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La guerra contra la estupidez

Carlos Puentes

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"La ciclogénesis campa a sus anchas por todo el país" Informativos La Sexta

En ecología, el concepto de macho alfa es una manera de identificar al líder de la manada en especies con comportamientos relacionales donde existe cierto nivel social. Son, la más de la veces, poblaciones donde el referente de la manada es un macho, de poderosa osamenta, de exuberante plumaje, o, como en el caso del hombre, de poderosa huevada y exuberante musculatura. Esto, en esencia. No obstante, este rasgo diferenciador de las jerarquías naturales se quiebra en el ser humano con  la capacidad demostrada de transmitir y compartir conscientemente el conocimiento adquirido. Así y sólo así se explica que el pálido y enfermizo hombre blanco lleve pisando el cuello del formidable y apolíneo hombre negro desde los tiempos de mariacastaña.

Esto amigos, es el darwinismo social, un bonito concepto que arroja lo más asqueroso que la intelligentsia humana ha sido capaz de parir para explicar lo que en ambientes naturales sería imposible. Al politólogo y anarquista Carlos Taibo le gusta hablar, para explicar la deriva en la que estamos inmersos, de darwinismo social militarizado, la misma bota blanca sobre el mismo cuello negro del que antes les hablé, pero a golpe de pistola. Lo vemos estos días a las puertas de Melilla. Auténticos robocops armados del siglo XXI echando a patadas a perfectos diseños de la naturaleza, más allá de la verja. Es el uso interesado del conocimiento, acompañado de valores tan cuestionables como la usura, la que nos ha venido a situar en esta cómoda parte del mundo. Quiero pensar que en un combate cuerpo a cuerpo entre el económicamente poderoso hombre blanco y el hambriento hombre negro, ganaría este último por abandono cobarde del primero. Una suerte de justicia histórica que el Universo le debe a África.

Cómo hemos llegado hasta aquí es la gran pregunta que todos deberíamos hacernos a diario, para entender cómo una sociedad tan decrépita y estúpida como la nuestra, es la que contiene el paso de los hambrientos y no al revés. La clave nos la da Pino Aprile en su Elogio del Imbécil. Aprile defiende, no sin cierta sorna, que es la imbecilidad y no la inteligencia el auténtico motor de la historia y la propia evolución del Ser Humano. Lo demuestra, dice, el hecho de que aunque la estupidez se expanda a un ritmo imparable, alimentada como nunca por la publicidad y los intereses del mercado, el mundo sigue girando y nuestras sociedades siguen siendo relativamente funcionales.

Esto, evidentemente, es sólo una forma de convivir con un peligroso fenómeno que desde la razón sólo puede verse como una imparable amenaza contra la pervivencia de la especie. Particularmente prefiero pensar que la estupidez debe ser combatida, señalada y ridiculizada, empezando por la propia. Cansa el espectáculo de la izquierda por demostrar quien tiene el nabo más grande y hermoso. Cansa el espectáculo de la derecha por querer convertir el agua en vino, y querer imponer como verdades fantasías psicotrópicas ideadas en las iglesias. Cansa el buenismo de quien no quiere señalar todo esto, confiando en que el silencio y el mutismo son las mejores opciones con que contamos para que la razón prevalezca. No. El día en que la estupidez sea considerada igual de nociva, a nivel legal, que la corrupción, la usura, la violencia o la sacro-santa propiedad privada, este mundo encauzará el correcto camino hacia la salvación.

Y todo esto para cagarme en los de la Sexta, por imbéciles, por fomentar la estupidez, que os den.

Elogio del Imbécil, Pino Aprile

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