Ansiedad ante los exámenes
Independientemente del curso en el que se encuentren, ya sea en el colegio, instituto, universidad e incluso opositores, muchos alumnos reconocen que no han sacado la nota esperada porque se han puesto muy nerviosos a la hora de realizar el examen. Podríamos pensar que cuanto más objetivamente difícil es la evaluación mayor ansiedad se creará, pero la realidad es que hay niños ya en los primeros niveles de primaria que presentan estos síntomas.
Estar nervioso ante un examen, por supuesto dentro de unos límites, es normal e incluso beneficioso: nos ayuda, por ejemplo, a focalizar más la atención y estar más activos. Pero niveles más altos ya pueden resultar muy perjudiciales:
Las personas con ansiedad ante los exámenes empiezan a sentirse mal desde los días antes de hacer la prueba hasta el momento en el que se está realizando, donde indican que se quedan en blanco y no son capaces de recordar lo estudiado, aunque lleven varias semanas preparándolo.
¿ Cómo se manifiestan estos síntomas? Por un lado a nivel cognitivo: el alumno puede empezar a pensar que va a suspender, que no se sabe lo que le han preguntado, que no va a sacar esa asignatura en la vida… A nivel físico también se experimentan sensaciones desagradables: temblor, sudoración, notar que el corazón te palpita mucho más fuerte y rápido de lo normal, dolor de tripa o de cabeza, son las más frecuentes, aunque en cada persona se manifiesta de una forma diferente.
¿Y qué consecuencias puede tener? Pues desde abandonar el aula entregando el examen sin contestar, quedarse pensando en las preguntas y no alcanzar el resultado esperado por falta de tiempo o bloquearse y no moverse del sitio hasta que no se anuncie el fin del examen.
Muchas veces, las personas que tienen malestar únicamente en los casos donde están siendo evaluados (es frecuente que las personas que tienen ansiedad de evaluación también presenten ansiedad en otras situaciones), no le dan especial importancia y no buscan ayuda de profesionales, ya que no les afecta más que en esa área de su vida, sin embargo creo que es importante que lo hagan, ya que puede ayudarles a mejorar. En otros casos, las familias lo pasan verdaderamente mal, ya que ven que el niño o adolescente se está esforzando mucho, estudiando durante horas sin lograr un buen resultado.
Para poder intervenir en estos casos, es necesario saber, en primer lugar, a qué se debe ese miedo y cómo se ha creado: puede ser debido a una mala experiencia, por un nivel de exigencia o autoexigencia muy alto, por malas técnicas de estudio que hacen que la persona se muestre vulnerable ante la prueba, etc. Sabiendo cuál es el origen será más fácil tratarlo.
Trabajar todos los pensamientos negativos que surgen alrededor de realizar la prueba es fundamental, ya que son los precipitantes del resto de los síntomas fisiológicos.
Reforzar la autoestima es muy importante para ayudar al estudiante a que supere su miedo: por un lado, hacerle ver que, por ejemplo, no sea el mejor en matemáticas no es lo más importante, y mostrar alegría con cada pequeño logro que consiga le ayudará a valorarse más y mostrarse más tranquilo en la siguiente prueba.
Las técnicas de relajación y actividades como yoga, que ayuden a reducir la ansiedad son muy recomendables en estos casos: enseñar a realizar respiraciones cuando comience a sentirse nervioso, puede ayudar a nivel tanto cognitivo como fisiológico.
Mejorar las técnicas de estudio (de las que hablaré en otro post) puede ayudar a que la persona organice mejor su tiempo y obtenga buenos resultados, además de ir con los conocimientos más afianzados, sintiéndose más confiado ante el examen.
Y sobre todo, no hay que olvidar que a pesar de que los resultados no sean los esperados, es muy importante valorar el esfuerzo, y que la opinión de los padres tiene gran influencia en la forma en la que un estudiante interpreta sus éxitos y “fracasos”.
¡ Nos leemos la próxima semana!
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