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Iberia sumergida

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José Carlos León

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Para muchos cuarentones, Héroes del Silencio fue nuestro grupo de cabecera, el de nuestra adolescencia y el descubrir a la vida. Los espasmódicos movimientos de Enrique Bunbury y sus crípticas letras marcaron nuestra juventud, esa época incierta entre dos tierras en la que se enciende la chispa adecuada.

Entre mis canciones favoritas siempre estuvo Iberia sumergida, una de las imprescindibles de Héroes por difícil que fuera entender su mensaje. Dicen los Silenciólogos que fue escrita en los años de mayor crisis del Felipismo, cuando la corrupción acosaba día sí y día también los estertores del gobierno socialista. Es por tanto una canción de protesta y de dolor, de denuncia y hartazgo, de amor por unas raíces y desencanto por su estado marchito y casi podrido. Es un canto al despertar de un sitio común, como hizo Neruda con Chile en la voz de Víctor Jara, de ese lugar que todos podemos hacer nuestro y que como dijo Unamuno puede llegar a dolernos. El problema es que ese sitio es Iberia, España, y ahí hemos chocado.

https://www.youtube.com/watch?v=N64UGolliPw

España es la única gran nación surgida en el Renacimiento que se cuestiona a sí misma, que duda de su identidad y que hoy sigue poniendo en cuarentena la legitimidad de su unidad. “España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido”, dijo Bismarck definiendo desde la claridad que ofrece una perspectiva externa y emocionalmente disociada lo que aquí llevamos siglos haciendo y que en estos meses se ha recrudecido hasta la náusea. Los viejos garrotazos de Goya son hoy tan actuales como entonces, en esta España cainita, descreída y frentista, zaherida desde dentro, atacada hasta por los que tendrían que defenderla. “Dan ganas de llorar”, decía hace unos días Ana Oramas en el Congreso en un grito desesperado, una petición de auxilio a quien corresponda. La canaria es una de las pocas voces sinceras y mesuradas que han podido escucharse durante estas semanas porque no apela desde la víscera, sino desde el respeto a los conceptos más clásicos de patria y topos. El primero se refiere al lugar donde vivieron nuestros padres; y el segundo al lugar común que compartimos y con el que nos sentimos relacionados. Si no nos duele ese sitio, francamente tenemos un problema.

https://www.youtube.com/watch?v=R-mmVWF0Ycc

Dicen que la vida es una permanente búsqueda de la felicidad o una eterna huida del dolor. Al fin y al cabo, son las dos grandes motivaciones humanas, lo que hace que movamos el culo y salgamos del letargo de la inacción. El problema viene cuando el deseo por conseguir un objetivo no es suficientemente placentero; o cuando la molestia tiene la suficiente intensidad para que estemos permanentemente hablando de ella, pero no bastante como para hacer algo al respecto. Entonces no haremos nada porque es un dolor soportable que incluso nos permite vivir en él, regocijarnos y ocuparnos de lo que nos aflige, hasta para echárnoslo en cara.

Aquí la cuestión no es qué España queremos, sino si queremos a España. Si nos duele. Podemos poner la eterna excusa de la Guerra Civil, de las dos Españas, de la muerte entre hermanos, de los 40 años de dictadura… Pero seamos claros: somos una anomalía democrática e identitaria. Por poner un par de ejemplos, somos uno de los cuatro países del mundo sin letra en su himno (simplemente, porque nadie se pone de acuerdo sin sentirse ofendidito. Algo que llama la atención hasta de la mismísima BBC) y donde lucir la bandera nacional es altamente sospechoso, cuando no susceptible de delito. Sí, son símbolos, pero para los seres humanos los símbolos han sido importantes desde que sintió la necesidad de pintarlos en sus cuevas porque nos unen y nos hacen partícipes de algo más grande que la individualidad. Despreciar un símbolo es despreciar lo que significa, y así nos va.

En su mítico discurso de Un domingo cualquiera, Al Pacino dijo aquello de “o sanamos como equipo o moriremos como individuos”. Los equipos de alto rendimiento son conjuntos que tienen claramente definidos sus valores comunes, sus reglas internas y sus objetivos. Ese alineamiento entre sus metas y sus integrantes convierte al grupo en un elemento armónico, la evolución de la banda de elementos individuales e inconexos hacia una unidad poderosa. Quizás ahora más que nunca es el momento de preguntarnos si hay una Iberia sumergida, algo que nos duela lo suficiente para remar de una puta vez juntos. Si no, el abismo nos espera.

https://www.youtube.com/watch?v=mDT0PV8jhlQ

“Este es mi sitio, y esta es mi espina. Iberia sumergida, en sus rumores clandestinos”

Héroes del Silencio (1995)

“Me duele España; ¡soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo!”.

Miguel de Unamuno (1930)

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