Aullidos de fiesta bajo la luna de Córdoba
Los Lobos dejan el sello de su añejo rock mestizo en el Festival de la Guitarra | Nikki Hill remueve sensibilidades en la Axerquía
Cuatro años sin tocar en España llevaban Los Lobos. Había ganas de ver lo que era capaz de hacer sobre un escenario la veterana banda de Los Ángeles, que ofreció un contundente recital de oficio. No pueden fallar porque tienen para todo el mundo. Nadie se marcha sin su ración de emoción bien servida por unos artistas que controlan cada movimiento y saben, porque ya lo han visto muchas veces, cómo tocar las teclas emocionales de su auditorio. Y si éste, como sucedió en esta ocasión, está predispuesto para el disfrute, el trabajo se facilita. Los Lobos inundaron de rock añejo la 35 edición del Festival de la Guitarra, en una actuación en la que compartieron las tablas del Teatro de la Axerquía con Nikki Hill. Cada cual a su modo esparció sensaciones de alto calibre bajo el fuerte calor de la noche cordobesa.
La célebre banda norteamericana, que lleva recorriendo kilómetros con su música desde 1973, enseñó lo mejor de su repertorio de la mano de David Hidalgo, Louie Pérez, César Rosas, Conrad Lozano y Steve Berlin. La mezcla de estilos, con rock, tex-mex, spanish y música americana, fue constante en medio de un ambiente de fiesta y jolgorio. La gente quería pasárselo bien y puso de su parte. Los Lobos lo notaron y despacharon una actuación lucida, con algunos guiños a sus seguidores más veteranos y momentos cumbre al recurrir a algunos de sus temas más clásicos. Son mucho más que La Bamba o Anselma, un tema que les condujo a un premio Grammy en 1984. Su actuación fue elevando el tono hasta terminar en una verdadera fiesta.
Antes del concierto de Los Lobos sucedió algo fuera de lo normal. Nikki Hill, la más brillante irrupción en el soul, abrió la noche de una manera excepcional. Su voz creó una atmósfera mágica en la Axerquía, que se impregnó de sus cálidos sonidos con influencias del rhytm and blues como LaVern Baker o Etta James. Nikki empezó cantando góspel en el coro de la iglesia y ha terminado dando latigazos de rabia con un estilo violento, descarnado, con un descaro que se deja sentir especialmente en sus directos. En Córdoba ya saben qué puede hacer esta artista, a la que han calificado como “la bola de fuego sureña” en la prensa americana después de su debut en 2012. Arrogante y elegante, Nikki Hill encandiló al público de Córdoba.
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