El árbitro que se autoexpulsó
¿Puede un juez juzgarse? ¿Puede, acaso, condenarse? Esta reflexión tan inmersa en la entropía tiene una rápida respuesta en el mundo del fútbol. Sí. Hasta dos historias se pueden contar, puro metafútbol, de sendos árbitros que se obligaron a marcharse antes de tiempo del campo. Que se autoexpulsaron. Ambos casos en el Reino Unido.
Andy Wain estaba dirigiendo en 2005 un partido de liga amateur entre el Peterborough North End y el Royal Mail AYL. No lo estaba haciendo bien y los futbolistas no paraban de reclamarle prácticamente cualquier acción, por nimia que fuera. En un momento del choque el portero del North End comenzó a quejarse por una falta no señalada cuando el colegiado Wain soltó su silbato, se fue hacia el guardameta y le retó con la mirada a un palmo, como desafiándole a un duelo a puñetazos. En el acto, suponemos compungido, el árbitro sacó de su bolsillo una tarjeta roja y se la mostró por el lado menos habitual. Como quiera que no había un sustituto, el partido se suspendió tras esa surrealista escena. Wain reconoció a posteriori que “siendo honesto, no debería haber oficiado ese partido” alegando ciertos problemas personales en los días previos. Y añadió: “Fue muy poco profesional. Si un jugador hubiera hecho esto le habría expulsado, así que tuve que irme. Escuché al portero decir ‘siempre es lo mismo contigo, árbitro’, fue la gota que colmó el vaso, pero luego fui capaz de calmarme”.
Más lejos llegó Melvin Sylvester mientras juzgaba un choque entre el Southampton Arms y el Hurstbourne Tarrant de otra liga local en 1998. Después de ser provocado, según relató después, en un momento del choque el árbitro se abalanzó sobre un jugador que le llegó a empujar y le golpeó en repetidas ocasiones con el puño en la cara. “Perdí la cabeza”, dijo. Y se expulsó sin miramientos. El partido continuó sin el violento trencilla, toda vez que un espectador se hizo cargo de lo que quedaba de partido. Posteriormente, Sylvester fue multado con veinte libras y castigado durante seis semanas por la Federación de Hampshire. No le gustó ni un pelo la condena: “estoy furioso. El comité disciplinario tiene unas prioridades equivocadas. Ellos me condenaron por pegar, pero no tuvieron en cuenta las circunstancias. Se pusieron del lado del jugador”. Es de desear que Sylvester no se topara con los miembros del comité de la Federación de Hampshire tras el veredicto. Podría haber sido un encuentro…traumático.
P.S. La historia contada en The Guardian: http://www.theguardian.com/football/2009/apr/01/referee-sent-off-footballers-honoured-the-knowledge
0