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Algo cambió

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Redacción Cordópolis

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Ayer, sin ir más lejos, uno de mis cuñados me mandaba un enlace a un post donde se reflexionaba si había o no burbuja de apps (aplicaciones para dispositivos móviles, básicamente).

Mi respuesta fue bastante gallega, puede que sí, puede que no. Pero una de las cosas importantes en mi opinión no es que haya esa burbuja si no todo el cambio que está suponiendo en nuestra manera de actuar como personas y como consumidores que ha supuesto la irrupción en nuestras vidas de estas aplicaciones.

También me han mandado algún artículo que hablaba de los puestos de trabajo que están en peligro de extinción, o las profesiones del futuro para las que hay que ir pensando en formarse.

Y justo ahí es donde está el quid de la cuestión. Ambas reflexiones están relacionadas, muy relacionadas.

Sin darnos cuenta en los últimos cinco años, por no hablar de los últimos meses, nuestros hábitos han cambiado. Reflexionemos sobre ello.

Consumo musical, cada vez hay más aplicaciones para disfrutar de la música de manera online, unas mediante sistemas de cuotas mensuales donde ponen a nuestra disposición un extensísimo catálogo discográfico, otras donde el propio usuario tiene un espacio en la nube y sube su música para poder escucharla cundo y como quiera, conciertos en streaming, emisoras de radio que no podríamos imaginar sintonizar con una radio analógica…

Desplazamientos, tanto urbanos como interurbanos. Cada vez es más frecuente poner en contacto a usuarios para compartir sus vehículos para optimizar sus costes de desplazamientos. Servicios como blablacar, carpooling, uber…

Alquiler de habitaciones y casas. ¿Es necesario hablar de airbnb?, modelos de negocio donde los usuarios ponen a disposición del resto desde sofás camas hasta una cabaña en un árbol, una habitación o un castillo. Todo ello a unos precios muy asequibles y ofreciendo una oferta muy variada y original.

Y así, con casi todos las ideas de negocio tradicionales que se nos pasen por la cabeza. Incluso con algunas que pensemos que están reservadas apra las grandes corporaciones financieras como la compra venta de divisas…

No hay que ser un lince para darse cuenta que esto es “sólo” una vuelta de tuerca y democratización de viejas técnicas del compartir, porque al fin y al cabo quién no ha prestado cintas o vinilos, quien no ha ido a casa de un amigo a grabar con la doble pletina una cinta para la novieta de turno, ha aprovechado que su vecino iba al pueblo para mandar a los niños con la abuela, o incluso le ha alquilado el apartamento de la playa o la casita del campo al amigo del vecino del quinto.

Lo importante de todo esto es que el usuario sale ganando con la aparición de estos nuevos modelos de negocio, obteniendo mejores precios, mayor rapidez de servicio, una oferta en muchos casos más amplia y original.

Y el cambio llegó para quedarse, prueba de ello no son sólo el incremento exponencial de usuarios y transacciones si no que los lobbies tradicionales ven peligrar su parcela de negocio, los legisladores siempre llegan tarde y muy restrictivos influidos por los primeros. Hacienda comprueba que muchas de estos modelos de negocio escapan a su control y por tanto distorsionan sus expectativas recaudatorias.

Lo malo es que el legislador, además de llegar tarde lo hace mal. Siempre presionado por lobbies y por el afán recaudatorio, en vez de hacerlo con miras en facilitar su correcta y eficaz implantación y la protección del usuario.

Lo bueno, es que los ciudadanos seguimos evolucionando de manera imparable reinventando nuestras formas de compartir y de comprar.

¿Todavía tienes dudas de que algo ha cambiado?

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