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Linces, buitres, zorros, torcaces y jabalíes: la fauna salvaje se asoma a la ciudad

Un zorro cómodamente echado en el césped de Rabanales | JAVIER SERRANO

Alfonso Alba

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En las últimas semanas, la fauna salvaje ha sido noticia en Córdoba. Un vehículo atropelló a un lince ibérico en las inmediaciones del Carrefour Zahira. La Policía Local rescató a un buitre leonado en pleno corazón de la Judería de Córdoba. Ahora, incluso, un zorro campa a sus anchas por el campus universitario de Rabanales. Las palomas torcaces son un habitante más de la ciudad y los jabalíes se han llegado a adentrar tanto en la ciudad que han tenido que ser capturados a plena luz del día en la avenida Escultor Fernández Márquez. ¿Qué es lo que está pasando?

“Son diversas circunstancias”, detalla Alberto Redondo, profesor de Zoología de la Universidad de Córdoba y realizador de documentales de naturaleza, experto y apasionado de este tipo de “fauna urbana”. En algunos casos se trata de comportamientos de individuos, otros accidentes, otros una naturalización de las ciudades, la búsqueda de un alimento sin depredadores, un medio rural cada vez menos habitado y también la falta de agua.

Uno de los casos más llamativos ha sido el reciente atropello de un lince ibérico en el cruce de la Autovía del Sur (A-4) y la N-432 a la altura del Carrefour La Sierra el pasado 21 de octubre. “Era un lince joven y hasta cierto punto es normal”, asegura Redondo. “Tengo un documental en mi web sobre eso. Los linces jóvenes tienen que buscar nuevos territorios y asumen nuevos riesgos”, detalla. Pero advierte de un problema: “no nos queda campo” y “cuando se dispersan entran en colisión con nosotros” porque “se quedan sin espacio”.

“Desde el Neolítico estamos provocando un nuevo hábitat”, explica este profesor de Zoología, que afirma que esa frontera difusa entre la fauna urbana y la salvaje da para una tesis. “Son procesos relativamente lógicos”, detalla. “Cuando le falta alimento fuera, vienen a buscarlo”, afirma. Es el caso de los rabilargos, unos pájaros parecidos a una urraca, que conviven tranquilamente en Rabanales. “Se han adaptado a la ciudad” a la que han llegado para alimentarse del “pienso para gatos” que hay con abundante disponibilidad en la zona. “Han empezado a venir porque les resulta cómodo. Y llevan tres años. Es un caso súper interesante. Han adaptado su comportamiento de huida a los depredadores en la ciudad. Hemos hecho un trabajo sobre eso y los resultados son muy sorprendentes”, afirma el profesor.

El caso de las palomas torcaces, que en España son salvajes aunque en Europa forman parte de las ciudades, es similar. “Las aves se adaptan a las ciudades, donde disminuye su alarma” porque no tienen depredadores y comida en abundancia, además de agua. De hecho, Alberto Redondo cita el caso de los gorriones, que sufren un estrés superior en los pueblos que en la ciudad. En las ciudades conviven con muchas más personas y se tienen que hacer más valientes para ir a por la miga de pan que ha quedado suelta. En los pueblos, la presencia menos habitual de las personas hace que cuando aparece una se dispare su alarma.

Pero el profesor coincide en que lo llamativo es la presencia de grandes animales, “como los lobos que se han detectado comiendo en vertederos de Madrid”, el zorro de Rabanales, “que tenemos que investigar para ver si ha sido domesticado previamente” o por el contrario ha llegado al campus directamente de la sierra, o el más llamativo, que fue la presencia de un buitre leonado en la Judería.

Este caso, afirma Redondo, fue una excepción. “Tenía plomos por todo el cuerpo y estaba herido. Le habían herido. Es normal que se desorientase”, afirma. Y también están los jabalíes que se aventuran por las calles del casco urbano. “En general, los animales tienen más fácil de conseguir alimento que en el campo”.

Pero Redondo incide en otra fauna que también ha cambiado mucho recientemente, pero que pasa más desapercibida. “Hay toda una fauna pequeñita en las ciudades que a los científicos da mucha información”: los insectos. Así, detalla que antes en la ciudad había “muchas polillas y mariposas” que hoy “han desparecido” casi por completo. Y que estos insectos han sido sustituidos por otros en un cambio “que da para otra tesis”.

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