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(DES)UNIÓN CORDOBESA

Antonio López

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En el ámbito político, con independencia del sentido común o de la razón que acompañe, cuando el temperamento se impone al intelecto, lo más probable es que se adopte una decisión desacertada y, créanme, sobre eso sé bastante. El señor Gómez, quien precisamente no es un imberbe, ha incurrido en esta máxima y las consecuencias para la formación política que lidera están siendo nefastas, hasta tal punto que, a día de hoy, afirmar que los cargos públicos de Unión Cordobesa se organizan en grupos institucionales en Ayuntamiento y Diputación es un eufemismo que sólo haya respaldo en el espectro jurídico, un ejemplo más de que el Derecho, a veces, dista mucho de la realidad.

El punto de partida de este divorcio lo hallamos en unas presuntas pintadas que el señor Baquerín, portavoz del grupo de Unión Cordobesa en la Diputación Provincial y concejal del Ayuntamiento de Córdoba, llevó a cabo en un cartel electoral con la imagen de su Jefe de filas. Cabe recordar que el citado cartel se ubicaba en la mismísima institución provincial y que todos los pasillos del Palacio de la Merced están provistos de cámaras de seguridad, por tanto, de llevarse a cabo la acción, ésta habrá quedado grabada para la posteridad. Desconozco si la expresión gráfica del Señor Baquerín tuvo o no lugar pero, teniendo en cuenta el dato antes aportado y valorando que aquél no la ha negado, presumo que los responsables de seguridad de la Diputación Provincial, prudentes y profesionales donde los haya, habrán echado unas buenas risas a costa del frenesí artístico del Señor Baquerín.

En cualquier caso, el indomable carácter del Señor Gómez, unido seguramente a consejos poco avezados o malintencionados, le llevó a iniciar una particular cruzada que bien cara puede salir a sus intereses y a los de su partido. En lugar de solventar el conflicto con diplomacia, brindando al enemigo un puente de plata para su salida, el señor Gómez y sus seguidores optaron por rodearlo de un campo plagado de minas. Si pensaban que en estas circunstancias el Señor Baquerín, un profesional liberal que no necesita de la política para su sustento, iba a renunciar a plantear batalla aún están más verdes para la actividad política que los brotes del ex Presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

Una vez que el Señor Baquerín se vio rodeado y sin salida, atacó con todo el arsenal del que disponía. Además de acusar a su antiguo líder carismático de connivencia con el partido de gobierno para satisfacer intereses personales, ha denunciado que aquél ha retirado personalmente de las cuentas bancarias de los grupos institucionales en Ayuntamiento y Diputación un total de 100.000 euros en efectivo. La imputación no es baladí, ya que tales fondos proceden de las arcas públicas y Unión Cordobesa ha de disponer de un libro de contabilidad que refleje los movimientos efectuados, el cual parece dormir en el limbo. Por otra lado, la denuncia ha reabierto el debate sobre la justificación de este tipo de recursos por el resto de grupos políticos cuyos libros de cuentas parecen también pernoctar junto con el del partido de Gómez. Así pues, si prospera la solicitud que el Señor Baquerín ha presentado ante el Registro General del Ayuntamiento para que este asunto sea tratado en pleno,  tendremos un interesante debate público al que, en otro error de estrategia, se opone el Señor Gómez aduciendo la autonomía e independencia de su formación. No obstante, alguien debería recordarle al popular empresario que una cosa es un partido político y otra bien distinta un grupo municipal, así como que una cosa es el dinero privado y otra la transparencia que ha de acompañar al dinero público.

Las sombras que rodearon la actividad privada del Señor Gómez se ciernen también sobre su vida pública y, con ellas, el partido que concurrió como alternativa a las fuerzas políticas tradicionales en las pasadas elecciones municipales se consume por disputas internas, desacreditando así un proyecto que podría haber sido muy interesante para esta ciudad la cual, en múltiples ocasiones, clama por una clase política que defienda los intereses locales por encima de los intereses partidistas. Fruto de ese anhelo, la formación encabezada por Rafael Gómez obtuvo casi  25.000 votos, convirtiéndose en la segunda fuerza municipal. Ignoro qué pensaran actualmente sus electores tras este escándalo, las consecuencias que el mismo acarreará y cómo influirá sobre la acción política a desarrollar durante el mandato corporativo que resta pero, no obstante, de algo sí que estoy seguro: Unión Cordobesa se halla más desunida que nunca.

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