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Jazmines

Redacción Cordópolis

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Hubo un tiempo, profundo ya en el córtex, en el que  levantarme para ir a al trabajo era un protocolo patibulario. Atravesaba cansino el patio de mi casa para salir a la calle, me rozaban molestamente la cara  las ramas de un arbusto y caminaba cuesta arriba, en todos los sentidos, hasta llegar al estudio. Un día tras otro, una semana tras otra... Pude constatar que en situaciones de estrés laboral o personal, lo verdaderamente preocupante es no poder escapar de la sensación de presión en ningún momento del día, esté o no presente la causa directa del mal rollo. La cuestión es que la cosa se prolongaba y comenzaba a tomar tintes de thriller psicológico.

Por aquel tiempo Rosa me habló de una evocadora secuencia de la película de animación Persépolis (Marjane Satrapi, 2000):

La abuela durmió con nosotros. Se ponía jazmines en el sostén todas las mañanas para oler bien. Cuando se desvestía, las flores caían de sus pechos. Era mágico.

Jazmines. El molesto arbusto del patio resultó ser un jazminero generoso. La cosa estaba clara, los jazmines se convertirían en el poderoso amuleto que me ayudaría a salir del agujero. Desde ese momento, cada mañana, al pasar por el jazminero, tomaba ritualmente cinco flores de jazmín, me ahuecaba el pantalón y dejaba caer las flores en su interior. Cuando se presentaba el momento ácido del día, recordaba que tenía los calzoncillos llenos de jazmines. Era inevitable sentir una ráfaga de optimismo al saberme excéntrico, una especie de superioridad, no sé de qué tipo, invisible a los demás pero que me fortalecía interiormente.

Tras el descubrimiento del poder reconfortante de los jazmines, estaba seguro de que la agresión no podía hacerme daño, porque no podía alcanzarme en lo profundo, sólo rozarme la epidermis, un rasguño que el tiempo curaría. Cuando al fin llegaba la noche y me desprendía de la ropa, las miserias caían al suelo y en el aire, entre Rosa y yo, quedaba un suave olor a primavera.

Por suerte, ahora sólo los uso en momentos muy especiales, por ejemplo, para ir a la Agencia Tributaria a entregar la documentación del último requerimiento. Me va genial.

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