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Elogio de la equidistancia

Alfonso Alba

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https://youtu. be/5_4PoAC2KTQ

Nadie ha dudado nunca del hecho de que verdad y política mantengan entre sí una mala relación, y, que yo sepa, nadie ha incluido la sinceridad entre las virtudes políticas. Siempre se ha considerado que las mentiras eran instrumentos necesarios y legítimos no sólo del oficio de político o demagogo, sino también del oficio de estadista.Nicolás Maquiavelo

No voy a descubrir América afirmando que los políticos, todos, no suelen ser sinceros. Tampoco que quizás por eso los políticos y los periodistas no siempre nos llevamos bien. Y se atribuye a un político, a Gramsci, una de las máximas del periodismo: Dire la verità è rivoluzionario (la verdad es revolucionaria).

Esta semana he visto Mientras dure la guerra, la película de Alejandro Amenábar sobre los últimos días de Miguel de Unamuno, su relación con el golpe de estado de 1936 y su espectacular discurso final, el Venceréis pero no convenceréis. Y he leído miles de tuits y hasta críticas acusando a la película de “equidistante”.

Y estoy de acuerdo. La película es equidistante y no necesita nada más para contar exactamente qué fue lo que pasó en aquellos meses de 1936, hasta dónde llegaban las contradicciones intelectuales y personales de uno de los mejores escritores de la historia de España, y cómo fue su valiente proceso de desengaño.

Más allá de algunos planos como el final, de la ambientación musical y de algunas escenas recreadas, la película es tremendamente equidistante. Y eso es bueno en estos tiempos absurdos de trincheras. Porque insisto en que la verdad es revolucionaria.

Mientras dure la guerra puede ser otra maldita película sobre la Guerra Civil, sí. Pero el equidistante ejercicio de sentarse a verla sabiendo que eso fue exactamente (salvo algún error) lo que pasó es revolucionario. Dudo que haya blanqueamiento alguno, como he leído, del franquismo. De la misma manera que tampoco pienso que la película tenga que gustar a la izquierda canónica como tal. Y eso es bueno.

En tiempos de fake news, la verdad es más revolucionaria que nunca. Aunque duela. Y quizás por eso, porque tiene que doler, también es más necesaria que nunca.

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