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La lluvia hace florecer los olivos y devuelve el optimismo sobre una bajada de precios del aceite

Flor del olivo

Alfonso Alba / Redacción Cordópolis

13 de mayo de 2024 20:25 h

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La abundante floración que se ha producido en el olivar, junto con la gran cantidad de lluvia caída en marzo, hace prever que la próxima campaña sea más halagüeña que la anterior, según afirmó el técnico de AGR by De Prado, José María Pedrero. No obstante, el olivar se encuentra en plena floración y hay que determinar las flores fértiles de media por brote. Si hay un buen número, “podemos hablar de que hay probabilidades de estar ante una buena cosecha”, subrayó. 

El optimismo, con moderación, ha regresado al sector, que acumula dos campañas desastrosas. España suele producir una media de 1,5 millones de toneladas de aceite de oliva, con las que atiende tanto a su consumo interno como a las cada vez más numerosas exportaciones. En las dos últimas campañas las producciones medias han sido de unas 800.000 toneladas, prácticamente la mitad de un año normal.

Para evitar el desabastecimiento y reducir el consumo, el sector ha subido precios. Pero como el consumo no bajaba lo suficiente los precios han tocado un techo histórico. Esta campaña se ha rozado el precio medio de nueve euros por kilo de aceite producido en origen. El coste en los supermercados ha sido más alto incluso. Ahora, si la floración del olivar se traduce en una histórica producción los precios podrían regresar a la senda de una normalidad desconocida desde 2022.

La lluvia, en el momento justo

Además, la lluvia de marzo cayó en un momento estratégico en el desarrollo del olivar, en comparación con el año pasado, cuando, en ese periodo de final de marzo y abril, además de que no llovió, se produjeron unas altas temperaturas inusuales para esa época del año. La flor es un órgano muy sensible y lo peor que le puede ocurrir es que no se desarrolle bien por falta de materia prima -nutrientes y agua-. Si no hay agua, la planta no puede comer, porque los nutrientes no le llegan de una forma adecuada; por tanto, “el brote se desarrolla mal, provocando un bajo índice de fertilidad en las mismas”.

De este modo, explicó que “cuando la flor tiene poca humedad y se encuentra deshidratada, los picos de calor son más dañinos que en condiciones normales, y el órgano floral no puede defenderse de las altas temperaturas y se quema, dañándose de forma irreversible”.

La floración transcurre en un pequeño intervalo de tiempo del ciclo anual del olivar, que suele ser de siete a diez días aproximadamente en cada zona desde que da comienzo en la misma el proceso de la floración. Por estos motivos, estos días son cruciales, ya que la floración es el origen de toda la gestación de la cosecha y “en un periodo muy corto nos jugamos buena parte de las opciones productivas de nuestros olivares”.

Por ello, a pesar de que la floración es abundante y más homogénea que el año anterior, todo depende de que las condiciones climáticas sean buenas en las próximas semanas y el proceso de cuaje sea un éxito para que la próxima campaña de olivar sea óptima.

En principio, y a diferencia del año pasado, no están previstas unas temperaturas anormalmente altas durante los próximos días. Posteriormente llegará el verano. El olivar es un cultivo resistente en esas fechas a las temperaturas extremas. En algunos puntos, incluso, un calor adecuado fortalece al árbol y a la producción prevista de aceituna ya durante el otoño.

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