Los problemas

Según la última encuesta del CIS, el 30% de los españoles cree que el primer problema del país es la inmigración. Pero el principal problema de los encuestados es, también al 30%, la crisis económica. Después aparece la sanidad. La inmigración baja al quinto problema de los españoles cuando se le pregunta por lo que más le afecta en su vida diaria. Y no en lo que ven por la tele o le comparten por redes sociales o whatsapp.

Como escribe Jorge Dioni, “no es un fallo del sistema, sino el sistema funcionando perfectamente”. A finales del siglo XIX, cuando los proletarios del mundo se estaban uniendo en internacionales socialistas, surgió como por combustión espontánea un fenómeno ideológico muy poderoso: el nacionalismo. Los trabajadores dejaron de ser fraternos entre sí, hubiesen nacido en Córdoba o en Pekín. Y acabaron entre 1914 y 1918 pegándose tiros en trincheras y muriendo por millones. Entre 1939 y 1945 se repitió la misma historia, aunque de manera mucho más bestia. Y no aprendemos.

Cuando el sistema detecta fisuras, reacciona. Si la cosa estalla por la vivienda, por la falta de soluciones habitacionales para los menores de 40 años, lo mejor es enfrentarlos con un enemigo tan poderoso como el de los inmigrantes que vienen a buscarse la vida. Mucho mejor que hacerlo contra los fondos de inversión o los grandes tenedores de vivienda, que están alterando, otra vez, los precios para obtener unos enormes márgenes de beneficios.

O quizás llenarles la cabeza con eso de que solo si quieres puedes, que tú eres el único que puede arreglar tu vida, no seas uno de los que se quedan atrás, conviértete en élite y hazte rico siguiendo mis consejos. Mucho mejor que organizarse de manera colectiva para plantar cara como siempre lo ha hecho la humanidad: colaborando entre sí.

Si hay algo en lo que ha destacado el homo sapiens es en su capacidad de colaborar con otros iguales. Aunque sea para hacerse la guerra y exterminar a los homo sapiens al otro lado del río. El poder colectivo, la fuerza del número, es lo que de verdad ha hecho cambiar las cosas. Nunca existió una mano invisible que regulara el mercado por sí solo, jamás funcionó el liberalismo para generar igualdad porque nunca se parte desde el mismo punto de partida.

Ahora, que los tiros van por otro lado, nos enseñan como problema a la inmigración, cuando asistimos a un problema como especie, como advirtió el expresidente de Uruguay, Pepe Múgica. El mundo asiste dividido a un problema global como es el cambio climático, que lo cambiará todo. Y no, efectivamente no dará igual dónde estemos ni quiénes seamos: este verano ha habido unas lluvias catastróficas en el Sahel, que han desplazado a más de dos millones de personas y han matado a miles. Mucha más gente se ha quedado sin sustento y sin una forma de ganarse la vida.

Unas lluvias similares en intensidad han asolado Europa Central, donde hay millones de euros de pérdidas. El ejército alemán ha vuelto a Polonia, para ayudar y no para invadir, como en 1939. Pero nadie se ha preocupado por el Sahel. Bueno, sí, cada vez que llega un cayuco de gente desesperada a Canarias. Pero para mal. Los problemas.