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Azorín y el Rey Heredia

José María Martín

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El Colegio Rey Heredia fue uno de los seis “grupos escolares” diseñados en 1919 para Córdoba. Los cinco arquitectos residentes en la ciudad en estos años elaboraron gratuitamente esos seis proyectos. El situado en el Campo de la Verdad fue proyectado por el arquitecto Francisco Azorín Izquierdo, que también diseñó el actual colegio Colón. Azorín había reclamado la escolarización para todos los niños de Córdoba, al entender que “la cultura es fuente prodigiosa de riqueza y los millones de cerebros que se dejan yermos han de ser minas de oro, campos fecundísimos que harán prolífica, rica y amable la tierra donde actúen”. Han leído bien: “amable”. El mismo Azorín fue aquel político que reclamaba para la clase obrera en esa difícil década de los años 20 “casa cómoda, higiénica y bella”. Sí, han leído bien: “bella”, “agradable a los sentidos, … de conjunto estético de proporciones y en colorido para que afine los sentidos elevados del hombre y ennoblezca sus formas”.

En 1917 proyectó la construcción de una ciudad jardín en Córdoba, a donde había llegado en 1913. Ecléctico, no estuvo adscrito a un solo movimiento arquitectónico sino que tomó de todos, en medio de un ambiente de incertidumbre sobre la identidad arquitectónica de Córdoba: para unos necesariamente tendente al Regionalismo y sus variantes (Facultad de Veterinaria –actual Rectorado- de Domínguez Espúñez), para otros necesitada de Modernismo (casa Álvarez Cid –actual Colegio de Arquitectos- de Adolfo Castiñeyra), y para otros más carente de edificios adscritos al llamado Racionalismo o a los denominados Movimientos Modernos de los que hay ejemplos aún en Ciudad Jardín o en zonas residenciales como la Sierra. Coincide este primer tercio del siglo XX con la construcción del nuevo centro de Córdoba (Gondomar, Claudio Marcelo, Tendillas y Cruz Conde).

Francisco Azorín realizó 120 obras entre 1917 y 1936, cuando tuvo que exiliarse a México. Propuso la recuperación del alcantarillado islámico como solución a los problemas de saneamiento en la ciudad, además de las ya mencionadas preocupaciones por la vivienda social y una escuela que reclamaba “con aire y sol, con árboles y flores, con espacios para juegos gimnásticos, trabajos manuales y orfeones musicales”. Fue concejal del Ayuntamiento de Córdoba.

El Colegio Rey Heredia iba a ser derribado, según se decidió al redactar el PGOU que rige nuestro destino. El gobierno del PP ha decidido no derribarlo y yo no tengo argumentos para defender ni lo uno ni lo otro. Si defiendo que la ilegal Acampada Dignidad, cuyo pecado fue la patada en la puerta para ocupar este edificio, ha conseguido agilizar la cesión del mismo al Consejo de Distrito Sur que sabrá darle uso. También veo que el cinismo se ha apoderado del portavoz del gobierno, Miguel Ángel Torrico, que culpa a Acampada Dignidad del retraso en la cesión de un edificio que, estoy seguro, habría seguido abandonado y sus vecinos sin respuesta de la administración si los anarcoides no dan la injustificable patada en la puerta. Ese cinismo, sólo sería alcanzado si algún cargo de la Junta de Andalucía se le ocurriera decir que el C4 sigue cerrado por culpa de los artistas contemporáneos.

No sé qué habría dicho Francisco Azorín de todo este derroche de “cerebros yermos” que nos rodea. Su personalidad fue abordada en un ciclo de conferencias en 1990, cuyo promotor fue Francisco R. García Verdugo, funcionario de la Gerencia Municipal de Urbanismo, y al fallecer éste en 1999 sus amigos del grupo de investigación ARCA decidieron publicar en 2005 un libro con textos e imágenes de aquel ciclo. Nació así “Francisco Azorín Izquierdo. Arquitectura, urbanismo y política en Córdoba (1914-1936)”, de la colección Arca Verde y bajo el amparo del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba. Imprescindible, de él he tomado entrecomillados e información sobre Azorín y este periodo.

Gracias, de nuevo, a Ana Zamorano por presentarme –a través de este libro- a Azorín y a García Verdugo.

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