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Los cuatro humedales de Córdoba que resisten a la espera de las lluvias

Laguna del Zóñar.

Carmen Reina

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En los últimos tres años, las lagunas y humedales de la provincia de Córdoba han sufrido que las lluvias de cada ejercicio hayan estado por debajo de la media de un año hidrológico normal. Iniciado ya el pasado 1 de octubre el nuevo año hidrológico, con la falta de lluvias que se arrastra desde la primavera y sin precipitaciones hasta ahora tampoco en este inicio del otoño, la sequía hace mella en los humedales estacionales pero hay cuatro que resisten y permanecen como hábitats para multitud de especies propias de estos ecosistemas.

Las lagunas naturales de Zóñar (Aguilar de la Frontera) y Amarga (Lucena), junto a los dos parajes naturales de los embalses de Cordobilla (Puente Genil) y Malpasillo (Jauja), se mantienen, pese a la sequía y la bajada de sus aguas, “cumpliendo su función de reproducción ecológica”. “Son los cuatro humedales que ahora mismo están cumpliendo esa función”, explica a Cordópolis el director conservador de Zonas Húmedas en la provincia de Córdoba, Juan de la Cruz.

Las temperaturas altas del prolongado verano han ido menguando los humedales, pero las características de estos cuatro hacen que tengan el agua necesaria para mantenerse como hábitats de aves y otras especies. Si bien la falta de precipitaciones les ha privado de nuevas recargas de agua, las dos lagunas naturales cuentan con acuíferos que las alimentan y los otros dos parajes tienen el agua de embalse, que ha crecido con la regulación y desembalses para el riego agrícola.

Ahora mismo, la laguna de Zóñar cuenta con unos 9,5 metros de profundidad de los entre 12 y 14 que suele tener, explica el responsable de los humedales de la provincia. “Sigue teniendo un venero de aguas permanentes y el subsuelo también emanando”. Por su parte, la laguna Amarga está ahora en torno al metro de profundidad.

En lagunas como Zóñar, pese a que la orilla del agua se ha alejado de la zona de vegetación y esto afecta a la seguridad de las aves y sus nidos en el suelo, sí que se conserva actualmente presencia de distintas especies, como el pato malvasía, el porrón pardo y otras habituales de este entorno.

El caso del paraje de Cordobilla en el embalse del mismo nombre “se ha convertido en un gran reservorio de biodiversidad”, apunta De la Cruz. Y es que allí existe una gran colonia de aguilucho lagunero y también se puede ver la garza real, martinenetes o flamencos, “de forma permanente”. Como el caso de la zona del embalse de Malpasillo, estos dos humedales dependen del desembalse del pantano de Iznájar y con la suelta de agua para los regadíos aguas abajo, hace que nutra a estas zonas y juegue a favor de sus hábitats.

Mientras estos cuatro humedales resisten a la época de sequía, el resto de la provincia están secos, al tratarse de lagunas estacionales, que se recargan con el agua de escorrentía de los arroyos cuando las lluvias los nutren copiosamente. De momento, la falta de agua hace que permanezcan secos.

Y ahora esperan, con el otoño, “vengan lluvias copiosas, que puedan hacer correr los arroyos, en suficiente cantidad y de manera mantenida”. Será una manera de poder celebrar que este año se cumple el 40 aniversario de la declaración como espacios naturales de las lagunas del sur de Córdoba, una efeméride para que se preparan distintos actos de conmemoración a partir de finales de octubre.

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