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Un gospel antes de comer

Juan José Fernández Palomo

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Oh, Dios: bendice estos alimentos que nos vamos a zampar gracias a tu infinita misericordia y a las transacciones comerciales que hacen que yo, en la ciudad, haya tenido acceso a las costillas de la vaca estabulada en el campo al que pusieron puertas y vallas y que acaban de salir del horno un rato después de haber sido adquiridas en el negocio de un autónomo de mi barrio.

Oh, happy day...

Señor: dale al pobrecito que no tenga y no nos abandones a nosotros. Bendice con tu inmensa luz a las patatas y a las judías cocidas, también a la cebolleta cortada en fina juliana (siempre quise escribir “fina juliana”) que acompañan a las costillas, las guarnecen y las decoran, recordando así la cadena trófica que nos explica que la vaca come pasto, yo me como a la vaca y del cuero de la piel de la vaca hacemos balones para que los jugadores de mi equipo les peguen patadas a dicha pelota que, así no más, se convierte en memoria de la vaca. Pero que la pelota no se levante mucho del pasto, por favor. Oh, happy day...

Dios de todo: agradecemos que el horno se haya encendido para cocinar las costillas gracias a estar, no sin tribulaciones, al día en el pago de los recibos de energía. Sé, Señor, que Tú, magnificente, nos creaste a los hombres a tu imagen y semejanza y nos insuflaste con el halo de la energía para nuestros actos y para su gestión. Discúlpanos si te fallamos en lo uno o en lo otro. Oh, such a sad day...

Señor siempre bendito: dispensa también en tu neverending bondad a aquellos que traicionaron tu palabra o tu presunta obra, disculpa a tus asesores y a tu gabinete de prensa aquí en la Tierra, aquí en España también, lugar al que quieres tanto y del que nunca dudarás por los servicios que te ha prestado a lo largo de la Historia, donde tanto celo por ello nos lleva a ponerle filo a las fronteras o a tirarles bolitas de goma a los incautos infieles para que lleguen antes a tu seno. Oh, such a sad day...

Perdona, oh señor, si antes de las costillas de la vaquita frisona nos comemos unos huevos o cigotos fritos, si con ese acto ofendemos a alguno de tus ministros de justicia terrena, si interrumpimos así el decurso de la vida... Sé, mi Señor, que si vives eternamente es porque aún tratas de desentrañar la verdadera verdad de si fue antes el huevo o la gallina. Es algo que se te escapó en tu diseño de la Creación: un verso suelto. Lo entiendo.

Cuando encuentres la respuesta le darás la razón al tal Nietzsche y morirás, por eso demoras la solución.

Oh, Lord; my sweet Lord. My God: I believe in you, I trust on you. Forgive them, forgive us, forgive me...

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