxofón en el Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco de Córdoba. Puede decirse, sin caer en tópico alguno, que este joven nació con este instrumento bajo el brazo. Diez años después de comenzar sus estudios de saxofón, la Junta de Andalucía lo acaba de reconocer con el Premio Extraordinario de Enseñanzas Profesionales de Música, galardón compartido con Clara Pérez García, del Músico Ziryab en la especialidad de oboe.
A la llamada de Cordópolis, Torralbo responde con un sincero “no tengo palabras” para describir sus sentimientos tras conocer la noticia del premio. Pero, sin duda, este galardón “reconoce el esfuerzo de todos estos años”. En total, una década formándose en el Conservatorio Profesional de Música Marcos Redondo de Pozoblanco. El joven continúa una saga de saxofonistas que comenzó con sus padres, Miguel Torralbo e Isi Torralbo.
Desde pequeño, Miguel siempre decía que aprendería a tocar el saxofón. Quería convertirse en la figura de quienes día a día llenaban su casa de música. Cuando llegó a la edad permitida, entró en el conservatorio de Pozoblanco. Por ello, para él, la carrera de música no empezó el pasado mes de septiembre, sino cuando tenía ocho años y comenzó a recibir clases en el municipio pozoalbense.
Su formación y destrezas cada vez fueron mayores y pasó a formar parte de la Banda Municipal de Música de Villanueva de Córdoba. En su memoria está también su participación, en 2020, en el concurso Prodigios de TVE, donde interpretó una versión a saxofón de Entre dos aguas, de Paco de Lucía. Su virtuosismo con este instrumento, unido a su capacidad de adaptar cualquier tipo de canción al mismo, le llevó a participar como “telonero” de un musical en su pueblo, amenizando el patio de butacas con su improvisación. Recuerda que aquello “resultó muy llamativo” y supuso un antes y un después en su trayectoria profesional, ya que empezó a recibir llamadas para que lo que hizo aquel día, lo repitiera en bodas y conciertos.
Así que, este jarote se ha convertido en un habitual en celebraciones en Villanueva de Córdoba, Aguilar de la Frontera, Baena, Castro del Río, Pedroche o Torrecampo. “Esto no estaba dentro de mis planes. Surgió sobre la marcha y, sinceramente, me lo paso muy bien y quiero tirar para adelante. Estoy teniendo mucha suerte”, relata el joven. Pero, tal vez, no sea suerte la palabra. Atesora años de trabajo cuando apenas su vida acaba de arrancar. Porque, además, ha aprendido a tocar el piano, instrumento con el que también su padre se desarrolla a la perfección.
Además de sus progenitores y del propio Miguel, sus dos hermanos tocan otros instrumentos de viento: Francisco José, el clarinete, y Gloria, la flauta travesera. Música y cultura a raudales que en ocasiones da pie a quintetos con los que amenizan enlaces nupciales con claro acento jarote. Ahora, este joven empieza a volar con las miras puestas en ser profesor de Música, al igual que sus padres, artista o concertista.
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