Antonio Reyes, empresario agrícola: “Los jóvenes hemos invertido mucho en modernizar el campo”
El teléfono de Antonio Reyes no deja de sonar. Hasta tres veces tiene que poner en suspenso llamadas entrantes en el lapso de la media hora que se deja entrevistar. Es jueves, lleva toda la semana recorriendo España, y recibe a los periodistas en la Finca Fuensequilla, ubicada junto a los depósitos de hidrocarburo que hay junto a la A-4, y que es propiedad de su familia desde hace tres generaciones.
Primero fue su abuelo, después su padre (que se pasea por la finca y le pide a su hijo que no se olvide de criticar la burocracia) y ahora él y su hermano. Reyes tiene 37 años y desde los 22, aproximadamente, se dedica a la actividad familiar. “Yo no tenía pensado acabar aquí cuando estudiaba. Después estuve trabajando en una envasadora, estuve trabajando repartiendo y no me veía en el campo”, reconoce Reyes, que es uno de los rostros visibles de las protestas y tractoradas en Córdoba. Ya el primer día, el 6 de febrero, fue uno de los portavoces que atendió a los medios tras la lectura del manifiesto. Y ahora es vocal de la nueva asociación creada para coordinar las protestas, Agacor.
Pero, más que nada, se considera un hombre de campo. Y sus botas llenas de barro parecen darle la razón. También la variedad de cultivos que gestiona la empresa familiar: “Tenemos más o menos casi de todo: olivar, almendros, cereal, trigo, cebada, girasol, sembramos habas, y también hortícolas, cebolla y ajo”, enumera sobre las 300 hectáreas de terreno que explota en toda la provincia de Córdoba, además de gestionar una empresa para suministrar productos fitosanitarios, que pusieron en marcha él y su hermano.
Su mirada, por tanto, es extensa en cuanto a lo que puede dar de sí una tierra como la de Córdoba y el valle del Guadalquivir, una de las zonas más fértiles de la Unión Europea, y también una de las que más explotaciones agrícolas suma, la gran mayoría de ellas, de mucha menor superficie que la que gestiona Reyes.
El cuaderno digital
De hecho, las explotaciones tipo de Córdoba, de menos de 50 hectáreas, se parecen mucho más a la que gestionaba su abuelo hace varias décadas. “Con el trigo, mi abuelo comía, vivía y llevaba una familia adelante”, recuerda Reyes, que apunta a que, la de este año va a ser la peor campaña de trigo y la de peor rentabilidad que él ha conocido. “Con veinte hectáreas de trigo, hoy no generas 2.000 euros de bruto al final del ciclo. Eso teniendo suerte”, vaticina.
Este es uno de los motivos que le ha impulsado a dar un paso al frente estos días y a salir a la carretera para pedir al Gobierno y al consumidor que temen conciencia de lo que hay realmente detrás de la comida que se consume. “Los agricultores somos los que más cuidamos el campo porque vivimos de él. ¿Por qué vamos a querer nosotros destrozar el campo? Nosotros lo que queremos es que se mantenga. Pero eso es inviable si ahora nos imponen unas normas desde arriba gente que no sabe lo que es el campo y no ha pisado nunca el campo”, reflexiona.
“La gente joven ha invertido mucho, y somos los que hemos adaptado el campo a lo que es hoy en día. Vamos por el camino correcto. El problema es que, a pesar de ello, nos están haciendo imposible vivir del campo”, continúa, antes de entrar de lleno en unos de los quebraderos de cabeza que ha traído la nueva regulación, el cuaderno digital -la entrevista se realiza antes de que el ministro Luis Planas ofreciera retirar el cuaderno digital-.
Industrias españolas en Marruecos
“Te pongo como ejemplo una persona como mi padre, que tiene 66 años: Le compré otro día un móvil y no sabe mandar un WhatsApp ¿Cómo le digo yo que tiene que hacer un cuaderno digital?”, se pregunta Reyes, que se lamenta de que “un burócrata de Bruselas o Madrid” sea quien imponga las condiciones, pese a desconocer cómo es la realidad del sector en provincias como Andalucía, en las que “todos somos pequeños o medianos productores”.
¿Lo sabe el consumidor? “El consumidor lo único que tiene que saber es que nosotros trabajamos mucho para que lo que producimos sea de la máxima calidad. El consumidor tiene que entender que, si ellos no apuestan por nosotros, pues no van a comer lo mejor, comerán cosas que vienen de países con muchas menos restricciones”, responde Reyes, antes de entrar de lleno en el segundo gran caballo de batalla: la importación de productos de terceros países donde no existen las mismas regulaciones medioambientales que en la Unión Europea.
En este sentido, el joven empresario agrícola reconoce que muchos de esos productos los distribuyen empresas españolas -“no son compañeros, son industriales”, apostilla-, pero pide a los estados que controlen su entrada: “Si llega un tomate, claro que puede venir, siempre y cuando la ley de trazabilidad sea la misma aquí que allí, o se le haga un análisis y esté totalmente libre de sustancias prohibidas aquí”, afirma. “Yo no estoy a favor de la intervención, yo lo que pido es producir en igualdad de condiciones”, sentencia al respecto.
La sequía, el cambio climático y la “despolitización” del campo
Fuera, la tierra que rodea la Finca Fuensequilla está totalmente embarrada por las últimas lluvias. El agua de estos días va a permitir mejorar las previsiones de las campañas de este año, que arrastran una sequía que se prolonga desde hace varios años. Reyes pide en este ámbito que el Gobierno ayude a las fincas a modernizar sus sistemas de riego y controle para que no se pierda agua. Él, explica, ya se ha adelantado a modernizar el riego en sus fincas para sacarle el máximo rendimiento posible. “Si queremos tener una calidad, tenemos que tener las cosas bien hechas y consumir y ser lo más eficientes posible. Y, si tienes un sistema de riego antiguo, tu finca no da para eso”, asegura Reyes, que reconoce que “el cambio climático no se puede negar”, como tampoco se puede “controlar que llueva más o menos”.
“El cambio climático no existe desde hace cinco años, existe desde hace doscientos años. Ha habido un cambio climático, pero se acelerará y después habrá ciclos de lluvia y ciclos de sequía”, cavila el empresario, que se desvincula de los grupos ultras y conspiranoicos que se han apuntado a las protestas del campo.
“Claro que hay gente que está aprovechando las circunstancias, pues sí, pero las circunstancias son las que son. Nosotros no. Queremos desvincularnos totalmente de cualquier partido político y de cualquier idea fuera de lo normal”, apuntaba Reyes, que parecía desconocer que Joaquín Cortés, el presidente de la nueva asociación de la que forma parte, Agacor, ha estado vinculado a Vox hasta hace sólo unos meses.
Él insiste en que, en su caso, se apuntó a estas protestas cuando se plantearon en un grupo de WhatsApp en el que estaba desde que los agricultores de la zona de Castro del Río y Espejo salieron a desinfectar las calles durante la pandemia. Así empezó e igual de rápido espera que termine todo: “Cuando a nosotros se nos solucione el problema, dejaremos la lucha. Hasta entonces vamos a seguir”, concluye, antes de volver al tajo.
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