Tul sin tul. Sirva la frase para presentar los vestidos de tul oscuro, colorista, estampado o negro transparente, ajustados, elásticos, distintos y distantes, ¡por supuesto!, del blanco tul ilusión, evocador del traje nupcial y de la falda-flor que graciosamente lucían Sissi emperatriz y Cenicienta en el baile.
A este tejido se le dio la vuelta, y convertido en materia para la rebeldía emparentada con el punk, el rock o la dimensión gótica de Miércoles y sus antecesoras, revoluciona el panorama del estilismo. Ya lo hizo, como una declaración de intenciones, en el rompedor vestido de novia con el que Madonna interpretó 'Like a Virgin' durante los premios de la MTV en 1984 y la falda tutú de Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York, y así continúa en los últimos tiempos, cual fórmula versátil para prendas drapeadas, dos piezas o efectos trampantojo (véase este tul con apariencia de denim).
¿Quién no tiene o quiere tener alguna prenda de tul viviendo en el armario para montar un atuendo alternativo o grunge en estos días de salir de noche? Esa es una opción, aunque últimamente me llaman más los efectos especiales del tul estampado y los volantes de tul de firma.
Siguiendo ese orden, me he fijado en el vestido con lunas, de Zara; un top cruzado de tul negro con brillo; una camiseta de tul con plumas en los puños; un vestido de la colección inspirada por obras japonesas del Ashmolean Museum de Oxford, y el vestido largo en tul beige subido, todo de Bershka; más creaciones como las de Valli, McQueen, Monique Lhuillier, Noir Kei Ninomiya o Rodarte, a la venta en Mytheresa, y el vestido infantil de tul negro o crema de H&M, que es tan chic.
Y de tul a tul, es maravilloso acabar en compañía de El Cascanueces y su Vals de las Flores esta Nochebuena.
La rebeldía de los clásicos es todo un acierto.
Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación
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