Bajo la luz del sol: estampas para el recuerdo en el Vía Crucis de la Buena Muerte
Muy diferente es esta vez la cita. Tanto por su significado como por las estampas que depara. Lejos de la oscuridad rota por las farolas se abren en esta ocasión las puertas de la Real Colegiata de San Hipólito. De nuevo las cruza el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, pero lo hace a la luz del día. Es ésta una imagen nada usual, pues el Crucificado siempre recorre las calles de Córdoba caída la noche. Sólo unas cuantas excepciones confirman la regla. Pero este domingo es propicio para conceder a los más jóvenes entre los cofrades y generar algún recuerdo a los veteranos. Sucede con motivo del 75 aniversario fundacional de su hermandad, que conmemora de nuevo la efeméride en esta intensa cuenta atrás para los días de Pasión -guía de Cuaresma y Semana Santa en Córdoba-. Esta vez es por medio de un Vía Crucis con su titular que concluye en la Mezquita Catedral, donde celebrara después su Fiesta de Regla.
Fue sobre las nueve y media de la mañana, según lo previsto, cuando la Cruz de Guía de la corporación pisó la plaza San Ignacio de Loyola. Arrancaba en ese momento un Vía Crucis que tradicionalmente se celebra también en horario nocturno. Pese a que el sol estaba en plenitud en ese instante, como a lo largo de las siguientes horas, siguió muy presente la sobriedad de la cofradía. Es uno de sus sellos, que lógicamente iba a mantener. Tras un serio cortejo, surgió del interior de la Real Colegiata de San Hipólito el Santísimo Cristo de la Buena Muerte. El Crucificado de Antonio Castillo Lastrucci impuso una vez más, como es habitual. Comenzó entonces un rezo de las Estaciones que se dividió en siete en el camino de ida hacia la Mezquita Catedral y siete en el de regreso al céntrico templo.
La comitiva marchó hasta la plaza de San Nicolás para buscar desde allí Valladares. El ejercicio del Vía Crucis se desarrolló con la música solemne del cuarteto de viento Ars Sacra de la sevillana localidad de Écija. Con su acompañamiento recorrió perdió sus pasos el cortejo por la Judería rumbo al primer templo de la Diócesis. Al mismo accedió el Santísimo Cristo de la Buena Muerte superadas las once y media, también en base a lo fijado. Ya en el interior de la Mezquita Catedral, la hermandad rememoró el día de su fundación en 1944, hace ahora 75 años. Fue en las naves catedralicias donde celebró su Fiesta de Regla, que estuvo presidida por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández.
De esta forma, este domingo resultó realmente especial e intenso para una cofradía que materializó el sueño de la Madrugada en la Semana Santa de la capital. Ocurrió en 1946, año en el que por primera vez realizó estación de penitencia con la imagen de Castillo Lastrucci, quien también creó el paso sobre el que marchó. Así, la noche fue siempre, y lo es todavía hoy, el momento en que las puertas de San Hipólito se abrieron. Salvo en los días de Pasión de 1961 y 1962, cuando la hermandad abrió la jornada del Viernes Santo a eso de las seis y media de la tarde. En 1973, también hizo su recorrido la corporación en un horario que no es el suyo habitual: llevó a cabo su salida procesional la tarde noche del Jueves Santo.
Son ésas algunas de las excepciones a una imagen grabada en la memoria de los cofrades de mayor edad y en las retinas de todos, la del Crucificado bajo la luna. Así, el recuerdo del 75 aniversario de la Buena Muerte va a ser más perdurable si cabe. La corporación continuó con esta cita la conmemoración de la efeméride, que ya dejó otras estampas para la historia en noviembre del pasado año. Entonces, trasladó a su titular mariana, Nuestra Señora Reina de los Mártires, a la Basílica Menor de San Pedro. Allí, la imagen que también talló Castillo Lastrucci, estuvo acompañada de la urna con las reliquias de los Santos Mártires. Ésta se ubicó en el presbiterio del templo por vez primera desde 1976.
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