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Rémoras

Redacción Cordópolis

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Voy a comenzar recordándoles una polémica acaecida hace 15 años en nuestra ciudad, de la que fue protagonista D. Miguel Castillejo, por aquel entonces presidente de Cajasur. El ex-ínclito Don Miguel decidió instalar sin encomendarse a nadie, un gigantesco reloj en la sede que la entidad aún posee en la esquina de Gran Capitán con Ronda de los Tejares. El susodicho reloj, que más bien parecía un adorno de navidad perpetuo, fue adosado con total ausencia de sensibilidad arquitectónica a la fachada del edificio proyectado por Rafael de La Hoz Arderius, catalogado y protegido en el PGOU. La polémica se zanjó cuatro años después cuando, tras un ultimátum del Ayuntamiento, el reloj fue retirado en enero de 2001 y sustituido por el actual, en cuyo diseño y colocación intervino el hijo del arquitecto.

La ciudad se deshizo de aquella rémora.

Viene a colación por que comienza a ser algo habitual en nuestra ciudad la instalación de objetos sobre obras de arquitectura de relevancia, sin intervención del autor. En el caso que nos ocupa estos días, un avión sobre una intervención paisajística de primer nivel.

El “Balcón del Guadalquivir” y la restauración del Molino de Martos son obra de Juan Navarro Baldeweg:

  • Premio Nacional de Artes Plásticas (1990).
  • Medalla de Oro Heinrich Tessenow (1998).
  • Honorary Fellow of The American Institute of Architects (2001)
  • Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2007).
  • Medalla de Oro de la Arquitectura Española (2008).
  • Premio X Bienal Española de Arquitectura (2009)
  • Premio Tomás Francisco Prieto de Medallística, Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda (2012)

...y nuestro Ayuntamiento va y le pone un avión encima. Un avión cultural.

Estamos hablando de un arquitecto cuya manera de concebir la arquitectura  tiene que ver con el modo en que entendemos un instrumento musical, según el mismo nos cuenta en el documental “La voluptuosidad de mirar” de la serie de RTVE “Elogio de la Luz”. Es decir, la obra arquitectónica como algo frágil y delicado, concebido con un fin determinado y cuya alteración improvisada puede suponer el colapso físico o poético del mismo.

...y si no fuera suficiente, al lado del avión un bar... otro bar.

En palabras del propio Navarro, “El Balcón del Guadalquivir es una especie de síntesis de territorio y arquitectura. Es una memoria histórica,  teniendo la suerte de tener un molino, aquel lugar donde se establece el nudo entre territorio, río y actividad productiva. El molino carga todo el balcón de un modo especial. Todo se transforma en una metáfora de la vida en la ciudad.”

...y un desproporcionado finger... y un auditorio...

La megalómana idea de colocarnos un avión en la puerta de casa, parece no haber sido suficientemente descabellada para el actual gobierno municipal que, lejos de enmendar la situación, pretende adornarla con más objetos imposibles. No solo se trata de una agresión al patrimonio contemporáneo de la ciudad, o de una idea poco afortunada en si misma, se trata además de una manera de hacer las cosas: la ocurrencia elevada al rango de estrategia de ciudad.

No se pueden generar unos pocos puestos de trabajo a toda costa. Hay que ser más respetuosos y sensibles con lo que poseemos y, sobre todo, más imaginativos a la hora de emprender.

http://rafaelobrero.wordpress.com/

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