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Córdoba afronta un nuevo año hidrológico con menos agua en sus embalses

Sequía en el Guadalquivir

Alfonso Alba

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Sierra Boyera se secó el domingo de Resurrección. Ni en la sequía de los años noventa, la provincia de Córdoba tuvo embalses sin agua. Es, sin lugar a dudas, lo peor de lo que ha ocurrido durante el año hidrológico que acaba este sábado. Ese día, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) cerrará las compuertas de todos los embalses salvo para dos motivos muy concretos: el abastecimiento a las ciudades y el mantenimiento de los caudales ecológicos. El domingo, la cuenca inaugurará un nuevo año hidrológico, en el que se espera, tras años de sequía, que todo cambie, que llueva de manera abundante y que regrese la normalidad.

La provincia de Córdoba llega al domingo, de hecho, con menos agua que el año pasado. Aunque en términos absolutos la variación es escasa. El año hidrológico que ahora acaba arrancó el 1 de octubre de 2022. Ese día, en los embalses de la provincia había 478 hectómetros cúbicos de agua. Este miércoles, la reserva era de 476 hectómetros cúbicos. Según el ritmo de los últimos desembalses, el 1 de octubre quedarán en los pantanos de la provincia 473 hectómetros cúbicos de agua. Es prácticamente un 14% de la capacidad total.

La situación general es parecida, pero en algunas comarcas sigue siendo crítica, a pesar de las lluvias de este mes de septiembre. En la comarca del Guadiato y Los Pedroches, Sierra Boyera sigue estando seco. El agua procede de un embalse, La Colada, de otra cuenca, la del Guadiana, pero con un líquido contaminado. La Confederación ha recogido casi 19 toneladas de peces muertos que nadaban en un agua que a estas alturas es imposible de potabilizar.

Pero hay otras zonas de la provincia donde la situación es incluso mejor que la de hace un año. Es lo que ocurre con el embalse de Iznájar, de donde beben también 200.000 personas del sur de la provincia de Córdoba. Este pantano retiene 140 hectómetros cúbicos de agua. El año pasado, tras las batimetrías que se le realizaron, apenas si retenía 114 hectómetros cúbicos. Las batimetrías determinaron que en el fondo del embalse no había agua, sino fango, y que por tanto el suelo había subido. Pero las intensas tormentas en Andalucía Oriental, en la zona donde arranca la cuenca del río Genil, han permitido que la reserva de agua en Iznájar crezca. Aunque no sea de manera suficiente. Es el embalse más grande de Andalucía, con una capacidad total de 900 hectómetros cúbicos. Es decir, actualmente está al 15% de su capacidad.

Agua en la capital para dos años

Córdoba capital depende de dos embalses que están conectados entre sí: San Rafael de Navallana y el Guadalmellato. Entre ambos suman más de 100 hectómetros de agua en estos momentos. Es una cantidad suficiente como para abastecer a la ciudad sin problemas durante dos años. Eso sí, su nivel ha menguado. El Guadalmellato, tras la campaña extraordinaria de riegos del verano, ya está por debajo del 30%. Pero Navallana está cerca del 38%.

En la zona oriental de la provincia de Córdoba hay un embalse que suministra a sus municipios, el Martín Gonzalo. Su situación preocupa. Actualmente retiene 2,3 hectómetros cúbicos de agua. El año pasado, cuando acabó septiembre, tenía casi tres hectómetros. Con esa cantidad, habría agua, sobre el papel, para unos cinco meses más. Por eso es la zona más sensible y que más lluvia necesita en las próximas semanas. De momento, las previsiones no vislumbran lluvia en las próximas dos semanas, una situación que preocupa en la zona.

El resto de embalses de la provincia de Córdoba se usan (salvo una parte mínima de Puente Nuevo) para el regadío. Algunos están en una situación crítica en la que es imposible que puedan aportar agua. Es el caso de Vadomojón, en Baena, que está por debajo del 8%. El Retortillo, el Bembézar, La Breña II o Puente Nuevo rondan el 10%. Aunque en La Breña II, por sus dimensiones, queda mucha agua todavía, su situación es la de casi agotamiento.

La Confederación anunció que aún podría autorizar un riego extraordinario en octubre en el caso de que no llueva pero solo para salvar la arboleda del Valle del Guadalquivir. Esta arboleda son los naranjos de la zona de Palma y Lora del Río. Sin agua se secarían. Y aunque se replantasen, los agricultores no podrían volver a recoger fruto al menos en cinco años, por lo que su situación es la que más preocupa en toda la cuenca.

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