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La moneda al aire

Luis Medina

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Tengo una oferta del extranjero. Viendo cómo está “la cosa”, voy a seguir los pasos de cualquier jugador de medio pelo, que siempre encuentra alguna muestra de interés de Tailandia, Chipre, Grecia, Rusia, Rumanía o Bélgica. Los puntos que unen estos destinos muestran itinerarios de gasoductos y evasores fiscales. Las clases más acomodadas se permiten flirtear en Alemania e Inglaterra, últimamente Francia. La diáspora de talento arrastra otra paralela de humo. A rebufo del prestigio español en deporte, sobre todo en fútbol, todos podemos tener nuestra oportunidad. Y la pintan calva. Os dejo el chiste fácil. En la rueda de prensa de despedida, me secaré unas lágrimas apenas visibles y diré que éste ha sido el periódico en el que me he hecho bloguero, que es mi casa, pero que no podía dejar pasar este tren. Puede que una negociación de última hora lo arregle todo. Si... en realidad, yo siempre tuve a Cordópolis como primera opción...

Mientras, en España continúa la devaluación de la competición, ya que de la moneda no tenemos posibilidad. Los clubes de Primera División pescan en Segunda, y los de Segunda en categorías inferiores. Probablemente quedan bastante más de la mitad de las operaciones por hacer. Todos quieren vender. Nadie se atreve a comprar. Como la bolsa. Hay que dejar salir antes de entrar, pero casi nadie sale, salvo los que se van al extranjero, o los que cambian un cromo que acababa contrato. Todos están pendientes de los descartes de otros equipos, por lo que hasta comenzada la liga no se harán algunas de las operaciones más significadas en muchas pequeñas entidades.

Por eso, la incertidumbre del Córdoba parece incluso una posición aventajada al lado de la que viven otros clubes de Segunda, como Murcia, Lugo o Sabadell, e incluso de algunos que deberán bregar con el difícil e improbable reto de igualar lo hecho la temporada anterior, como Las Palmas, Girona o Alcorcón. No digamos la complicada situación estival de Deportivo, Mallorca o Zaragoza. Y es que, al final, la sensatez también puede ser cosa de dinero. Y la reducción de gastos es obligada y exponencial. Las fichas modestas se tornan inasumibles. Y las apuestas por jugadores por explotar han convertido el melón sin abrir en la fruta de moda. Alguien acertará. Si casi todos están en estas circunstancias, alguien tiene que quedar el 4º, el 6º, el 11º, y alguien descenderá. Y parecerá que las tareas se han hecho bien o mal en función de esos resultados. Pero la moneda gira demasiado tiempo en el aire. Una competición devaluada es también una competición más abierta. La suerte se va echando poco a poco. Pero nadie sabe si dormirá con ella.

Tengo una oferta del extranjero. Al menos, eso ha dicho mi representante a la prensa.

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