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El Mercado del Espíritu Santo: un proyecto frustrado del siglo XIX cordobés

Zona aproximada de Alfonso XIII donde se localizó el antiguo mercado.

Archivo Histórico Provincial

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El siglo XIX se caracterizó por abundantes proyectos de modernización de nuestra ciudad que no siempre tuvieron éxito. En el solar del antiguo Convento del Espíritu Santo frente al actual Instituto Maimónides, se construyó un moderno mercado de abastos del que no queda más recuerdo que algunos documentos en los archivos cordobeses.

El Convento del Espíritu Santo se desamortizó en 1836, y como veremos su edificio fue el primero del que se derribó una parte en uno de los incipientes proyectos concebidos para ampliar las calles de Córdoba. Tradicionalmente el entramado de la ciudad ha sido estrecho y ha complicado el acceso a muchas de sus calles, por lo que en aquellos años se proyectaron una serie de ampliaciones para mejorar la creciente circulación de carros y carretas.

El Convento del Espíritu Santo tiene su origen en el beaterio fundado en 1521 por D.ª Beatriz de Sotomayor con nueve mujeres, que por última voluntad de su fundadora debían acatar la disciplina dominica. Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba se refiere ampliamente a continua rebeldía de estas monjas. En 1536 ciertas travesuras que no especifica, provocaron que su superior, fray Juan de Toledo, suprimió su fundación y las agregó al Convento de Santa María de Gracia. Tras una oposición inicial terminaron por acatar la orden y mostrar obediencia, aparentemente habían comprado en secreto unas casas junto a la Parroquia de San Salvador, a las que se mudaron por iniciativa propia. Después de algún tiempo consiguieron que Paulo V les concediese una bula para erigir el nuevo Convento del Espíritu Santo sobre dichas casas.

Al no disponer de iglesia, consiguieron que les permitiesen abrir una ventana a la vecina Parroquia para realizar las oraciones de coro. No contentas con ello, reunieron materiales de construcción y durante unas funciones de toros a las que asistieron los sacristanes, hicieron las obras necesarias para adueñarse de una parte del edificio. Sin embargo, investigaciones recientes realizadas por el doctor Francisco M. Carmona han desvelado que las casas se compraron con conocimiento de Obispado y que la Capilla no fue ocupada sino comprada, aunque tras décadas de pleitos. La peculiaridad de estas monjas no estriba en la rebeldía sino en la capacidad de gestión de su patrimonio que supieron aprovechar para construir y mejorar su convento.

El ensanche de Azonaicas

Volviendo al edificio, en 1840 se demolió un ala saliente del mismo para ensanchar la calle Azonaicas, y se proyectó la demolición total del Convento para crear una plaza, pero por necesidad de dinero, la Junta de Enajenación de Edificios decidió su venta. El Convento lindaba por el este con la calle del Arco Real, por el norte con la de las Nieves, por el oeste con la de Azonaicas y por el sur con una casa perteneciente a Antonio de Torres y con una calleja que daba entrada a su casa y a otra de Rafael Fernández.

El inmueble fue adquirido por Joaquín Manté quien lo demolió en su totalidad para construir el Mercado del Espíritu Santo,que presentamos aquí, y que constituiría uno de los primeros pilares de la transformación urbanística de la ciudad. Sin embargo, debido a sus pequeñas dimensiones no tuvo aceptación entre los vendedores cordobeses, a pesar de posteriores ampliaciones con un departamento en el terreno del Convento de las Nieves. Posteriormente el Mercado, reconvertido en viviendas fue expropiado y demolido para la realizar la prolongación de la calle Claudio Marcelo desde la calle María Cristina hasta la de Diego de León. 

En el protocolo de escrituras de Antonio Barroso Vargas de 1844 encontramos la Memoria de las obras que se han de ejecutar, clase de materiales que se han de invertir en la plaza mercado cerrada que con el título de Espíritu Santo se trata de construir en esta ciudad, con arreglo al plano que acompaña, que firma el arquitecto Manuel García.

Además del plano que mostramos, se especifican las medidas y los materiales que se utilizarán en la construcción: los muros contarán con dos pies hasta la altura del zócalo y de pie y medio hasta la corona de la cornisa, y los antepechos de un pie. Todos se harán con mampostería con el grosor requerido y con buenas mezclas. Las separaciones de un cajón a otro serán de una citara perfectamente trabada con el nuevo testero y con el pilar divisorio que habrá entre ellos que será de un pie de lado.

Los cajones estarán cubiertos con palos y tablazón de pino de la Sierra de Córdoba formando encima su tejado a una agua y será coronado con un antepecho en el interior de la plaza. Los cerramientos de los cajones serán bastidores de madera de Segura de cuatro pulgadas de ancho, y dos pulgadas y nueve líneas de grueso. Los cercos y peinazos de las puertas serán también de las puertas serán también de madera de Segura de una pulgada y nueve líneas de grueso. Cada par de puertas contará de veinte tableros y estos serán de madera de pino del país. Las ventanas que dan a la calle tendrán bastidores de pino, y los cercos y peinazos de las puertas de madera de Segura: los gruesos serán los mismos de los cajones. Estarán entabladas con madera de pino de la Sierra de Córdoba.

Materiales de la zona

Las galerías se formarán en los términos que marca el plano, sobre pilares de ladrillo de un pie de lado y de uno a otro cargará una puente que servirá de solera a la armadura que los cubrirá, la que estará cerrada con tablazón traslapado y recibirá una mano de alquitrán y encima será pintada como mejor pareciere.

El juzgado será de figura oval, sus muros de pie y medio de mampostería, como las demás labores expresadas, con su averdugado de ladrillo donde corresponda, su exterior será adornado con ocho pilastras dóricas con su cornisa del mismo orden que es con el que se adornarán las portadas principales. La cubierta de este local será una armadura ligera de pino de la Sierra de Córdoba y cubierta de teja y en su interior se pondrá un cielo raso. En las tres puertas principales de entrada al Mercado se colocarán tres cancelas de hierro.

Como vemos, se especifican varios tipos de madera según para qué parte del edificio. Para la exteriores se elige el pino de la Sierra de Córdoba, que se acompaña en ocasiones de madera de la Sierra de Segura, y para las puertas se dispone el uso de pino del país. 

A partir del siglo XV, la denominación “pino de Segura” aparece con regularidad en crónicas y contratos de obras de toda Andalucía. Tras la conquista de Granada el pino laricio de Cazorla y Segura se utilizó en la Alhambra, transportado en carretas para la restauración de las Casas Reales en 1497. Posteriormente, a partir de la mitad del siglo XVIII, la Marina desarrolló una intensa explotación de la Sierra de Segura para abastecer los arsenales de la Carraca (Cádiz) y de Cartagena, de hecho en 1748 el rey Fernando VI dicta las ordenanzas de montes que suponen la creación de la Provincia Marítima de la Sierra de Segura que quedará adscrita al departamento marítimo de Cartagena hasta 1836. Para transportar la madera se utilizaban dos vías de saca de la madera: por los ríos Guadalimar y Guadalquivir hasta Sevilla, y por el río Segura hasta su desembocadura en Guardamar de Segura. Al finalizar la Guerra Civil se utilizó para las traviesas de los ferrocarriles y en la construcción de edificios. En la actualidad tras la pérdida de su utilidad maderera en muchos de estos montes los pinos están siendo sustituidos naturalmente por las encinas.

La sociedad

Para la financiación de la construcción se creó una sociedad compuesta por Martín Rentero, canónigo de la Catedral, José López de Pedrajas, Pedro Gorrindo y Joaquín Manté, a quien pertenecía el solar, y se abrió una suscripción de 50 acciones a 3.000 reales cada una. Como accionistas, además de los anteriores, se sucribieron: Francisco de Paula Espejo, Fernando de Vega y Molina, Mariano Muñoz Casas Deza, Melitón Sáenz de Riafrecha, Bartolomé Castillo, Francisco Álvarez Durán, Manuel Ahumada, Antonio Mestanza, Mariano de Vega, Luis Nivedual de Castro, Mariano Arroyo, Pedro Balada, Rafael Gallardo, los señores Iznardi y Basconi, José Salinas, Juan Rizzi, José María Sezza, Miguel Rillo, José Espinosa de los Monteros, Francisco López Lorenzo, Rafael León, Domingo Pérez de Guzmán y Candelaria Gutiérrez.

Finalmente, en reunión en el Liceo de las Nieves (actual Círculo de la Amistad) se creó una Junta para vigilar la construcción del edificio, y aprobaron las bases de la Sociedad con carácter mercantil con un capital de 150.000 reales, cada accionista pagaría su participación en doce cuotas.

El proyecto no tuvo éxito y el Mercado fue reconvertido en viviendas unos años después, para acabar siendo demolido. Se trata de una empresa fallida de la que sólo quedan algunos documentos conservados en los archivos de la ciudad.

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