Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.
El Tour de Francia invisible
¿Intentasteis seguir el Tour de Francia femenino este verano en los medios generalistas? ¿Lo habéis conseguido? El Tour de Francia es un acontecimiento deportivo y mediático ineludible cada verano, y seguir cada etapa a la hora de la siesta es para muchos de nosotros una magdalena de Proust, un ritual sin el cual el verano no sería exactamente lo mismo. Y así debería ser para los medios de comunicación generalistas que lo cubren. Pero no es el caso.
La motivación de este artículo surge de una observación: este verano, entre el 12 y el 17 de agosto, tuvo lugar el Tour de Francia femenino. Fue una competición de altos vuelos, con el suspense de quién la ganaría pendiendo sobre los minutos finales de la última etapa. Fue una carrera por etapas que reunía todos los requisitos de una competición ciclista de alta fragancia: deportistas de alto nivel, paisajes encantadores, una trama espectacular, competición abierta hasta el final, suspense. De hecho, este año el Tour de Francia femenino fue mucho más competitivo e interesante que la carrera masculina en todos estos aspectos. Y debemos resaltar que hasta muy poco, la historia del Tour de Francia femenino no ha sido fácil. Pero desde 2022 y la reorganización de la competición, así como su progresivo alargamiento (de hecho, en 2025 contará con 9 etapas, en lugar de las 8 de este año), la prueba ya no pasa desapercibida y es una cita importante en el calendario de los equipos profesionales. En resumen, es un acontecimiento ineludible y de enorme repercusión social.
Y los medios de comunicación generalistas, a los que no se les ocurriría ni por un segundo dejar de cubrir las grandes carreras por etapas masculinas (Tour de Francia, Giro, Vuelta), se olvidaron por completo de mencionar el Tour de Francia femenino de este verano. Sí, olvidado. Un Tour de Francia totalmente invisible. Hemos consultado los principales diarios nacionales, rastreado las noticias deportivas día tras día, y ni un solo artículo comentaba el Tour femenino. Y no hablo de un solo periódico, sino de varios. Algo horrorizadas, decidimos escribir a las redacciones en cuestión para pedirles explicaciones.
Nos dieron justificaciones dispersas relacionadas con el panorama del verano deportivo: el Tour de Francia femenino empezaba justo después de los Juegos Olímpicos y la Eurocopa, y las redacciones habían estado desbordadas de trabajo. No se plantea que algunos de los equipos ya estaban en Francia, con lo que podrían haber prolongado su estancia una semana para cubrir el evento. O recurrir a las numerasas agencias de noticias. Evidentemente, los diarios en cuestión no valoraron en absoluto la importancia de la competición. Por supuesto que no. Una carrera femenina por etapas. ¿A quién le va a interesar?
Este «descuido» se refiere en realidad a algo mucho más importante, que incide directamente en la socialización de los jóvenes. Para que entendáis a dónde quiero llegar, un breve recordatorio: nos construimos como individuos y nos socializamos a partir de modelos que se nos imponen y cuyos comportamientos, actitudes, maneras de hablar y opiniones interiorizamos poco a poco, sin darnos cuenta. Estos modelos son, en primer lugar, las personas cercanas a nosotros, pero los medios de comunicación no tardan en proporcionárnoslos en abundancia. Los deportistas profesionales desempeñan un papel crucial en la formación de nuestros gustos y prácticas. La cobertura mediática del deporte profesional nos llega desde una edad temprana, y algunos deportistas son tan estrellas que pueblan los sueños de generaciones de niños y adolescentes. Estos niños reproducen el deporte practicado por su ídolo y desarrollan todo un habitus* gracias a la práctica deportiva.
Esto es especialmente cierto en el caso del fútbol, que acapara una parte enorme del paisaje mediático deportivo. Y su repercusión mediática ha contribuido, en parte, en las últimas décadas a que la federación de fútbol sea la que más afiliados atrae en España (más de 1,2 millones en 2023, muy por delante de los 411.000 afiliados de la federación de baloncesto). El fútbol es un deporte que, hasta hace poco, sólo interesaba a los medios de comunicación cuando se trataba de fútbol masculino. Las cosas están cambiando, los equipos femeninos de fútbol profesional ganan audiencia, y, a pesar de todo el camino que queda por recorrer, por fin se les toma en serio y dan otra imagen del deporte profesional: el deporte femenino. Es vital y gratificante que la cobertura mediática del fútbol femenino esté cambiando, porque es “El Deporte” hegemónico, tanto en tiempo de emisión como en participación. Pero cuando se trata de otros deportes, todavía estamos muy lejos.
Y aquí llegamos al meollo del problema: la escasa mediatización del ciclismo femenino priva a niñas y mujeres de modelos de conducta, inspiración y motivación para pedalear. Ver cada año las grandes carreras femeninas cubiertas de la misma manera que las masculinas (así como la equiparación gradual de las pruebas masculinas y femeninas en cuanto a distancia y dureza) sería el mejor ejemplo posible de que las mujeres están hechas para la competición y el rendimiento de alto nivel. Que hay corredoras maravillosas, que rompen con lo convencional y compaginan la maternidad con la competición internacional. Que el deporte de alto nivel y el espectáculo audiovisual que genera es igual de interesante para las mujeres (por ejemplo, nos podemos atener a los índices récords de audiencia de la final femenina de la Eurocopa del 2022).
Y sobre todo, dado que la sociedad se construye sobre mitos e historias colectivas, y los individuos sobre modelos derivados de estos mitos, todos necesitamos desesperadamente estas historias e imágenes de campeonas. Ya es hora de que las niñas desarrollen también confianza en sí mismas, su espíritu competitivo y su explosividad física. ¿Por qué? Porque el habitus desarrollado a través del deporte es útil en muchos otros aspectos de la vida cotidiana. En particular, tiene repercusiones en el plano profesional: negociar un aumento de sueldo, hacer valer tu punto de vista en las reuniones de equipo, imponerte frente a los numerosos hombres a los que les encanta escucharse hablar y monopolizar el debate, etc. En todo ello, el deporte puede ayudarnos (a las personas que nos identificamos como mujeres), desde la más tierna infancia, a desarrollarlo. De hecho, todos los estudios sociológicos sobre el techo de cristal muestran que uno de los factores que explican las desigualdades profesionales entre hombres y mujeres es la autolimitación de las mujeres y su reticencia a «venderse» profesionalmente.
Pero también, porque una mayor cobertura mediática de las competiciones femeninas cambiará también la imagen que la sociedad en su conjunto, todavía, tiene de las mujeres, y el lugar que se nos otorga. No somos pequeñas cosas frágiles, débiles, lentas y que se quedan sin aliento rápidamente.
Hay otro problema con esta infra mediatización del deporte femenino: no refleja plenamente la realidad. Existe una brecha entre el tiempo y las páginas dedicadas a cubrir el deporte femenino y las mujeres que lo practican, ya sea a nivel aficionado o profesional. Aunque siga habiendo muchos más hombres que mujeres practicando un deporte determinado, es evidente que hay muchas más mujeres deportistas de lo que sugiere su representación en los medios de comunicación.
Si hablamos de ciclismo, en cualquier competición o prueba, hay un grupo visible de mujeres que corren. Y tiran de los pelotones de los hombres, superando a muchos de ellos. Y no es raro encontrar perfiles de mujeres ciclistas, en los pelotones, concentraciones o competiciones, que algunas además de ser madres, son también ultracorredoras, nadadoras, escaladoras y ejecutivas de grandes empresas. Y no vemos a muchas de estas joyas representadas públicamente o en los medios de comunicación.
¿Y por qué? Porque los medios de comunicación, como el resto de nosotros, están en gran medida impregnados del patriarcado y sus tópicos. Uno de ellos dice que el deporte femenino no «vende», que las mujeres que hacen deporte no son espectaculares. El Tour femenino de este verano, en otros países, o la Eurocopa del 2022 lo invalidaron por completo. Y cuando se retransmite/comenta el deporte femenino, los micromachismos pervierten el retrato de las deportistas: cosificación, comentarios sobre actitudes y apariencias físicas, vida privada, etc. Mucho más que sobre la técnica o el rendimiento. El tratamiento mediático de las deportistas es muy desigual al de sus homólogos masculinos.
El patriarcado se perpetúa a sí mismo, apoyándose en múltiples estructuras, una de las cuales son los medios de comunicación, en los que, conscientemente o no, la infrarrepresentación y/o la representación sesgada de las deportistas contribuye a mantener una imagen tópica de la mujer como ser frágil e incompetente para el deporte. Y así cerramos el círculo.
Así pues, aunque parezcamos ir por el buen camino en términos de mediatización del deporte femenino, recordemos que, como adultos y educadores, debemos mostrar a los más jóvenes todos estos ejemplos de mujeres fuertes, animar a nuestras niñas a practicar deporte y desarrollar su competitividad, y repetirles cada día que pueden hacer absolutamente de todo con brillantez, en chándal o vestidas, ya sea escalar una montaña, reparar un coche, ganar mucho dinero trabajando en finanzas, o salvar el mundo plantando árboles y dando a luz a niños conscientes que seguirán haciendo de nuestra sociedad un lugar mejor. Como ciudadanía debemos permanecer vigilantes y denunciar públicamente los agravios en materia de cobertura mediática. Que nunca más olvidarse del Tour de Francia (o de cualquier otro deporte) pueda ser una opción.
* El habitus es un término acuñado por el sociólogo Pierre Bourdieu, se refiere a un conjunto de disposiciones, comportamientos y actitudes, conscientes o inconscientes, que un individuo ha interiorizado a lo largo de su socialización.
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Manon y Julio han recorrido medio mundo en bicicleta y están empeñados en montar al otro medio sobre dos ruedas para propagar los beneficios de la movilidad activa. Discípulos de Malabrocca, llevan lustros investigando sobre intermodalidad, urbanismo, mecánica o educación. Siempre en y sobre sus velocípedos. Como profes que son, les encanta aprender. Están convencidos que esto de la movilidad activa es la solución a la insoportable levedad del ser en la era del petróleo. Para ello han puesto a pedalear todo lo que han aprendido en su formación en sociología, economía, pedagogía, turismo o gestión cultural. Y han metido todo en una coctelera para fundar Revelociona SCA. Los de Cordópolis les han dejado esta esquinita para compartir los paisajes, análisis y resultados que ven desde su manillar.
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