Denuncian que el siluro ha escapado de Iznájar a través de los desagües del embalse para colonizar el Guadalquivir
El siluro es una especie invasora que está colonizando los ríos españoles. En Córdoba lleva más de una década colonizando el embalse de Iznájar, donde se ha hecho dominante. En 2021 llegó a detectarse la presencia de siluro en Alcalá del Río (Sevilla), a las puertas de Doñana. Pero desde esta primavera, los pescadores de Sevilla, incluso los de la capital, han comenzado a capturar siluros de pequeño tamaño en grandes cantidades.
La Asociación Rastrea señala que estos siluros pueden provenir directamente del embalse de Iznájar. De hecho, este colectivo ha denunciado públicamente a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y a la Junta de Andalucía “por su pasividad y falta de previsión ante la expansión del siluro (Silurus glanis) en el río Guadalquivir, una especie invasora cuyo avance ya amenaza el equilibrio ecológico de uno de los ecosistemas fluviales más valiosos del sur de Europa”, según han advertido.
“Aunque la presencia del siluro en la cuenca se detectó por primera vez en 2011, en el embalse de Iznájar (Córdoba), las autoridades responsables no adoptaron desde entonces ninguna medida eficaz para frenar su expansión. Hoy, tras más de una década de inacción, este superdepredador ya ha sido capturado en tramos como Alcalá del Río (Sevilla), a las puertas de Doñana, lo que confirma una colonización progresiva del cauce”, exponen.
“El avance de esta especie no ha sido espontáneo, sino favorecido por la apertura periódica de los desagües de fondo del embalse de Iznájar, desde donde el siluro ha podido escapar y descender por el río Genil hasta el Guadalquivir. Estos desagües —siete en total, con capacidad de 432 metros cúbicos por segundo— no disponen de sistemas de retención de fauna ni filtros biológicos. Es decir: el canal de salida del agua ha sido también la autopista de salida de una especie invasora peligrosa, sin que se hayan instalado las medidas mínimas de contención exigibles en un embalse de esta magnitud”, aseguran.
De hecho, desde esta primavera, coincidiendo con la época de lluvias, se ha detectado una presencia cada vez más numerosa de siluros por el Guadalquivir. La sospecha de Rastrea es que estos peces invasores, que pueden alcanzar un tamaño enorme, han recorrido el Genil hasta su desembocadura con el Guadalquivir y de ahí han alcanzado la ciudad de Sevilla.
“La negligencia es doble: por un lado, la tolerancia histórica ante la introducción ilegal del siluro; por otro, el silencio y la pasividad institucional frente a un riesgo ecológico anunciado. Las propias administraciones conocían el peligro de los desagües como vía de escape de fauna invasora… y aun así no actuaron”, denuncian.
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