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Contradicciones piadosas ¿O no?

Sebastián De la Obra

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En 1829 el imperialismo británico prohibió, en la India, la práctica del sati. Se trataba de una vieja y ancestral tradición en la que las mujeres viudas se auto inmolaban quemándose vivas junto al cadáver de su marido fallecido (algunas no merecían tal privilegio y se quemaban con un objeto perteneciente al marido). La ortodoxia nacionalista y religiosa hindú se opuso a semejante ejercicio de colonialismo británico argumentando que era una tradición religiosa y cultural. También se insistió en que estas mujeres piadosas (la palabra sati se traduce literalmente por la piadosa) lo hacían voluntariamente. Se les estaba negando, venían a decir, la capacidad de determinación a las mujeres. Se acusó a los británicos de violar la memoria de sus ancestros y su religión. Aseguraban que la tradición es un principio intemporal que nadie debe quebrantar. Eran sus creencias sagradas. Algunos hindúes que apoyaron esta prohibición, denunciando el estigma que vivían las viudas y la negativa de las familias a hacerse cargo de estas mujeres, fueron acusados de colaboracionistas con el poder colonizador. En la época casi todos callaron. En la actualidad esta práctica está abolida.

En las últimas décadas del siglo XX varios dirigentes africanos abanderaron (es decir enarbolaron una bandera) un discurso anti imperialista (mientras por la noche recibían llamadas de teléfono o invitaciones o contratos de asesoramiento o préstamos de los poderes económicos, políticos y financieros de esos mismos imperialistas). Sékou Touré en Guinea; Amín Dada en Uganda; Robert Mugabe en Zimbaue; Macías en Guinea Ecuatorial; Megistu en Etiopía y el inefable Jean-Bédel Bokassa, amigo del exquisito Valery Giscard D´Esteing, hablaban de la negritud y sus derechos y sus creencias. Durante un tiempo tuvieron gran audiencia entre los supuestamente anti imperialistas y anti colonialistas. Estos personajes no necesitaban, realmente, ninguna bandera, ninguna excusa para aniquilar a miles de sus compatriotas. Negras eran las víctimas. Casi todos callaron.

Jean Paul Sartre, uno de los filósofos y escritores, protagonista del pensamiento del siglo XX se sumo a las causas más sobresalientes de su época. Su activismo y compromiso lo llevaba de un lugar a otro. Muchas de esas causas hicieron avanzar la conciencia de la Humanidad. Otras no. Sartre decidió un día prologar el libro Los condenados de la tierra de Frantz Fanon. Se trata de un texto imprescindible para conocer y entender las terribles consecuencias del colonialismo. Se puede estar o no de acuerdo con el texto, en cualquier caso es un valiente alegato contra las injusticias... Inmediatamente después de la edición de este libro se suprimió (en las siguientes ediciones) el prólogo de Sastre. Habían descubierto que el filósofo y combativo Jean Paul Sastre había realizado unas declaraciones de simpatía y comprensión hacia el pueblo judío y su larga historia de persecución. Sastre calló.

No puede existir imparcialidad para el asesino y el asesinado. No se puede ejercer el relativismo que sitúa en el mismo plano al torturador y al torturado. No hay excusa para callar frente al verdugo teniendo a la víctima frente a uno. No puedo aceptar el dolor ajeno cuando lo batallo y rechazo en mi casa.

Nota: el escritor norteamericano James Baldwin, negro, izquierdista y homosexual, fue duramente atacado por el movimiento revolucionario Panteras Negras. Muchos grupos autodenominados izquierdistas apoyaban las causas (muchas de ellas radicalmente justas) de este movimiento. Esos mismos grupos callaron frente a los ataques al escritor. Ay!

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