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Cicuta para la izquierda

Planta de cicuta, el veneno más antiguo de la historia.

Alfonso Alba

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La política vuelve a ser tan poco de la gente y tanto de unos pocos (no me atrevería a llamarlos élites, aunque se le empieza a parecer) que los partidos que pidieron el voto para que en España no gobernase la ultraderecha son los mismos que no se han puesto de acuerdo para que gobierne la ultraderecha y que ahora volverán a pedir el voto para que no gobierne la ultraderecha. Tremendo bucle.

Olvídenlo. Esto no va de programa, de ideologías, de reformas, de otra España es posible. Esto va de líderes y, desde luego, de testosterona. De, ¿a qué no eres capaz de destrozar a? ¿Cómo que no? Sujétame el cubata.

Pedro y Pablo, Pablo y Pedro, no se soportan. Muchos líderes del PSOE no aguantan a muchos líderes de Podemos. Y viceversa. Igual que antes tampoco soportaron nunca a los líderes de IU. Ni los líderes de IU a ellos.

En esta extraña situación, el bloqueo se produce, precisamente, por la supervivencia del cargo. Pablo sabe que o logra ministerios o la crisis que se le abre en Podemos bajo sus pies es de traca. Pedro ha olido la sangre y quiere acabar para siempre y como alternativa con ese movimiento político que surgió a la izquierda del PSOE y que puso al histórico partido contra las cuerdas.

Esta semana saldremos de dudas tras uno de los veranos más tediosos que recuerdo. Semanas y semanas poniendo informativos con la misma cantinela y las mismas preguntas: ¿Habrá o no elecciones? ¿Habrá o no acuerdo? Con Podemos haciendo malabarismos para lograr un gobierno de coalición que tuvo al alcance de la mano hace dos meses. Y con un PSOE cerrado en banda, leyendo encuestas y deseando que se repitan las elecciones.

Insisto. El PSOE ha olido sangre. A quien menos le interesa el adelanto electoral es a Podemos, está claro. ¿O a todo el país? Aunque suba en votos, que está por ver, seguirá necesitando llegar a un acuerdo con su “socio preferente” o el país estará condenado a unas terceras, cuartas, quintas elecciones, en ese bucle infinito en el que se ha convertido la política española.

Por primera vez en años escucho discursos abstencionistas. Esta misma semana, el periodista Juan Soto Ivars la defendía para que a medio plazo la izquierda tuviese futuro. Es una teoría de que para que algo se reconstruya se tiene que destruir. Y ahora mismo la izquierda política española parece aguantar con respiración asistida ante un desastre al que camina de la manita y parece que hasta contenta.

No sé qué va a pasar esta semana. Pero sí sé que la repetición electoral no es una solución. dudo mucho que el escenario dé un vuelco. Y si lo da, dudo más aún que sea favorable para la izquierda española, que una vez más y van unas cuantas se vuelve a suicidar.

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