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Juan Velasco

Cerro Muriano —

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Las fronteras siempre son una convención. Un invento del hombre para separar el territorio entre lo que cree suyo y lo que cree de otro. El problema viene cuando la frontera divide lo que es de todos. Y en Cerro Muriano están acostumbrados a sufrir los efectos de una división arbitraria que dicta que la mitad del pueblo responda administrativamente ante Córdoba, ubicada a 15 kilómetros; y la otra mitad ante Obejo, ubicada a 30 kilómetros.

Entre uno y otro, está situada esta barriada que tiene unos 2.500 habitantes, pero que, en realidad suma el doble si se contabilizan los efectivos que viven o trabajan a diario en la base militar ubicada en el término municipal de Obejo, y para los que el día a día también se desarrolla en los bares y locales comerciales de Cerro Muriano.

Con la pandemia del coronavirus, esta barriada, ubicada en la sierra de Córdoba, ha visto como su división se convertía en objeto de chistes. Era habitual que los vecinos bromearan, durante la desescalada, sobre quiénes podían salir a correr y quiénes solo podían pasear. O sobre qué territorio estaba en fase 1 y cuál en fase 2. Este miércoles, sin embargo, la broma ya no hace gracia.

Y todo porque Obejo ha entrado en la lista de localidades cordobesas donde no se pueden abrir establecimientos que no sean actividad esencial y, con ello, ha arrastrado a esa situación a su parte del territorio de Cerro Muriano. Más de un millar de vecinos de la barriada están sometidos a unas limitaciones, mientras el resto, solo se atienen a un cierre perimetral que, en cualquier caso, es imposible de cumplir en tan kafkiana división.

Misma calle con dos bares cerrados por orden de Obejo, uno por brote y otro abierto

Trescientos metros separan al Bar Casinito del Bar Cinema. Tres minutos a pie por una vía que en Obejo se llama calle Carretera y que en realidad es la carretera N-432a. En el paseo que separa a uno y otro establecimiento, se pasa por delante de dos restaurantes, dos supermercados, un puesto de churros, una ferretería, una autoescuela y una farmacia. También hay un centro de menores.

Y en ese mismo paseo que hay entre el Bar Casinito, cerrado a cal y canto, y el Bar Cinema, abierto y con todas las mesas ocupadas, también se atraviesa esa línea imaginaria que divide Cerro Muriano en dos y dice qué puede y qué no puede estar abierto.

“Está cerrado hasta nueva orden. Y el Bruno está cerrado también”, explica un vecino tras mirar el cartel que hay colgado en la puerta del Bar Casinito, una de las cafeterías predilectas de los militares de la base BRIX. El aviso advierte de que la clausura es “temporal” y “hasta nueva orden” y lo justifica en “la evolución de contagios en el municipio”.

Una vecina, desde la acera de en frente, se apresura a explicar cómo está la situación. “Esto, aparte de una faena, es una estupidez. ¿Qué sentido tiene cerrar tres bares cuando el resto están abiertos? La gente se va a apelotonar en los que abran”, se cuestiona esta mujer, que critica que “el Ayuntamiento de Córdoba siempre mira para otro lado” cuando se trata de esta barriada.

Precisamente, el delegado del Ayuntamiento de Córdoba en Cerro Muriano, Antonio Sotelo, está atendiendo a una televisión en la terraza vacía del Restaurante Bar X, uno de los templos gastronómicos de esta localidad, hoy también cerrado puesto que administrativamente responde ante Obejo.

Cuando atiende a CORDÓPOLIS, Sotelo reconoce que no comparte la división geográfica y administrativa de la barriada. “Somos un núcleo para todo. Tenemos que pasar una línea imaginaria para ir a la gasolinera, para ir al médico, para ir al colegio. Ahora ha tocado Obejo y a lo mejor el viernes cambia la cosa y es al revés. No puede ser”, reflexiona el delegado pedáneo, que afirma que cada vez que plantea este problema, desde el Ayuntamiento de Córdoba solo obtiene la respuesta de que “no pueden hacer nada”.

A su lado, el propietario del Bar X, Juan José Obrero, interviene para decir lo que ya se oye decir a algunos vecinos. “El alcalde de Obejo está intentado que esta semana, cuando se revise la situación, salgamos de las restricciones. Porque, sino, nos enfrentamos a 14 días de cierre”, afirma el hostelero.

El alcalde de Obejo pide “un poquito de cordura”

El alcalde de Obejo, Pedro López, recoge este guante y reconoce que confía en que la Junta va a permitir a Obejo pasar al cierre perimetral este jueves cuando se revise el estado de la pandemia. Pero no parece fácil que eso ocurra. Según los últimos datos, Obejo tiene una tasa de contagios de 1.190 casos y es complicado que baje del umbral de 1.000 casos en un solo día.

Mientras eso ocurre o no, López, pide a los vecinos paciencia y cordura. “Yo creo que lo que hace falta es un poquito de cordura por parte de todos para salir de esto lo antes posible y que afecte lo menos posible a los comercios”, afirma el alcalde, que, al mismo tiempo, reconoce que la situación de la localidad es todo menos un ejercicio de cordura. Aunque, tampoco es tan singular como parece. López lo sabe bien, puesto que los vecinos de El Vacar viven una situación similar, con partes que administrativamente responden ante Espiel, Villaviciosa y Obejo.

En ese momento, ajenos a este trajín administrativo, un grupo de ocho ciclistas de edad avanzada frena justo a la altura del Bar X. “¿Esto es Obejo?”, preguntan a los ciudadanos congregados en la terraza del local. “Aquí está cerrado. Sigan ustedes adelante, a la altura del semáforo aquel está abierto”, les indican gentilmente los vecinos señalando en dirección hacia Córdoba.

“En la parte de Córdoba, de recursos estamos más limitados”

Lo que está abierto es el Bar Cinema, donde los ciclistas tomarán asiento en dos mesas separadas en la terraza. En el interior de este local vuelan los cafés y las tostadas. Atienden a una docena de clientes el propietario y sus dos hijos. El más pequeño reconoce que lo que está ocurriendo este miércoles “no hay quien lo entienda”.

El mayor, Gabriel, apunta que el Bar Cinema seguirá abierto con su horario habitual y mantiene el servicio a domicilio, y reconoce que esta mañana ha habido un aumento de clientes, fruto del cierre en la parte de Obejo y porque otro de los locales de la zona está cerrado por un brote.

En este bar también se confía en que los casos bajen rápido en Obejo para que la división en Cerro Muriano vuelva a ser la que ha habido siempre. “Cada parte tiene su movida. Aquí en la parte de Córdoba, de recursos estamos más limitados. Por ejemplo: no solemos tener decoración navideña y la fibra óptica no pasa por aquí”, explica Gabriel, entre café y café.

Aunque hay vida más allá de los bares, lo cierto es que la división apenas se nota en el resto de comercios de la calle principal de la localidad. Para encontrar un negocio cerrado por no ser actividad básica hay que desplazarse hasta el gimnasio, que sí que ha tenido que echar el cerrojo por estar en el área de Obejo.

En el resto de la localidad la vida parece seguir con normalidad y el escaso revuelo que haya está en esa frontera imaginaria que separa el último centro de menores de Córdoba del primer bar de Obejo.

Allí, su propietario se resigna ante la grabadora. “Hasta ahora, la división era un poco jocosa. Pero ahora cuando nos estamos gastando los dineros… Tener un negocio cerrado la última semana del mes de enero, que es cuando se pagan los impuestos, es una faena”, se lamenta Obrero, que dice entender a los hosteleros de la parte de Córdoba que han decidido abrir sus negocios.

“La salud es lo primero, pero tener un establecimiento cerrado también va contra la salud. Cerrar solidariamente está bien, pero cuando tienes recursos para afrontarlo”, concluye el hostelero, que conviene, eso sí, en que “si Cerro Muriano fuera un único municipio no se daría este problema y todos hubiéramos cerrado”.

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