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J. M. Ayala / Juan Velasco

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Lola ha apurado hasta el final para coger el coche e ir a la gasolinera, aprovechando que le pilla de paso a casa de su suegra. “Como es el último día, pues ya le dejo el depósito lleno”, explica la mujer, a bordo de un Seat Ibiza blanco, en el que viaja también un perro negro, ajeno al desgaste de paciencia que supone esperar una cola de cuatro coches para repostar.

En el interior de la estación de servicio, la cola la forman personas. Es una gasolinera low cost, en la que no hay personal para surtir, pero sí una cajera que atiende y cobra, atiende y cobra. “Llevamos así toda la semana. Sin parar”, señala la joven, que calcula que las ventas se han podido duplicar desde que comenzó a correrse la voz de que el descuento del Gobierno para el combustible terminaba este sábado 31 de diciembre.

De hecho, desde la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de Córdoba apuntan, más o menos, a un aumento en las ventas pero sin que afecte al abastecimiento, el fantasma que ha sobrevolado por primera vez las estaciones de servicio españolas durante el pasado mes de marzo, coincidiendo con la huelga de los transportistas.

Para entonces, la gasolina estaba en escalada, aunque hubo que esperar al verano para que se batieran todos los récords. El 1 de enero, el litro de gasolina se pagaba a 1,47 euros y el de gasóil a 1,34 euros, según los datos del Ministerio de Transportes. Entonces, el combustible ya era caro, pero es que en junio se sobrepasaron los 2 euros por litro.

“Tendremos que acostumbrarnos a pagar la gasolina más cara. Dudo que volvamos a ver el litro a un euro”, reflexiona mientras reposta un usuario. Vierte el combustible en un coche de gran envergadura (uno de esos vehículos que no son un 4x4 pero tampoco un turismo y que se fabrican ahora en serie) que reconoce que usa a diario para trabajar. A pesar de ello, desconoce cuánto ha podido ahorrar gracias al descuento del Gobierno. No se le ha ocurrido contabilizarlo.

Lo cierto es que la bonificación que termina ha sido mucho más provechosa para los que más tienen. Como medida verde, es un tanto discutible: el tercio de familias más ricas de nuestro país se ha aprovechado de casi un 40% del dinero total destinado por el Gobierno al descuento general a los carburantes en 2022, según el cálculo de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Es decir, quien más se puede permitir coger el coche, es el que más se ha beneficiado de la medida.

La clave está, quizá, en esa idea: “¿Con la gasolina dos euros, quién puede permitirse coger el coche?”, se preguntaba una conductora de las que hacía cola. Tenía ella misma un presagio más que una respuesta: “Tenemos que asumir que esto va seguir subiendo. Habrá que pensar en comprarse un patinete”.

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