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Hablemos

Ángel Ramírez

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Desde el pasado 25 de mayo no paramos de hablar. Vas por la calle y escuchas las conversaciones con tono sorprendido, te encuentras con viejos amigos y te dicen con sonrisa cómplice ¿ qué te parecieron las elecciones?, hablamos de eso y de cómo nos va, del colegio de nuestro hijo, de cómo vemos el futuro, de pronto este país empieza a parecer un poco nuestro, y nos sentimos acompañados. Todo este tinglado había conseguido que nos sintiéramos solos, raros, fallidos, y cuando nos ponemos a hablar encontramos las mismas rarezas en los demás, y la misma sensación de estafa, de que en un momento todo cambió y se nos hizo ajeno y no nos dimos cuenta, la democracia era “como un cuchillo sin mango al que le quitan la hoja”, una nada en la que flotábamos como los astronautas lo hacen en el espacio.

Ahora toca hablar, reconocernos, descubrir cómo nos hemos sentido estos años en que los cursis institucionalizados nos invitaban a votar en lo que llamaban la fiesta de la democracia, y a nosotros nos parecía un  funeral, un día más de derrota y extrañamiento, un teatro que siempre terminaba igual de mal. Decía el sociólogo Jesús Ibáñez ( lo van a ver citado más veces en los próximos tiempos) que“una revolución es una gran conversación”, un diálogo sin sentidos prescritos, en la que todos podemos hablar con todos. Una gran conversación, una asamblea, una revolución , todo es lo mismo, reconocernos y cuestionar a quien nos separa, una vacuna para el “nada para el pueblo pero sin el pueblo”.

Siempre hay un contable que termina con la conversación, contar es lo mismo y lo contrario de contar, y han empezado a echar cuentas y cuentos. Que si esto más esto más aquello, que si coaliciones o plataformas. Mientras dure la conversación franca, expresiva, emocionada, seguirá creciendo el ámbito de lo posible, correrá como un reguero la ilusión de compartir pueblo, país, poder. Cada confidencia, cada intimidad susurrada es una vía de agua en el Titanic, y la manera de que siga creciendo es seguir hablando sin contables. La negociación de cómo nos organizamos clausura la fiesta, limita el espacio y reconduce al orden, ahí se frena el cambio y ya sólo queda gestionar, cuando se negocia ya no hay más que hablar y viene el representante  a invertir el capital. Estábamos habla que te habla y ha caído un rey, y si no paramos los veremos caer uno tras otro, porque no hay poder que resista la conversación libre de la ciudadanía.

Realmente esta verborrea comenzó hace ahora tres años, un 15 de mayo de 2011, pero se fue perdiendo entre el cacareo y la simulación y nos quedamos mudos durante un tiempo. Se habían quedado contentos, el 15m no era más que una algarada ingenua, dónde creían que iban sin organización, sin jerarquías, sin normas. Ahora se les ha quedado cara de Ancelotti, un rostro de sorpresa que espero que no pierdan en las próximas elecciones, y celebremos tod@s la fiesta de la democracia.

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