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Obesidad mórbida: la lucha por escapar de una cárcel de grasa

Taller de adelgazamiento en el hospital Reina Sofía | MADERO CUBERO

Carmen Reina

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“Controlar la comida y los hábitos de vida es bastante más difícil que dejar un hábito tóxico como el alcohol o el tabaco. Porque no solo hablamos de un factor, sino que la comida abarca a todos los momentos de la vida”. Esta afirmación da la medida del esfuerzo al que se enfrentan decenas de personas que siguen en el Hospital Reina Sofía de Córdoba su Taller de Control de Peso, una escuela de hábitos saludables de vida que siguen los pacientes diagnosticados con obesidad mórbida: aquellos que tienen un índice de masa corporal (IMC) mayor de 40 -se considera normal entre 18 y 25- y ese sobrepeso supone que su salud está realmente en peligro.

Decenas de personas -mujeres, hombres, jóvenes y mayores- llenan el aula donde reciben el taller. Unos 500 pasan por aquí cada año y todos tienen en común un sobrepeso que hace peligrar su salud. Más allá de su proceso médico y las intervenciones quirúrgicas necesarias, aquí aprenden hábitos de vida para formarse y concienciarse del camino que deben recorrer por su bien. Y, además, lo hacen en grupo: “Comunicarse, contar sus experiencias, sus problemas y proponerse la tarea de perder peso multiplica su efecto cuando se reúnen en grupo”, señala Mercedes López-Prado, la enfermera nutricionista que dirige el taller.

Un taller en el que no se imponen dietas. Porque lo importante es asentar hábitos saludables de alimentación equilibrada y de ejercicio físico, además de proporcionar el apoyo emocional que una persona con tal sobrepeso necesita. “Se sienten en una cárcel de grasa. Ven que no pueden salir ni hacer actividades como el resto de personas y muchas veces tienen un estado de ánimo alterado por ello o caen en una depresión”.

De ahí que, después de un primer contacto donde se analizan los datos personales de cada paciente, sus hábitos alimentarios y de vida, la primera sesión del taller se dedique al apoyo emocional. Porque, “mantener el espíritu de lucha” de una manera constante es esencial para la pérdida de peso de estas personas.

“Es muy duro”. “Requiere mucho esfuerzo”. “Luchas contra la ansiedad”... Son afirmaciones de algunos de los pacientes que se han decidido a mejorar su salud perdiendo peso con la ayuda de este taller. La nutricionista explica se primer acercamiento: “Debatimos sobre su salud, sobre por qué les resulta tan difícil perder peso, sobre qué circunstancias les han llevado a comer más de lo necesario, a no hacer ejercicio...”. Y ahí, aparecen los factores que luego habrá que corregir.

“¿Quién ha tirado la freidora?”, pregunta la nutricionista. Y varias manos se alzan en el grupo de pacientes. Ahí, en la alimentación, incide gran parte del taller. Se trata de “educar en alimentación”, relata López-Prado, porque “necesitan resolver un problema de salud grave”. No solo tratan de qué y cuánto se come, sino también de cuestiones prácticas que son las que deben afianzar en su día a día: cómo hacer la lista de la compra, cómo comer en familia y festividades, cómo evitar los peores horarios para ingerir alimentos o las técnicas culinarias más saludables son algunas de las cosas que aprenden aquí.

Luego, en paralelo, se trabaja sobre el ejercicio físico. “Más del 50% de posibilidades de éxito para bajar peso está en en el ejercicio. Tiene más importancia incluso que la comida”, apunta la experta. Y sobre ello, teniendo en cuenta las limitaciones de movimiento que la obesidad mórbida supone para estas personas, se les ofrece técnicas para realizar los mejores movimientos y gastar la energía que almacenan. “¿Habéis visto La La Land?”, pregunta a los pacientes refiriéndose al oscarizado film musical. “Pues igual que en la película, bailando podemos conseguir nuestro sueño”, les anima.

Sueños que tienen que ver con la salud y donde la información juega un papel fundamental. Porque en este taller también se aprende a distinguir y desechar las dietas milagro, los fármacos y sustancias que se venden para el control de peso y no siempre funcionan. “Les advertimos que los método milagro no existen, que no se frustren y que eviten problemas con la medicación”.

Porque este camino es una carrera de fondo. El taller se imparte durante varias sesiones semanales y, a los 3 o 4 meses de haber comenzado, se citan en un último encuentro para fortalecer lo aprendido, para celebrar los avances y comprobar -con personas que han aplicado este método- cómo es posible conseguir un peso saludable y reintegrarse a una vida normal. “Nos ayudan antiguos pacientes, para que los nuevos vean cómo lo han conseguido, con mucha lucha, pero ahora tienen una vida totalmente normalizada”, explica la nutricionista poniendo como ejemplo a una chica que pesaba 160 kilos y bajó hasta los 70. Esa es la ilusión. El camino es largo, “partido a partido”, dice recurriendo al símil futbolístico. Y al final, el trofeo es la propia salud.

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