Aparecen los primeros restos en los trabajos en una de las fosas del cementerio de Palma del Río
El pasado jueves 12 de mayo comenzaron los trabajos de delimitación de una de las fosas comunes del cementerio de Palma del Río. Se trata de la fosa donde se sepultaron en 1936 los cadáveres de las personas asesinadas el 27 de agosto por el ejército golpista en el tristemente famoso “corralón de don Félix”, donde fueron ametralladas entre 150 y 200 personas.
Según informa en un comunicado el Foro por la Memoria Histórica de Palma del Río, el proyecto tiene por objeto la indagación, localización y delimitación de la fosa, y el tiempo estimado de trabajo de campo es de un mes, continuándose posteriormente con la redacción del informe de los resultados obtenidos. A finales de junio es cuando está prevista su finalización. Se están llevando a cabo mediante una subvención concedida por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) al Ayuntamiento de Palma del Río, con fondos provenientes de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, del Ministerio de la Presidencia.
Según la arqueóloga encargada de los trabajos, Elena Vera, la primera fase que ahora comienza consiste en determinar las dimensiones, acotar el lugar y comprobar su naturaleza histórica, es decir, el tipo de enterramiento, la disposición de los cuerpos, constatar si se trata de un enterramiento extrajudicial, si hay cuerpos superpuestos, si existen daños peri mortem o cuál fue la causa de la muerte. Esto permitirá constatar científicamente aquello que la memoria colectiva ha conservado del olvido desde entonces: que se trata de la fosa de 1936.
Los primeros datos obtenidos así parecen apuntarlo: sobre las 12 de la mañana aparecieron los primeros restos humanos, a unos 20 centímetros de profundidad y enterrados sin ataúd bajo una capa de cal. Una franja blanca en el corte del terreno y el color más blanquecino del suelo lo señalaban claramente.
Asimismo, otro de los objetivos es delimitar la fosa en su totalidad, realizándose sondeos para determinar la anchura y los límites hacia el este y oeste, puesto que no se sabe con certeza cuáles son sus dimensiones exactas.
En cuanto a los restos óseos hallados, en una fase posterior tendría lugar el proceso de exhumación, con la excavación de los restos, su individualización, el estudio antropológico en campo y la elaboración de una ficha para cada uno en la que se les asignará un número aleatorio. Una vez los cuerpos sean extraídos, comenzará la labor del laboratorio, con el análisis de los huesos, de las patologías, la determinación de los perfiles biológicos (edad, sexo y estatura) y la extracción de ADN.
Tras el análisis de laboratorio, los restos pasarán a una caja inventariada junto a los objetos que los acompañen, y todo lo asociado a la persona se registrará minuciosamente puesto que puede servir para identificarla. Finalmente, se depositarán en el lugar que el ayuntamiento determine hasta que las pruebas de ADN certifiquen alguna coincidencia con algún familiar. Cuando esto ocurra, se le hará entrega de los restos a la familia y, si no hay ninguna coincidencia, el ayuntamiento les proporcionará una sepultura digna.
Todo este proceso que hemos expuesto comenzó con la investigación, impulsada por nuestra asociación, para la localización y estudio de las fosas existentes en el cementerio de la ciudad, como trabajo previo a la excavación y exhumación de los restos de las personas asesinadas, cuyos familiares ya han comenzado el depósito de sus pruebas de ADN en la Universidad de Granada.
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