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Los embalses siguen perdiendo agua a pesar de las últimas lluvias

Sequía en La Breña II

Alfonso Alba

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Los embalses de la provincia de Córdoba han perdido 13 hectómetros cúbicos de agua en la última semana. A pesar de las lluvias, que no han sido generalizadas sino en forma de tormenta, la reserva de agua en la provincia de Córdoba es la más baja, a estas alturas del año, desde mediados de la década de los noventa. La situación de sequía tanto al sur como al norte de la provincia sigue siendo alarmante.

En Córdoba, apenas quedan 543 hectómetros cúbicos de agua en todos sus embalses. El 1 de octubre de 2021, los pantanos aguantaban un total de 729 hectómetros cúbicos. Las lluvias, especialmente las de primavera, lograron elevar la reserva de agua a los 900 hectómetros. Más de un tercio de esa reserva se ha ido en el regadío y en abastecer a las ciudades y los municipios. Actualmente, los embalses de la provincia de Córdoba están por debajo del 16% de su capacidad total, una cifra ínfima.

El embalse que más preocupa es el de Sierra Boyera. Las obras iniciadas por el Gobierno para conectar su estación potabilizadora con La Colada no acabarán hasta el mes de enero. Actualmente, en Sierra Boyera quedan 3,9 hectómetros cúbicos de agua. Las medidas de ahorro impulsadas por Emproacsa han logrado reducir el consumo semanal de este embalse de los 0,3 hectómetros previos a los 0,2 hectómetros actuales. Los técnicos calculan que por debajo de los tres hectómetros habrá problemas para seguir extrayendo agua y potabilizándola. Aunque no se descarta conseguir. Es decir, quedaría un mes de agua en buenas condiciones, aproximadamente. Sierra Boyera es el único embalse cordobés que está ya a menos del 10% de su capacidad.

Esta semana, además, estaba prevista la entrada en vigor de la ordenanza de sequía de la Diputación, que iba a obligar ya a los ayuntamientos a tomar medidas. Pero se ha retrasado. La Diputación tiene que resolver la alegación que ha presentado Aqualia, que entiende que la norma invade competencias. Donde sí que ha entrado en vigor la ordenanza, muy similar a la prevista en Córdoba, ha sido en la provincia de Sevilla.

En el resto de embalses, preocupa también el estado del Martín Gonzalo, que abastece a todo el Alto Guadalquivir cordobés. Aquí la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) también ha iniciado obras de emergencia para poder elevar agua directamente del río. Esta presa apenas retiene 2,65 hectómetros cúbicos de agua. El tiempo también corre en su contra y la falta de precipitaciones puede acabar provocando restricciones en la zona siempre que no concluyan antes las obras.

En la zona sur, el agua de sus municipios procede de Iznájar, un embalse que cumple una doble función: aportar suministro a las ciudades y también para el regadío. Con la campaña de regadío llegando a su fin, el embalse también está en mínimos históricos pero su tamaño es tan enorme que en su interior hay 151 hectómetros cúbicos de agua. En principio, es una cantidad suficiente como para abastecer durante más de un año y medio a todo el sur de la provincia de Córdoba, y que sobre agua. Pero su nivel es tan bajo que se calcula que al menos 100 hectómetros cúbicos no son aprovechables, por su alta concentración de lodos y hasta de fertilizantes que llegan al pantano por las escorrentías y la erosión del terreno.

En el caso de Córdoba capital, su suministro depende de los embalses del Guadalmellato y de San Rafael de Navallana. El Guadalmellato alimenta a su vez un canal de riego. Entre ambos embalses retienen aún más de 100 hectómetros cúbicos de agua, una cantidad suficiente para que la ciudad no sufra restricciones.

Eso sí, a partir del 30 de septiembre se volverán a cerrar las compuertas de todos los embalses salvo para el consumo de agua potable. Finaliza la campaña de regadío del verano con los agricultores mirando al cielo. Si no llueve de manera abundante no habrá aportación extra de agua para sus cultivos y se calculan pérdidas millonarias.

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