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Una esquina más en la degradación de San Agustín

Vecinos de San Agustín observan a su paso la vivienda abandonada | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Una vecina denuncia que el Ayuntamiento la ignora pese a haber sufrido dos asaltos en su casa desde un inmueble abandonado contiguo

El problema de las casas deshabitadas y medio abandonadas es un problema que se sufre en prácticamente todo el casco antiguo de Córdoba. Pero es especialmente sangrante en el barrio de San Agustín, en la Axerquía Norte. En la esquina con Jesús Nazareno se levanta un viejo y pequeño inmueble en forma de torre que permanece abandonado desde hace lustros sin que su dueño se haya preocupado en arreglado, adecentarlo y ni tan siquiera garantizar la seguridad de sus cierres. Uno de sus accesos ha sido forzado en varias ocasiones y desde diciembre “no solo es usado por personas sin hogar que buscan refugio”, denuncia María José García, vecina de la calle. García lleva meses con miedo en su propia casa porque ya se le han colado dos veces intrusos por la medianera de la azotea que comparte con el inmueble.

“He denunciado el caso en la Policía Local, en Urbanismo, en Sadeco y no hacen nada. Se pasan la pelota unos a otros sin hacer nada”, se queja frente a la puerta reventada de la casa vacía. Sobre el hueco de la madera cuelgan dos candados que de nada han servido. Dentro pueden verse montones de basura: restos de ropa, plásticos, botellas. “Entran por aquí, suben por las escaleras de dentro, hasta la azotea. Y saltan a la mía. Ya ha pasado dos veces”, se queja.

El primer robo fue el 4 de noviembre de 2013. “Al despertar vi que habían movido una caja de discos compactos de mi salón. Eso me llamó la atención”, recuerda María José. Los ladrones se llevaron de su casa dinero y tarjetas. Desde entonces puso rejas en las ventanas que dan a la azotea y cambió la puerta de la misma. Pero en diciembre se llevó el segundo gran susto. En mitad de la noche, la dueña de la casa escuchó un ruido desde su dormitorio. “No sé por qué me dio por asomarme por la ventana y vi a dos personas en mi azotea. Entonces llamé a la Policía Local. Vinieron y hablaron con uno de los que estaban en la casa abandonada. Yo no le podía identificar”, termina la vecina. En la azotea habían dejado un cable atado a la barandilla por donde, supuestamente pretendían descolgarse al patio de María José. “Creo que el día de antes ya habían entrado porque encontré unos alicates que no eran míos ahí mismo, apoyados”, señala en la terraza.

María José García está harta. Su periplo entre las administraciones municipales parece no tener fin. Y nadie se hace cargo ni responsable. Tampoco el dueño que, según la vecina, tiene otros pisos en la zona que sufren de la misma desidia. Y mientras, la casa sigue abandonada, los accesos abiertos y los extraños entrando y saliendo de ese rincón de San Agustín. “Todo el barrio está medio abandonado. Se está degradando por momentos. Este es solo un ejemplo más”, se lamenta, antes de cerrar su puerta.

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