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Juanlu, aires de fiesta para El Arcángel

Paco Merino

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Se marchó suspirando de alivio por una permanencia agónica y vuelve con la idea de cantar en medio de una fiesta por el ascenso a Primera. En el mismo sitio, seis años después. Su retorno al Córdoba ha cogido por sorpresa a todo el mundo. “¿Que vuelve Juanlu? ¿El de Fuente Palmera?”, se preguntaban los seguidores cuando las redes sociales y el whatsapp martilleaban los móviles los cordobesistas. Pero el Juanlu que volvía es el otro, el malagueño, el que se vistió de blanquiverde en el curso 2007-08, uno de los más descabellados -y mira que los ha habido- en la historia de la entidad. No lo hizo mal aquella temporada, en la que estuvo cedido por el Real Betis. Jugó 30 partidos y anotó cinco goles. Le peleó el puesto a David Arteaga. Con los números en la mano, su desempeño fue notable.

Sin embargo, la campaña fue tomando un aire dantesco a medida que se acercaba el final y a Juanlu, como a otros, le tocó un sitio de honor en la diana de las críticas. El caso es que echaron a Paco Jémez por miedo a que el equipo se colocara en puestos de descenso -con el del Zumbacón, jamás los había catado- y trajeron a José González, que sí metió al Córdoba en los puestos más deshonrosos de la tabla. El equipo se acabó salvando con la Liga terminada, después de un empate en Anoeta, y gracias a que Abraham Paz falló un penalti injusto señalado en el descuento en Alicante a favor del Cádiz frente al Hércules. El desenlace más bizarro de todos los tiempos. Juanlu no estaba allí. Había sido apartado del equipo y no jugó en las tres últimas jornadas. Se hablaba de lo que se suele hablar en estos casos: de falta de compromiso, de salidas nocturnas... Lo típico en situaciones de crisis y ataques colectivos de angustia. El cordobesismo, que llegaba de ver a su equipo deambulando por la Segunda B y jugando -y hasta perdiendo- “derbis” ante el Villanueva de Córdoba, no estaba dispuesto a pasar por esas amarguras de nuevo. El caso es que el equipo mantuvo la categoría y Juanlu regresó al Betis, donde nadie le echaba cuentas. Llegó a entrenar aparte. No puede decirse que Juanlu lo haya tenido fácil en cuestiones extrafutbolísticas.

“Respeto todas las opiniones. De mi etapa anterior pueden decir lo que quieran, pero los números están ahí. No vengo a demostrar nada. Ahí están mis últimos años de carrera”,dijo Juanlu en la sala de prensa de El Arcángel ante los periodistas. Es un futbolista bueno y raro. Un extremo con carácter, desborde, potencia y gol. Un tipo que desquicia adversarios y que ha tenido la rara habilidad de cerrar ciclos de modo turbio en plazas donde se le llegó a idolatrar. Con 23 años, un año glorioso en el Alicante de Segunda B le reportó un salto directo a Primera División. Fue uno de los pilares del Numancia, aunque el conjunto soriano descendió. Y ahí le echó el ojo un Betis pujante, campeón de la Copa del Rey y debutante en la Champions League -Juanlu jugó un partido en la máxima competición continental, ante el Anderlecht-, aunque en Heliópolis nunca echó raíces. Le fueron cediendo (Albacete, Osasuna, Córdoba...) hasta que le recuperaron en 2009 para que fuera espectador -no jugó un solo minuto, le dejaron sin ficha- del desplome bético a Segunda.

Tras salir de allí, le cambió la vida. Juanlu será, ya por siempre “Juanlu, el del Levante”. En el club granota ha marcado una época. Llegó más maduro, con 29 años, para militar en Segunda. De no ser nadie pasó a ser el jefe de todo aquello. Jugó 38 partidos, firmó 10 goles y llevó al Levante a Primera División. Un gol suyo al Castellón abrió el camino. Fue el primero de una lista de tantos históricos anotados con la camiseta azulgrana. En la 10-11 contribuyó de manera decisiva a la permanencia del Levante, pese a que la situación económica del club nunca fue lo que se dice boyante. Los jugadores más destacados eran traspasados al mejor postor, pero Juanlu se afianzó como un referente clásico. En la 11-12 irrumpió de modo espectacular con cinco goles en las nueve primeras jornadas, llevando al equipo al liderato por primera vez en la Primera División. Luego vino la clasificación para la Europa League. Él fue el autor del primer gol europeo en la historia del Levante. A la treintena le llegó el éxito. Fue el autor del último gol marcado en el antiguo San Mamés, la catedral del fútbol español. El Levante ganó 0-1.

Sin embargo, la maldición que acompaña su carrera se encarnó en el peor momento. Barkero desveló que un grupo de compañeros podrían estar implicados en una trama de amaño de partidos. Como Munúa, Ballesteros o Juanfran, Juanlu resultó salpicado por las acusaciones y su condición en el club granota se alteró por completo. Dejó de entrar en las convocatorias, la presión del entorno se cerró sobre él y la situación se hizo insostenible. No podía seguir allí. Y se fue bien lejos: a Grecia. Se enroló en un recién ascendido, el modesto Kalloni, un club de la isla de Lesbos en el que no encontró lo que buscaba. Un puñado de partidos intrascendentes y a casa. Hace unas semanas estaba libre. “Tenía otras ofertas, algunas de mayor cuantía económica, pero él eligió Córdoba”, expuso en su presentación el director deportivo blanquiverde, Pedro Cordero.

El caprichoso destino quiso que Juanlu volviera a jugar en España en un partido ante el Deportivo de La Coruña, precisamente el equipo que protagonizó aquel Levante-Depor (0-4) el pasado mes de abril que despertó unas sospechas que a día de hoy no han sido probadas. Pablo Villa le sacó al campo en el minuto 80 para suplir a Nieto, otro de los recién llegados en invierno. Hubo algún tímido aplauso del público para recibirle. El Córdoba terminó perdiendo por 0-1 en el último minuto y Juanlu, otra vez de blanquiverde, posiblemente se acordara de una pancarta que estuvo colgada en la grada durante su etapa anterior: “El Arcángel no se rinde”.

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