Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
Ciao, ciao, reglas
La vida es tan maravillosa y el tiempo tan elástico que el trance de mi primera regla y el sorprendente vacío de su falta pueden yuxtaponerse en los veloces segundos del recuerdo. De todas formas, la señora menopausia sí que algo impone y se escribe mejor de ella cuando se ha conseguido amoldarla a una misma y navegas felizmente una etapa de madurez en la que cantas para tus adentros aquello de “A quién le importa lo que yo haga… ”, de Alaska.
Cada menopausia es un mundo, aunque predomine un común de síntomas físicos, sentimientos y vivencias; sin embargo, las diferencias más notables y preocupantes no provienen de la singularidad que cada ser humano imprime a su vida, sino de los diversos escenarios culturales, políticos, sociológicos, sanitarios, educativos, del pensamiento e institucionales que conforman la percepción de la menopausia, de su abordaje -integral o no- y la atención que corresponde a las mujeres en ese momento vital.
El tabú de la menopausia lo arrojamos a la papelera las propias mujeres. Cualquiera se horroriza hoy ante afirmaciones que asociaban la retirada de la regla y su ejército de poder biológico y cócteles hormonales a una muerte social. Hace años que, por fortuna, estamos orgullosas de cada edad y cada circunstancia nuestras; además, en las consultas de ginecología contamos con imprescindibles aliad@s.
No obstante, como en otros temas o como prácticamente en todas las cosas, emerge la desigualdad: el contraste de la menopáusica rica y la menopaúsica pobre; de la que puede cuidar su salud en aspectos no cubiertos por la sanidad pública y la que a ello no alcanza; de la culta y la que trata de saber; de la empoderada y la harta de estar sometida; de la que posee tiempo para sí y la que se consume cuidando a todo el mundo en jornadas interminables; de la estéticamente rejuvenecida, cual diosa sin menopausia, y la que querría mejorar su imagen y no sabe por dónde empezar ni tiene con qué.
Creo, humildemente, que lo arriba expuesto da para reflexionar colectivamente y poder exigir una feliz y saludable menopausia como derecho. Basta consultar el padrón de habitantes nacional para calcular que somos legión quienes ya hemos dicho o van a decir en breve “Ciao, ciao, reglas”, algo que debería impulsar nuevas y mejores políticas públicas al respecto.
En la distancia corta, entre tú y yo, sugiero no dar la espalda a lo que llegará e ir trazando un plan flexible para la menopausia, incluso mejor idearlo en pareja, si la tienes. Las lecturas expanden nuestra perspectiva. Entre ellas, Sin reglas, de Anna Freixas, y Manifiesto por la menopausia, de Jen Gunter.
Como somos importantes en número, seguro que el mercado de bienes y servicios ya nos tiene en cuenta. Sobre esto, diré que, con o sin ayuda del marketing centrado en mayores de 50, cada una de nosotras acaba componiendo su mochila de actividades, ropa, calzado, tratamientos, deportes, dieta, etcétera que mejor le encajan con los cambios de la menopausia. Suele ser lo que siempre nos gustó, aunque con la sabia exigencia de los tejidos naturales antisofocos, la hidratación diaria de la piel, la cita habitual para manicura y pedicura o el mejor estilismo del cabello.
La regla se va, sí. Toca abrir la puerta al planazo que viene después.
Nota: Las menciones a marcas y productos no llevan aparejada ninguna contraprestación
Sobre este blog
Crecí en los 70 bajo la influencia de la Señorita Pepis, un set de maquillaje para niñas del que arranca un amor interminable por el rojo de labios y el khol enmarcando la mirada. Las tendencias y la moda, la cosmética y el sublime arte del perfume me interesan con una pasión que solamente los adictos sabemos reconocer. Y sí, somos cientos de miles de personas -por cierto, muy distintas en edad y características sociales- para quienes la moda es una motivación, un bálsamo, un acicate, un exquisito pasatiempo. Ahora que Internet y las redes sociales han incendiado el mundo con la revolución fashionista, por qué no echar más leña al fuego desde las páginas de CORDÓPOLIS.
0