Twitter a demanda
Hola ¿qué tal? Aquí estoy de vuelta, o eso espero. A ratitos he conseguido componer algo parecido a un post, no es fácil mantener la línea argumental cuando escribes según vas pudiendo (o mejor dicho, según te van dejando).
Venía yo hoy a contar que esto de la maternidad (por lo menos estas tres primeras semanas) y las redes sociales es de difícil compaginación, o por lo menos al ritmo que servidora estaba acostumbrada. Ritmo que algunos calificaban de enfermizo.
Recordaba estos días, hace unos meses, en un curso sobre redes sociales al que acudí como apoyo a quienes impartían las distintas sesiones, comentaba con varios de los asistentes que las redes sociales ocupan mucho tiempo. (Si te dedicas a esto profesionalmente mejor ni hablamos del tiempo que requiere). A medida que el curso avanzaba e iban ampliando su visión sobre el tema llegaron a preguntarnos, con cara de incredulidad, si teníamos vida además de todo esto. Efectivamente consume mucho tiempo, pero existen herramientas y recursos que ayudan a optimizar el tiempo y las tareas para conseguir que todo fluya con una relativa normalidad.
Con la maternidad reciente no hay manera. Se acabó lo que se daba. Entre unas cosas y otras, que parece mentira la dedicación que requiere una criatura tan chica, no hay tiempo para nada... En fin, que no vengo yo a ocupar el lugar de Mar con mis historias.
Estoy desconectada casi por completo, sobre todo según qué redes.
Ahora los pocos ratos que puedo dedicarle al online se resumen a algunas esporádicas siestas del enano en las que yo me abstengo de dormir y sobre todo los ratitos en los que el peque come, sea la hora a la que sea y tengan la duración que tengan. Eso de la alimentación “a demanda” ha convertido mi conexión al 2.0 también “a demanda”, pero no a la mía, sino a la del susodicho.
Muchas veces, en el ámbito profesional, tenemos que explicar que cada red social tiene un estilo, un lenguaje y un ritmo (que es el que te marca casi siempre la forma de expresarte en cada uno de los canales). Pues en estas últimas semanas me ha quedado más patente que nunca eso de los ritmos.
Twitter es la inmediatez hecha red social; para mí la instantaneidad es parte de su esencia. La vida media de un tuit es efímera (más duradera en tanto en cuanto tenga más difusión y viralidad), por lo que lo que aquello que te pierdes es como si no hubiera existido. Pues así me va, que no me entero de nada.
A nivel profesional, que hay que estar a la que salta, me tocará ponerme las pilas según vayamos “normalizando” horarios (miedito me da sólo pensarlo...) pero es que a nivel personal/ocio, estoy igual de desconectada. Los escándalos alimentarios esos de las trazas de caballo, la renuncia del Papa, lo último de Urdangarín... han sido noticias que han llegado a mí mientras compartía mesa con la familia en el almuerzo. Si hasta tuve que buscar en Google lo que era eso del #HarlemShake... Lo de la muerte de Chávez me pilló de casualidad en uno de mis momentos “online” por lo que me sentí, casi, como antes de ser #mamá2.0.
A nivel Córdoba: la nieve me pilló durmiendo, me enteré también a posteriori a base de fotos y más fotos. No digo más: tardé casi un día entero en enterarme de la suspensión de la cuenta de @RafakeGomeh (tengo pendiente un post sobre cuentas apócrifas), el artista anteriormente conocido como @RafaehGomeh.
Al final he sucumbido a crear listas para poder gestionar y seguir esas cuentas/personas que para mí son imprescindibles. Cosa que también ha requerido tiempo y obviamente ha llevado varias jornadas hasta que ha resultado algo decente...
Con Facebook me he manejado algo mejor, sobre todo en lo que al seguimiento de mis contactos se refiere. La gente lleva un ritmo más pausado que en Twitter y es más sencillo conseguir estar actualizada conectándome un par de veces al día. También ayuda que el número de amigos es bastante más limitado que el número de perfiles a los que sigo en Twitter. Y los contenidos que se comparten son más fáciles de “consumir” que el chorro de información que ofrece la red de los 140 caracteres.
La cantidad de elementos no leídos que tengo en Google Reader es tan ingente que tengo la sensación de que jamás conseguiré ponerme al día. Todas las mañanas tengo la tentación de hacer clic en “Marcar todos como leídos” pero una vocecita dentro de mi cabeza me dice “Seguro que poco a poco puedes ir leyendo todo lo interesante...” y únicamente marco como leído lo que tiene fecha de caducidad, es decir, noticias y artículos de actualidad que cuando probablemente tenga tiempo de leer ya estarán más que obsoletos. Y así poco a poco van engrosándose las cifras y cada vez son más y más los artículos que se me acumulan...
Foursquare. Ya no recuerdo cuándo hice el último check-in. Voy perdiendo mis alcaldías poco a poco. Y mi marcador está en mínimos históricos. C'est la vie.
Instagram y Pinterest sin embargo me están siendo las más fáciles de gestionar. Creo que el ritmo que lleva la gente en ellas y al tratarse de redes de contenido visual facilitan mucho eso de poder revisar todas las novedades de una forma rápida y sencilla.
Google Plus... ¿alguien me puede recordar qué aspecto tiene Google+?
Y así con todo. Ahora tengo que priorizar más que nunca a qué parte del online dedico el tiempo que me queda disponible. Dicho lo cual voy a ver cuántos tuits me he perdido mientras escribía estas líneas...
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