La sangre del Nacional
Esta semana –el 14 de mayo- cumplió 111 años el Club Nacional de Montevideo. El conjunto tricolor es el decano del fútbol uruguayo y no hay ningún buen aficionado a este equipo que no conozca la historia de su jugador más admirado: Abdón Porte.
La historia comienza en 1911. Ese año Abdón Porte, un hombre fuerte, con aspecto “morochón y peloduro” como lo describe el escritor Xosé de Enríquez recala en el Nacional procedente de Colón. En estos primeros tiempos del fútbol moderno, muchos como Porte trataban de ganar con el cuero una fama y una posición que por su origen les resultaría imposible de alcanzar. Su aspecto recio y su tez oscura le valen el apodo de “El Indio”. Juega de mediocentro defensivo, lo que sería un moderno “5”. Pronto se gana el cariño de su afición, tanto por su gran rendimiento sobre el verde –cuentan que era bueno en la recuperación, en el juego aéreo y muy solidario- como por sus cualidades humanas. Se gana la jerarquía de capitán del equipo y, casi de inmediato, se convierte en un hincha más del equipo que le ampara.
Todo va bien para Porte hasta 1918. La dirección deportiva de Nacional entiende que otro jugador, Zibechi, estaba más capacitado que Porte para ocupar esa demarcación. Que Porte, con 25 –o 26, no se sabe- años, ya no es el que era. Que debe ser suplente.
El Indio no lo comprende. No acepta que él, que lo dio todo por el conjunto tricolor, ya no pueda resultar útil. Se considera un estorbo. Un resto de serie. Alguien a quien la vida le ha regalado, a cambio de un sacrificio innegable, un discreto segundo plano. Se ve ausente. Lejos de la gloria.
El 4 de marzo de 1918 Nacional recibe al Charley y le vence 3-1. Porte juega y lo hace muy bien, según las crónicas. Después del partido, como era tradicional en aquellos tiempos, directivos y jugadores del equipo se reúnen en la sede social del centro del Montevideo para celebrarlo. Porte, a la una de la madrugada, se disculpa y se marcha. Toma un tranvía, pero no para ir a su casa. Llega a las puertas del estadio donde se hizo célebre, el Gran Parque Central y entra al terreno de juego. Está solo. No suenan los cánticos de los hinchas. No suena el silbato. Se coloca en el centro del campo. Saca una pistola y se la pega en su pecho, a la altura de su corazón. Dispara. Muere en el acto.
A la mañana siguiente, un operario del club de Tenis de Nacional encuentra su cadáver. A su lado, debajo de un sombrero de paja, hay dos cartas. Una a un familiar, la otra –la que se ha hecho célebre- al entonces presidente del club, José María Delgado, decía esto:
“Le pido a usted y demás compañeros de Comisión que hagan por mí como yo hice por ustedes: hagan por mi familia y por mi querida madre.
Adiós querido amigo de la vida
Abdón Porte.
Nacional aunque en polvo convertido
Y en polvo siempre amante.
No olvidaré un instante
Lo mucho que te he querido
Adiós para siempre“.
A Porte le enterraron, como era su voluntad, junto a dos compañeros –los hermanos Céspedes- que murieron de viruela poco antes. Un dirigente del equipo tricolor afirmó tras su entierro que “amaba a Nacional como el creyente a su fe, como el patriota a su bandera”.
En 1932 la profesionalidad llegó al fútbol uruguayo, dos años después después de ganar su primer Mundial. Porte, el hombre que se hizo leyenda por pegarse un tiro cuando sentía que ya no podía ayudar más a su equipo, nunca lo vio. Una tribuna del estadio donde se suicidó lleva ahora su nombre y los hinchas de Nacional despliegan una pancarta con su rostro en ella que reza: “Por la sangre de Abdón”.
P.S. Sobre el suicidio de Abdón Porte hay tres cuentos célebres. El primero, que le dio relevancia a la historia, lo escribió Horacio Quiroga y se titula “Juan Polti”. También “Muerte en la cancha”, de Eduardo Galeano, dentro de su “El fútbol a sol y sombra”. Eduardo Vasconcellos escribió “Suicidio en la cancha de Parque Central”.
Enlace que desgrana la historia: http://www.nacionaldigital.com/historia/Hechos/porte.htm
En youtube sobre la historia de Abdón Porte: http://www.youtube.com/watch?v=27YFo2oyWlU
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