Las lluvias descargan sobre el yacimiento arqueológico de la Ronda Norte pese a todas las advertencias
La lluvia está descargando con fuerza este miércoles sobre los restos del yacimiento arqueológico descubierto en el trazado de la futura Ronda Norte. A pesar de las reiteradas advertencias, incluida una resolución de la Delegación de Cultura y Patrimonio fechada hace 26 días, los vestigios permanecen sin protección y la intensa precipitación amenaza con acelerar su deterioro.
El yacimiento, de carácter único en la Península Ibérica por la relevancia de la basílica cristiana hallada, sufre desde la tarde del martes los efectos de una lluvia casi ininterrumpida. Las imágenes y testimonios recogidos en la zona confirman que el agua se acumula sobre las estructuras excavadas, compuestas por morteros de cal y muros de tapial, materiales especialmente vulnerables a la humedad.
Todo ello a pesar de que la consejera de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda, Rocío Díaz, aseguró el pasado lunes que su departamento se haría cargo de cubrir los restos, en el marco de las obras de la Ronda Norte. “Hay que continuar con la cubrición de los restos arqueológicos, que es el compromiso que hemos adquirido desde la Consejería de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda. Vamos a seguir excavando por parte del Ayuntamiento, que ha sido el compromiso que adquirió el consistorio, y, por supuesto, tal y como ha marcado el informe de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, lo que vamos a hacer es elevar la cota”, declaró.
Para entonces, todos los modelos daban lluvias considerables para esta semana en la capital cordobesa. La resolución a la que aludía, además, se firmó el 3 de octubre, y en ella, el delegado de Cultura y Patrimonio, Eduardo Lucena, fue claro en su advertencia. “Dada la fragilidad del yacimiento exhumado, compuesto por pavimentos de mortero de cal y por muros con alzado de tapial, el promotor deberá presentar por el procedimiento de urgencia un proyecto de conservación preventiva mediante su cubrición, ante el peligro de pérdida y deterioro de dichos elementos con motivo de las condiciones ambientales, especialmente la lluvia”, señalaba el documento oficial.
A día de hoy, esas medidas aún no se han ejecutado. A las 14:15 de la tarde, fuentes de la Delegación de Fomento aseguraban a este periódico que la cubrición será “inminente”. “En máximo dos o tres semanas estará cubierto. Estamos buscando un restaurador que lo haga tal y como debe ser. En cuanto la memoria y el restaurador estén listos procederemos a ello”, indicaron en respuesta a las consultas realizadas este miércoles.
Tres horas después, con la noticia y las imágenes ya publicadas, hubo otro tipo de reacción: “Estamos trabajando, junto a la Consejería de Cultura, en la redacción del proyecto de cubrición definitiva, para iniciar lo antes posible los trabajos de restauración previos a la cubrición definitiva. Debido al tiempo que esto supone, se está procediendo a la instalación de una cubrición provisional con geotextil hoy mismo”.
Mientras tanto, la lluvia ha seguido cayendo con intensidad sobre un conjunto arqueológico que muchos expertos ya califican como “excepcional” y cuya conservación depende, una vez más, del tiempo y de la rapidez de la administración que, por el momento, no ha actuado con demasiada celeridad.
Los restos
El conjunto hallado está encabezado por una basílica cristiana de tres naves, con ábside al oeste y posible nártex al este, con unas dimensiones aproximadas de 20 metros en sentido este-oeste y 13 metros en sentido norte-sur. Adosados a la basílica, y sin comunicación directa con ella, se han documentado dos monasterios, uno al norte (masculino) y otro al sur (femenino), ambos simétricos y organizados en torno a claustros porticados. La presencia de un posible baptisterio o estructura hidráulica en la mitad oriental de los terrenos completa el panorama de este importante sitio.
La cronología de este núcleo se sitúa desde el siglo VIII y a lo largo del IX, coincidiendo con el periodo emiral, y es notable la ausencia de materiales califales. Los muros principales son de tapial, enlucidos y pintados de blanco, y los pavimentos son de mortero de cal y gravilla, pintados a la almagra. Los restos evidencian una reconstrucción mozárabe de una iglesia anterior, de época tardorromana o visigoda, que habría estado en uso entre finales del siglo V y finales del siglo VII. Esta reconstrucción se relaciona con la autorización otorgada por Abd al-Rahman I en 784-85 a los cristianos para reedificar iglesias en la periferia de la Medina, a cambio de la cesión de la mitad de la basílica de San Vicente para la Mezquita Aljama.
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