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La Comarca

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Ángel Ramírez

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Lo pensé mientras me atendía un camarero en un bar de al lado. Era simpático, parecía distraído y llevaba el pantalón caído, supongo que es una moda, aunque una amiga mía dice que los chicos se están quedando sin culo. De pronto caí en que el chico se parecía a lo que pasaba a mis espaldas, por no se sabe muy bien qué unas cuantas gentes habían decidido instalarse juntas y aquella esquina inodora e incolora tomaba vida.

De pronto estaba el Munda, Mayo Mayea, La Biosfera, Margarita Merino y su obra, y al otro lado, la inexplicable Combo,  y Radio Córdoba, un todo terreno que aún así mantiene la curiosidad y la confianza en lxs despistadxs. Con sus incrustaciones de la Córdoba hostelerocentrista, y alguna tienda de ropa ahora difícilmente clasificable (pijamas, batas, vestidos de cristianar…), de pronto emergía en la céntrica  calle García Lovera una especie de mini  Fuencarral, y el pequeño rinconcito parecía un sitio lleno de posibilidades.

Aquello parecía La Comarca,  simpático, acogedor y femenino, en un paisaje de orcos corporativos, cadenas de nazguls  y troles, ofrecían el trabajo de muchos creadores y creadoras de la ciudad, kilómetro 0, artesanías creativas, ADN local y universal, inspiraciones étnicas y revivals. Caímos en que aquello era mucho más que una calle, parecía más grande, más interesante, un lugar. Demasiado bueno para ser verdad y hace unas semanas ya tuvimos dos bajas, Biosfera y Mayo Mayea desaparecieron, y ahora son dos huecos y una persiana.

Probablemente no estaban adecuadas al ph de la ciudad, o al revés, o es que estas escaramuzas se cobran siempre su precio, lo cierto es que las mañanas se van haciendo cada vez más largas, y todos los huecos de la ciudad se van convirtiendo en contenedores de cosas mayormente feas y ajenas. Nos gustan las tiendas pequeñas y ese momento ilusionante y amable de sus gentes, pero cada vez más pasa menos y peor, algo está cambiando también en esto y casi no nos damos cuenta

No sé si lo que escribo es un parte de defunción de una idea sin autor, una reconstrucción de fenómenos aislados y azarosos,  la crónica de un primer asalto, o una irrelevancia producto de un naranjazo, que ahora caen de los árboles con muy mala uva. Sé que resulta difícil hacer cosas emocionantes, mientras que las redundantes y hueras crecen como hongos, y que probablemente siempre ha sido así, pero el optimismo de otros tiempos no nos dejaba verlo. Veremos.

Nota: En la imagen, locales que fueron de La Biosfera y Mayo Mayea

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