De muertos vivos y fantasmas
“Estamos muertos desde el 8 de marzo o el 16. El que te está hablando era el que decía que era un muerto que estaba vivo y al que hemos querido enterrar en vida. Y ahora que estamos muertos, estamos en la gloria. Porque estamos muertos. ¿Qué quieres? ¿Que estemos vivos estando muertos ya? Ya no podemos estar vivos”. Así se expresó en la sala de prensa de Los Cármenes, tras un deplorable partido ante el Granada (2-0), un José Antonio Romero al que se le iban de las manos sus juegos verbales de metáforas tanto o más que un grupo de jugadores en desbandada.
“Espero que se acabe ya la Liga porque en este momento estamos dando pena. Estoy enfadado porque soy malísimo y no se dar ni un puto pase, y con el equipo también porque estoy hasta los cojones de todo, tío. Parece que aquí estamos todos pensando en la temporada que viene y no salimos a tener dignidad en estos partidos que quedan. Yo qué sé. Si somos malos, lo somos, pero al menos pido salir con la actitud de hacerlo lo mejor posible”. Esto fue lo que dijo Florin Andone en la zona mixta del estadio granadino, completamente fuera de sí después de haber padecido el enésimo episodio de frustración con un Córdoba destruido como colectivo. Al comprobar el desparrame del rumano ante los micrófonos se llevaron de alli con rapidez, aunque lo que dejó dicho dio la vuelta al país. Igual que los destartalados parlamentos de Romero, que bastante ha hecho con aguantar el papelón de ponerse delante de la jauría mediática después de cada partido para explicar lo inexplicable.
Ésta es la historia del Córdoba, un ex Primera desde antes de que termine la Liga, un equipo que se viene comportando, tanto en el césped como ante los medios, como si no lo oyera nadie. Como si lo que hace fuera algo menor, insustancial, un prólogo de algo que nunca llegó. Ha faltado valentía, descaro, esa atractiva inconsciencia de equipos que tienen menos que los demás pero se comportan con una rebeldía conmovedora. Como el Rayo de Paco Jémez o como aquel Córdoba que dirigió no hace tanto el técnico del Zumbacón, formado con retales, saldos y descartes que relanzaron sus carreras. En clubes como el Córdoba, el que vale es el que hace que Javi Hervás parezca Zidane. Lo de este año ha sido un Belén. Demasiadas figuritas y estrellas de cartón piedra.
Por eso se vuelve loco Florin, el chico de 21 años que anunció su fichaje en su cuenta de Twitter y nunca fue presentado. Por eso Romero tiene que rebuscar en su arsenal de frases de automotivación algo que le sirva para dar un soporte teórico -con un obvio fracaso- a esta cuerda de desganados. Todo está doliendo mucho. Demasiado.
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