Devuélveme la pasta

“Lo que me debes me lo tienes que pagar”. En España falta mucha pedagogía. Para muchas cosas, pero también para saber porqué y para qué pagamos impuestos. Yo, por ejemplo, que soy autónomos estoy harto de decir que más de la mitad de lo que gano se lo lleva el Ministerio de Hacienda. Entre la cotización a la Seguridad Social por autónomo, el 15% del IRPF, el 21% de IVA que paga la prensa digital (la de papel solo el 4%, cosas de la vida) y ahora el 20% del impuesto de Sociedades, creo que contribuyo de sobra con el Estado.

¿Para qué? Para recibir servicios.

Supuestamente, en el futuro tengo que cobrar una pensión (con nuestros impuestos pagamos las actuales), para que nos construyan carreteras, colegios para nuestros hijos, hospitales que nos atiendan cuando enfermamos, y que los servicios públicos y sociales sean efectivos. Vale. Uno lo paga todo encantado.

El problema es cuando el Gobierno diseña unos presupuestos generales del Estado que discriminan a territorios en función de los votos que necesite en el Congreso: Coalición Canaria, el PNV... O para apagar, al estilo siglo XIX y XX, al nacionalismo catalán. ¿Usted se quiere separar? No se preocupe, que nosotros pagamos. Y tan contentos.

Córdoba se puede sentir agraviada. Y mucho. Es cierto que la mayor parte de las grandes obras ya están hechas. Tenemos AVE (porque estamos camino de Sevilla, no por otra cosa, no flipen mucho), tenemos autovías y hasta tenemos un aeropuerto que nadie pidió y que no sirve para nada. Pero ahora nos hace falta como el comer una obra de apenas un millón de euros para evitar que un día se mate alguien saliendo a la autovía desde el Arenal. O un puñado de millones de euros (no más de cinco) para construir estaciones que amparen el servicio de Cercanías. O dinero para evitar las travesías de la N-502 en Los Pedroches, o desdoblar la parte más peligrosa de la N-432.

Los cordobeses también pagamos impuestos. Tanto como cualquiera, y no nos merecemos que nos discriminen de esta manera. ¿O sí? Cualquiera sabe.