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El plan para regar 134 nuevas hectáreas de zonas verdes de Córdoba y ahorrar agua

Intervención de Rafael Marín en las primeras jornadas de economía circular

Juan Velasco

21 de junio de 2024 12:59 h

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Córdoba, única ciudad española que opta a ser Capital Europea Verde en el año 2026, tiene un reto por delante: implementar 136 hectáreas de nuevas zonas verdes que ejerzan de pulmón y factor mitigador de las condiciones climáticas que sufre la ciudad. Y estas 136 nuevas hectáreas van a suponer, también, un gasto de agua para su mantenimiento y riego.

Para Rafael Marín, el jefe de calidad de control de la empresa municipal de aguas (Emacsa) y coordinador del Grupo de Trabajo de Inspección de Vertidos y Laboratorios de la Comisión de AEAS, este aumento del gasto del agua se puede salvar en buena medida a partir del uso de aguas regeneradas. Es decir, aguas residuales depuradas sometidas a un proceso de tratamiento adicional o complementario para poder destinarlas al riego.

Lo ha contado este viernes en la tercera mesa de las Jornadas de Economía Circular de Cordópolis, añadiendo algunos datos. Según sus cálculos, estas nuevas zonas verdes van a necesitar unos 3 hectómetros cúbicos de agua para su riego cada año. Y, para que ese aumento no resulte gravoso, una de las soluciones más importantes es el agua regenerada de residuos de la estación de La Golondrina.

El proyecto de Emacsa: tres vertientes para un ahorro del 13%

El estudio preliminar para el sistema de agua no potable en Córdoba contempla la reutilización de aguas de la EDAR La Golondrina y su conexión al sistema general para riego. Se proyecta utilizar 3 millones de metros cúbicos de agua regenerada anualmente, complementados por nuevas captaciones de aguas subterráneas y veneros.

Entre los proyectos más relevantes se incluyen la recuperación mejorada de aguas en la ETAP Villa Azul, nuevas captaciones subterráneas y la implantación de sistemas de drenaje sostenible. La regeneración de aguas en la EDAR La Golondrina y su conexión con una red de agua no potable de 72 kilómetros también son componentes esenciales de esta estrategia.

Se anticipa una reducción significativa del uso de agua potable para riego en zonas verdes municipales, actualmente alrededor de 1 millón de metros cúbicos al año. Con la implementación de estos proyectos, se espera ahorrar aproximadamente 3 millones de metros cúbicos de agua potable anualmente, equivalente al 13% de la distribución actual.

La burocracia y la implementación técnica

Marín, director de la Cátedra Emacsa, ha reconocido que este sistema tiene una vertiente burocrática “correosa”, pero que ya se ha iniciado. Córdoba tiene que pedirle a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) que le permita usar parte de la concesión de agua de consumo para esta cuestión. Y también tiene un parte técnica, que consiste en extraer parte del agua depurada de La Golondrina y someterla a más procesos de depuración -tratamientos químicos, filtraciones o desinfecciones de choque- para poder usarla en riego.

No es el único sistema que tiene en mente la empresa municipal para sacar agua de donde ahora mismo no la está extrayendo: también se plantea extraerla de las fuentes, veneros y pozos en los que hasta ahora no se habían usado. Es agua que viene de la Sierra, con salinidad pero cumplidora de los estándares de calidad, y que supone unos 2.000 metros cúbicos al día.

Y, finalmente, explorar en los grandes parques y jardines la posibilidad de captar agua del subsuelo. Para ello, es necesario ejecutar sondeos, además de impulsar un tanque de almacenamiento y una red de riegos.

Todos estos nuevos sistemas permitirían un ahorro aproximado del 13% en el consumo del agua en la ciudad de Córdoba, una ciudad que, según ha explicado, anualmente potabiliza entre 22 y 24 hectómetros cúbicos, además de contar con 25 o 26 hectómetros cúbicos de agua de arroyos y fuentes. Por contra, Marín ha recordado que, cada año, se detraen del embalse del Guadalmellato 30 millones de metros cúbicos por filtraciones o evaporaciones por temperaturas extremas.

En este sentido, Marín ha recordado que los entornos urbanos son más extremos en temperaturas y condiciones adversas debido a la propia climatología, que además, plantea un escenario futuro de aumento de las temperaturas y periodos de sequías. Por ello, es importante generar un entorno urbano más amable con más sombra que restrinja el impacto solar.

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