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Sobre este blog

Nací en Córdoba en 1974, último año de la dictadura militar. Crecí en el Parque Cruz Conde, un barrio humilde con un gran movimiento vecinal. Mi familia provenía de la provincia, emigraron a la ciudad y empezaron sus caminos desde las portátiles y desde el recién estrenado barrio del Sector Sur. Muchos terminaron emigrando a Suiza.

Me fue bien en los estudios cuando encontré mi camino, antes me aburría en una escuela tediosa y sin sentido para mi. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca y vengo desarrollando mi trabajo como profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Córdoba. Investigo sobre arquitectura y urbanismo dentro de su dimensión histórica y social, con una mirada atenta a los procesos postcoloniales, al exilio republicano, a la arquitectura social y rural y a la vivienda cooperativa entre otros intereses. He tenido la oportunidad de trabajar en universidades como las de La Habana, Montevideo, Cornell (Nueva York) o la de Buenos Aires. Dirigí las políticas culturales de la Universidad de Córdoba durante cuatro años, una experiencia difícil para mi.

Cuando regresé a Córdoba tras licenciarme en Salamanca, me vinculé a diversos movimientos sociales como MAIZCA y especialmente a Córdoba Solidaria, coordinadora de movimientos sociales y ONG’d de la ciudad. Posteriormente estuve muy implicado en el Centro Social Ocupado Pabellón Sur.

Escribo para canalizar mis sentimientos de justicia social y democracia en el ámbito de la ciudad en la que aspiro a desarrollar mi proyecto vital. Soy lo que soy gracias a mis amig@s. Echo de menos a David Luque y a la Carmen López, la ciudad era otra con ellas.

¿Lo que más me gusta hacer? jugar en el parque con mi hijo y sus amigos.

Estoy perdido, y por eso escribo.

 

48+2

Esculturas de Marco Augusto Dueñas

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Tristes semanas para la cultura en Córdoba. A las noticias que han llegado sobre la descabellada iniciativa de Rafael Gómez y su proyecto de llevar a cabo una colección de esculturas con voluntad de estar en el espacio urbano de cincuenta cordobeses ilustres, idea que venía urdiendo en vista a la fallida capitalidad cultural europea de 2016, hay que sumarle el triste análisis que ha presentado el actual director del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) Juan José Primo Jurado sobre la base de datos de monumentos y escultura pública en la ciudad.

Rafael Gómez encargó y (sorpresa) dejó sin pagar buena parte de una serie de 50 cordobeses ilustres, obra del escultor Marco Augusto Dueñas. De entre la selección, 48 hombres reciben ese honor, por tan solo dos mujeres, Doña Aldonza y Wallada (esta acompañada de Ibn Zaydun). De las esculturas que hemos podido ver en prensa poco que decir. Una colección decimonónica que repite todos los clichés de la mala escultura, anacrónica y al servicio de este tipo de sueños de grandeza. Y tampoco sorprende la selección de Rafael Gómez en tanto que concuerda con la correlación de fuerzas masculinas hegemónicas mostradas durante toda la contemporaneidad en el apartado de escultura monumental y pública de nuestra ciudad.

Quizás habría que pedirle algo más al actual director del IAPH. Unos días después de la noticia de las 50 esculturas de Sandokán, y analizando a los cordobeses ilustres que aparecen en el estudio Patrimonio Mueble urbano de Andalucía en el que se catalogan un total de 84 esculturas públicas en Córdoba, Primo Jurado seguía por esta línea de nuestro Sandokán, señalando a aquellos cordobeses ilustres ausentes en la estatuaria pública en nuestra ciudad, que serían Abderramán I, Abderramán III y Fernando II El Santo, todas ellas previstas por el también “experto” en arte Rafael Gómez. Todas ellas hombres.

Este triste escenario es en buena parte lo que muestra nuestra ciudad y fiel reflejo de las políticas culturales que están imponiéndose en estos últimos años.

La mujer está invisibilizada en la escultura pública. Cuando aparece lo es como metáfora, símbolo o acompañante anónima de héroes y normalmente con una alta carga de sexualización. Las mujeres con nombre y apellido, mujeres reales no existen. Tenemos La regadora de Belmonte, a la que se les desliza descuidadamente la blusa para dejar casi a la vista su pecho, o su amalgama de trozos de mujer para configurar ese tan trasnochado lugar común de la belleza de la mujer cordobesa. Cabe recordar que Belmonte también tiene sus regadores hombres, un hombre mayor y un niño regando, en el barrio del Alcázar Viejo. Cada día paso por el lugar dónde está la escultura sin dejar de recordar que las que cuidan los patios en su inmensa mayoría son las vecinas, mujeres, de mi barrio, no los hombres. Tenemos también en Córdoba a mujeres como metáfora de la familia (tradicional), niñas de la mano de un cura, niñas jugando con una fuente, a una joven leyendo el periódico. Pero ninguna tiene nombre ni apellido. Esto, tristemente, ha sido un lugar común de la contemporaneidad en la mayoría de ciudades españolas. En un trabajo de campo con mis alumnas de master de la Universidad de Salamanca comprobamos que en Salamanca había más esculturas públicas dedicadas a toros de lidia con nombre que a mujeres reales.

Hace ya unos años, con las artistas Elo Vega y Rogelio López Cuenca impulsamos un análisis de la escultura pública de la ciudad en este sentido y pudimos profundizar en la lectura social y política que conduce a que hoy día estas dinámicas sigan activas en nuestra ciudad. En 2003 fue cuando se inauguró la escultura pública Vientos de cambio, del escultor José María Serrano, en el que se quiso ver una metáfora sobre el pasado y el futuro de la ciudad, pero lo que realmente vemos cada día es a un macho alfa de gigantescas proporciones en actitud paternalista con un niño, con una composición que nos recuerda a las esculturas de otros países (Alemania o Italia) en tiempos muy oscuros. La gente de la calle se encargó de dale su conocido nombre popular. No debemos reconocernos como ciudad en esta metáfora de un hombre acompañando a otro futuro hombre. La ciudad es también de mujeres increíbles que lucharon y luchan cada día en cada rincón de nuestra ciudad y que siguen siendo invisibilizadas.

El grupo de artistas Córdoba Contemporánea, donde figuran Belmonte o José María Serrano, antes de elegir tan pretencioso nombre por su capacidad de englobarlo todo, tendría que haberse percatado de que, en esa Córdoba Contemporánea de la cultura, la correlación de hombres y mujeres no es de diez hombres por cada mujer, como ocurre en su colectivo.

No creo que la solución sea tanto llenar la ciudad de esculturas públicas dedicadas a mujeres. La idea de seguir entendiendo la escultura pública tal y como se desarrolla hasta ahora sería otro paso atrás. Pero si puede ser interesante poder interactuar con las esculturas que ya hay, señalar las ausencias (no las de Primo Jurado) o feminizar el arte público mediante el trabajo de mujeres artistas. Me parecen mucho más interesantes intervenciones como el mural que hizo Rosario Villajos en la Rivera sobre las tonalidades gráficas que anuncian el cambio climático, que reflejan la actitud de visibilizar desde otras perspectivas lo que nos afecta todas, demostrando otras metodologías participativas a la hora de la producción. O los murales de María Ortega, o las performances en el espacio público que ha realizado Verónica Ruth Frías o las niñas y mujeres que junto a sus vecinos pintarán este fin de semana un mural en la piscina pública de la Fuensanta.

La incapacidad en estos últimos años de tener un plan de ciudad en lo referido a la interacción de la ciudadanía y el arte es la causa por la que es tan difícil la expresión contemporánea en esta ciudad. Se venía hablando de la creación de un Consejo Municipal de la Cultura o Mesa de la Cultura, donde poder definir planes a largo plazo que desarrollen proyectos educativos contemporáneos y valientes. La concreción de un órgano de ciudad en el que puedan definirse líneas y estrategias que reviertan en toda la ciudad dejaría paso a esta sensación de inoperancia que muestra cada día la Delegación de cultura del Ayuntamiento, y permitiría respetar los procesos pensados por todas aquellas personas que forman parte del mundo cultural en base a unas líneas estratégicas educativas, que respeten la equidad de género y que tomen conciencia de interactuar en un ciudad donde habitan mujeres, hombres, infancia, jóvenes, mayores, migrantes, dentro del espíritu de libertad y trasgresión que el arte tendrá siempre.

Sobre este blog

Nací en Córdoba en 1974, último año de la dictadura militar. Crecí en el Parque Cruz Conde, un barrio humilde con un gran movimiento vecinal. Mi familia provenía de la provincia, emigraron a la ciudad y empezaron sus caminos desde las portátiles y desde el recién estrenado barrio del Sector Sur. Muchos terminaron emigrando a Suiza.

Me fue bien en los estudios cuando encontré mi camino, antes me aburría en una escuela tediosa y sin sentido para mi. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca y vengo desarrollando mi trabajo como profesor titular de Historia del Arte en la Universidad de Córdoba. Investigo sobre arquitectura y urbanismo dentro de su dimensión histórica y social, con una mirada atenta a los procesos postcoloniales, al exilio republicano, a la arquitectura social y rural y a la vivienda cooperativa entre otros intereses. He tenido la oportunidad de trabajar en universidades como las de La Habana, Montevideo, Cornell (Nueva York) o la de Buenos Aires. Dirigí las políticas culturales de la Universidad de Córdoba durante cuatro años, una experiencia difícil para mi.

Cuando regresé a Córdoba tras licenciarme en Salamanca, me vinculé a diversos movimientos sociales como MAIZCA y especialmente a Córdoba Solidaria, coordinadora de movimientos sociales y ONG’d de la ciudad. Posteriormente estuve muy implicado en el Centro Social Ocupado Pabellón Sur.

Escribo para canalizar mis sentimientos de justicia social y democracia en el ámbito de la ciudad en la que aspiro a desarrollar mi proyecto vital. Soy lo que soy gracias a mis amig@s. Echo de menos a David Luque y a la Carmen López, la ciudad era otra con ellas.

¿Lo que más me gusta hacer? jugar en el parque con mi hijo y sus amigos.

Estoy perdido, y por eso escribo.

 

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