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Falda pantalón: poder sexy

Ana Fernández

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Las mujeres vestimos de muchas formas, a la moda o pasando de ella. Casi siempre hacemos aquello que soñamos y que un día nos propusimos con la determinación del coraje femenino. Somos afroditas vivientes. Y cerca del 8 de marzo, decirlo una vez más, un día más, escapa de los labios como una palabra sin freno, por verdadera y necesaria. Es mi opinión, compartida por millones de personas comprometidas con la igualdad de las mujeres. Pero también la forma de vestir, o de desnudarnos, comunica. Una prenda representativa de la conquista igualitaria quizás sea la falda pantalón, el culotte -en su denominación francesa y anglosajona- que se abre paso en el street style y las colecciones de primavera-verano de 2016.

Obvio. El híbrido de pantalón y falda o viceversa fue concebido para llegar donde solo estaban los hombres o eran mayoría (fábricas, deportes, oficinas...) y conservar a su vez el peso en el hogar, por lo que tiene una carga simbólica interesante o inquietante según se mire. Aquellas señoras de EE.UU, ejemplo del sueño americano, trabajaban de 9 a 5 y luego se ponían el mandil sobre la falda pantalón para hacer galletas con sus hijos y supervisarles las tareas.

Son otros tiempos (más o menos). Y lo cierto es que este marzo triunfa el culotte. Está a nuestro alcance en Zara,

 Mango,

 Asos, Bershka, & Other Stories, Sfera, Uterqüe o Bimba y Lola; lo lucen las más bellas y elegantes empezando por la reina Letizia en su visita a Arco, y las muchachas los combinan en looks oversize con prendas maxi y en versión mini-culotte, porque la juventud ya sabemos que brilla con cualquier cosa.

Es pura versatilidad, lo mismo encaja de deportiva chic, con zapatillas y un blazer, con un toque rapero y gamberro de tribu urbana, que futurista, que gótica, que clásica y vintage, que se combina con un jersey corto bien por encima de la cintura y unos zapatos llamativos de plataforma o una maravilla colorida de taconazo del tipo Manolo Blahnik y Jimmy Choo.

La gran dama de la moda Elsa Schiaparelli cultivó el culotte, de igual manera que las actrices de Hollywood profetas del feminismo, que nuestras primeras tenistas como Lilí Álvarez, que las obreras que llegaron al mundo fabril para quedarse, que las chicas de los años 50 más deportivas y libres allá en Londres y París que acá en la ibérica península.

Asistimos al cuarto, quinto o enésimo regreso de la falda pantalón. Aterrizamos en 2016. Y es claro que las mujeres hemos demostrado que sabemos mandar y cuidar, organizar e investigar, jugar al fútbol, ganar maratones, conseguir estrellas Michelín y lograr reconocimientos artísticos o hitos en medicina regenerativa.

El poder sexy de la falda pantalón es genial. No hay excusa, señores y señoras, para compartirlo todo: la casa y el trabajo, el poder y la gloria, las tareas ingratas y el masaje del spa, la lágrima y la risa.

Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación. 

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